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Identidades huidizas

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Letras

José Juan Cervera

La experiencia histórica ha mostrado la dificultad de constituir medios impresos que ofrezcan perspectivas distintas de las que suscriben los núcleos oligárquicos en Yucatán, sobre todo si se trata de iniciativas de la sociedad civil, ámbito en el que se hace patente la insatisfacción ante los periódicos tradicionales. A veces concurren circunstancias propicias para crearlos, pero no resultan duraderos en la medida que requiere el desarrollo de la conciencia colectiva. Cuando se pone en marcha un proyecto de este tipo es útil disponer de antecedentes que aporten un marco de referencia con el cual evaluar sus alcances; sin embargo, como aquellos suelen ser escasos, los procesos editoriales nuevos llegan a convertirse en campos experimentales en los que cada paso dado puede sugerir ajustes que no siempre se aplican de manera oportuna.

Entre junio y noviembre de 1993 circuló Veraz/s Revista de Yucatán, de calidad pocas veces vista en las publicaciones periódicas de la entidad tanto en lo que atañe a su lista de colaboradores como a los asuntos de su interés. Se propuso satisfacer inquietudes de diversos sectores sociales y diseñó algunas secciones para atender determinados rangos de edad (infancia y juventud); otras más abarcaron temas claramente definidos: salud, ecología, urbanismo, gestión de recursos empresariales. En cada número incluyó un reportaje especial (sistema alimentario, consumo cultural, prácticas recreativas) e invitó a escribir a intelectuales que abordaron fenómenos sociales, haciendo valer concepciones distintas de las que acarrean, como peso muerto, los apologistas del prejuicio convertido en verdad teológica. Su primer director fue Enrique Montalvo Ortega y, cuando éste asumió otras responsabilidades, el subdirector Gilberto Kapellmann pasó a ocupar el lugar vacante.

Varios sucesos acaecidos durante el lapso en que se publicó abrieron camino al debate de ideas y al análisis riguroso con un tratamiento informativo equilibrado en sus apreciaciones. Uno de ellos fue la misma presentación de la revista, a cargo de Carlos Monsiváis, el 28 de mayo en el Palacio Cantón. El escritor reflexionó sobre los embates de la censura y la ardua tarea de abrir espacios democráticos en un país aquejado de inercias autoritarias y lastres ideológicos, pero planteó también las desventajas intrínsecas de quienes sustentan posiciones retrógradas: “Se ha hablado mucho del crecimiento de la derecha en estos años, pero hay algo que no se apunta: la derecha no tiene aparato cultural. Eso podemos verlo en sus publicaciones, en su modo expresivo, en sus dificultades de comunicación con lo moderno. Podrán tener el poder económico […], lo que no podrán hacer porque no está en su mano es construir un aparato cultural que funcione a fines de siglo.”

Entre otros acontecimientos sobresalientes de ese entonces figura la visita papal que, en Yucatán, congregó a muchos creyentes en Izamal y en Xoclán, pero también mereció miradas frescas cabalmente descritas en artículos puntuales. Asimismo, el proceso electoral de ese año ajustó sus tiempos a los plazos federales, por ello el gobernador a elegir habría de ocupar el cargo durante dieciocho meses. La revista cedió dos páginas a cada uno de los partidos contendientes para exponer sus principios y sus planes de trabajo: todos ellos aceptaron. Esta apertura contrastó con la del periódico de mayor circulación en el estado, que se abstuvo de informar acerca de las actividades de los institutos políticos minoritarios, los cuales se coordinaron para efectuar una protesta diaria a las puertas del medio que los desdeñó en forma tan notoria. Ante ello, la libertad de prensa y el derecho de los lectores a ser informados fueron discutidos entre los columnistas.

Un repaso de los temas examinados en los artículos (cultura popular, sexualidad, relaciones extramaritales, privatización de bienes públicos) pone de manifiesto el empeño en remontar los tópicos superficiales, frívolos o mojigatos de la prensa de criterio estrecho. En ella no habría cabido la entrevista que Veraz/s publicó en su número de septiembre en que la maestra Maricarmen Ancona Herrera (1934-2017) evocó la figura de su padre, el ingeniero Joaquín Ancona Albertos (1893-1971), al cumplirse el centenario de su nacimiento. Fue rector de la Universidad de Yucatán entre 1936 y 1942, imprimiéndole un sello progresista, lo que le valió ser difamado y proscrito por el oscurantismo vernáculo. Como es fácil suponer, este episodio indignante suele ser omitido en los recuentos históricos de la vida peninsular.

Es preciso observar también que no bastan las cualidades que confieren estatura intelectual y sentido crítico a un órgano de prensa, sino que éste, para lograr cercanía con un público potencial –por específico que sea–, ha de atender aspectos formales que complementen la eficacia de los escritos que brinda. Veraz/s, pese a lo llamativo de sus portadas, se caracterizó por debilidades en su diseño interior y en su composición tipográfica que le restaron fluidez de lectura y atractivo visual. La permanencia de un medio impreso puede depender de muchos factores, pero si crea un marco adecuado para perfeccionar su fisonomía editorial como sello distintivo, es más probable que surja de ella una identidad robusta de la que deriven más elementos para atraer lectores y hacerse memorable en el curso de las generaciones.

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