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Hoy, la Noche…

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HOY_LA_NOCHE

Hoy, la Noche…

“Yo siempre fui un adiós… un brazo en alto, un yaraví quebrándose en las piedras;

Cuando quise quedarme, vino el viento, vino la noche y me llevó con ella.

Atahualpa Yupanqui

Ver a través de la noche resulta incierto, nostálgico y meditabundo. Es una sensación de miedo y de satisfacción también, una mezcla de emociones. Es el valor y el temor unidos, la creencia de un amanecer después de una inmensa oscuridad. Mirar dentro de tus ojos me resulta similar: es la analogía perfecta, la búsqueda de respuestas que solo yo quiero encontrar, una respuesta en la inmensidad de tu mirar que descifre el enigma que tanto consume mi existencia.

Hoy, la noche me acompaña. No es cualquier noche; es una en la que me encuentro filosofando. No sé si sea la palabra correcta para el tiempo que dedico a explorar tu sentir y vivir. Le he preguntado a las estrellas, sin obtener una respuesta fidedigna que satisfaga mis ganas de obtener la razón. Me encuentro en el mismo dilema que dio motivo a este expresar, que originó este derrame de letras.

Hoy, la noche me dice que tú estás. Me aconseja no alejarme de ti. ¿Acaso la noche puede ver más allá de lo que yo vislumbro? ¿Acaso ella puede percibir el enigma de tu sentir? Hoy me aconseja que te tome en mis brazos y no te deje partir; me susurra al oído que eres para mí.

Hoy, la noche me hace sentir: me hace derramar lágrimas de melancolía, esas que no puedes contener, que no son de dolor, que son de nostalgia y esperanza, que buscan tu presencia.

Hoy, la noche me enamoró, y se ha convertido en una perfecta analogía, porque también me enamoré de ti. Palabras difíciles de aceptar, difíciles de pronunciar y, desde luego, de sentir. Pero la noche es así, pone a flor de piel los sentimientos más sepultados, olvidados y escondidos en el mar del dolor que acompaña mi soledad. Me acostaré a dormir, la noche será mi almohada, me cobijará con su oscuridad, me mostrará en un dulce sueño lo que tanto anhelo.

Hoy dormiré a tu lado, dulce noche. Hoy seremos uno solo, tú y yo. Te explicaré en mi descanso lo que ella es para mí.

Querida noche, hoy somos tú y yo. Encontrémonos en una cálida velada, hagamos el amor como dos condenados a morir, entreguémonos uno al otro, volvámonos uno mismo. Que el amanecer nos llegue de sorpresa, y nos arrebate estas ganas de sentir.

Hoy la noche me susurró al oído… que no te deje partir.

Isaías Solís Aranda

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