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Humberto Avilés Bermúdez, el oficio de ser poeta

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Desde Nicaragua

 “Conocí a Julio Cortázar en 1981. A mí se me ocurrió decirle: ‘Mirá: yo cuando sea mayor, quiero ser como vos’; me dijo: ‘Mirá, Ché, estás equivocado; el que quiere ser como vos, soy yo.’

Desde Nicaragua, para el Diario del Suerte de México, he aquí la revelación de la historia sorprendente de este renombrado poeta nicaragüense, una personalidad en la cultura de Nicaragua.

Es una tarde de enero.

Llego a casa del honorable poeta Humberto Avilés Bermúdez, el refugio donde es feliz junto a su familia, cobijado por la dicha de tener hijas, “todas mujeres”. Este es el sitio donde ahora pasa gran parte de su tiempo, creando historias en su mente, creando música en el silencio, desde su poesía y libros; cada uno con la sabiduría que lo identifica como poeta que ha logrado transcender.

En esta entrega, el escritor y poeta nicaragüense Humberto Avilés Bermúdez nos platica de su indiscutible vocación, del camino tan exitoso en el que ha recogido frutos a lo largo de estos años.

Desde Nicaragua para México, el mensaje del escritor para el Diario del Sureste, y para los habitantes del Sureste de México, es de agradecimiento por la oportunidad; por permitirle desahogar a través de estas líneas sus ansias de ser Poeta y escribir poesía en Nicaragua.

Humberto Avilés Bermúdez me recibe efusivo, en un ambiente estupendo para iniciar nuestra entrevista.

Inicio preguntándole de dónde le viene la inspiración…

Mi padre que, como todo nicaragüense, tenía de poeta, me llevaba de niño (yo soy de Granada); hasta la adolescencia, nos íbamos caminando por la calle, la calzada, hasta el muelle de Granada. Hoy no existe, porque le pusieron un muro.

Allí había una especie de mirador, para que no se metiera todo el mundo.

Nos sentábamos a ver los atardeceres, de alguna manera, de alguna manera de ahí viene, yo digo.

En ‘Perfil de olvido’ (su libro), hay una especie de explicación que se llama esbozo de la raíz: que el corazón de mi padre me llevó a contemplar los atardeceres. Entonces yo me envicié con la brisa y, de alguna manera, allí empecé a descubrir que el tiempo, eso que llamamos tiempo, era mentira. Por eso soy Poeta.

Pregunto entonces cuántos libros ha publicado.

En total son nueve. Falta uno que no es poesía, además de escritos constitucionales, ensayos. Hice una Especialidad en Derecho Constitucional, y di clases más de 30 años.

¿A qué género abona su poesía?

Yo no creo en lo de los géneros poéticos. La poesía suena o no suena; es como la música: que suene bien es lo más importante, porque entonces estamos ante una poesía que tiene música interior.

Eso ya lo decía Borges: “Si crees que puedes mejorar el silencio, habla”. El poema es o no es, poesía es poesía; eso de las clasificaciones retiene la libertad de creación.

Para mí lo importante es que llegue a todas partes del mundo, a cualquier país.

¿Considera que es apreciada la poesía en Nicaragua?

Partiendo de que se lee poco, es muy difícil decir que bien; prácticamente no se aprecia, a pesar de que somos un país de poetas.

Decía José Coronel Urtecho: “Si la poesía fuera un producto de exportación, no tendríamos problemas de balanzas de pago, ni de déficit público, ni de deuda externa, porque tenemos suficiente producción.”

¿Y su aporte para Nicaragua?

Es todo lo que haya podido escribir y pueda seguir escribiendo, junto con lo que pude haber enseñado en más de 25 años en la Universidad.

¿Admira poetas de México y Nicaragua?

De México, ya desaparecidos físicamente, José Emilio Pacheco, Rosario Castellano.

Algunos todavía están vivos y son grandes amigos míos, entre ellos Marco Antonio Campos que, dicho sea de paso, era discípulo de Ernesto Mejía Sánchez, poeta nicaragüense, que para mí es mi padre poético.

José Ángel Leiva dirige una de las grandes revistas literarias de México que se llama “La Otra”, es un gran poeta mexicano, de Ciudad Juárez, que ahora está viviendo en Aguascalientes. Lo conocí en 2016.

Oscar Olivas es un inmenso poeta de Chiapas.

Con toda esta gente nos conocemos personalmente. Hay mucha vida literaria en Ciudad de México.

De Nicaragua: Rubén Darío, Joaquín Pasos, para mí lo mejor de lo que fue la vanguardia, con Pablo Antonio Cuadra, Joaquín Pasos, Coronel Urtecho, y el mismo Salomón de la Selva.

Otros: Carlos Martínez Rivas, que era la Generación del 40; Manolo Cuadra, Ernesto Mejía Iván Uriarte, Roberto Cuadra.

Mujeres: María Teresa Sánchez, Isolda Rodríguez, Rosario Murillo, Vida Luz Meneses.

¿Nos compartiría un mensaje para los jóvenes que aman la poesía?

Que lean y lean poesía.

De niño aprendí a leer muy pronto; si amas la poesía, lee, lean los grandes poetas de la cultura Azteca y Maya, para que comprendan los nombres de nuestros lagos y volcanes.

Rafael Quintana

Rafa3007quinta@gmail.com

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