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Chac Xib Chac, en su palacio, no sabía por dónde empezar su venganza contra Hunac Kel. El primer día del rapto de su esposa había amenazado con invadir Mayapán y demolerla hasta sus cimientos; prometió, ciego de ira, recuperar a Blanca Flor y ajusticiar a todos los nobles del lugar, comenzando por Hunac Kel. Pero ahora, pasados algunos días, el temor empezó a hacer presa de él. Sabía que se le había ido la lengua y que dijo cosas de las que ahora se arrepentía; sabía en su interior que no era rival para su enemigo y que un asalto a Mayapán, cuyas dobles murallas la ponían a salvo de cualquier invasión, sería poco menos que imposible. Además, la ciudad fundada por el profeta Kukulcán contaba con los soldados más bravos de toda la comarca, y los de Chichén Itzá, con ser más en número, no eran ni la mitad de intrépidos que aquellos
Desesperado, Chac Xib Chac hizo venir a su consejero áulico, Águila Divina, interrumpiéndolo en sus oraciones matinales.
–Águila Divina –suplicó con voz angustiada—. Si te he hecho venir al palacio es porque en verdad necesito tu consejo. Tú sabes el difícil trance por el que paso: añoro recuperar a mi esposa y castigar como es preciso a Hunac Kel, y mi pensamiento no me da la solución adecuada. ¡Oh, mi sufrimiento es muy hondo, querido sabio! He pensado en invadir Mayapán, matar a su pérfido rey y recobrar a Blanca Flor. También podría yo enviar una embajada para hacer entrar en razón a ese desalmado. ¿Qué me aconsejas hacer, Águila Divina?
–Ni lo uno ni lo otro–respondió, tajante, el anciano sacerdote–: ambas soluciones están destinadas a fracasar, Chac Xib Chac.
–Pero ¿cómo?… –gritó, desconcertado, el rey–. No me das ninguna alternativa, Águila Divina. ¿Qué voy a hacer, entonces?
–Escucha, señor rey de Chichén Itzá, escucha –respondió Águila Divina sin perder su habitual serenidad–. Si te impacientas e invades Mayapán, Hunac Kel y sus hombres, que son valientes de verdad, acabarán contigo y con tu ejército: te despedazarán. Y no olvides la gran muralla que rodea a la ciudad: ¿cómo piensas salvarla? Hay ahí vigilancia día y noche, y los flecheros son excelentes. Pero tampoco envíes embajada alguna ante el enemigo pues Hunac Kel, que es muy listo, se burlará de ti y acaso acuchille a tus embajadores y te los devuelva en sacos, convertidos en huesos y calaveras.
–¿Qué queda entonces por hacer, señor?
El sacerdote, con la acostumbrada flema de los sabios mayas, casi sacó de quicio al impaciente Chac Xib Chac cuando, sin responder a la pregunta, se introdujo en la boca algunas hojas de tabaco y comenzó a masticarlas cachazudamente. Al fin, después de un rato, dio la respuesta que tanto aguardaba su enojado patrón:
–Deja transcurrir el tiempo –explicó sin dejar de masticar su tabaco– y tal vez Hunac Kel piense que por temor ya te has desistido de asaltar Mayapán…
El rey estalló en cólera.
–¡Eso, nunca! –gritó con el rostro congestionado por la rabia– ¿Cómo te atreves a aconsejarme que deje pasar el tiempo, Águila Divina…? Hunac Kel pensará que soy un cobarde y mi propio pueblo se burlará de mí… ¿Y Blanca Flor? ¿En qué concepto me tendrá? No, de ninguna manera haré lo que me pides…
Águila Divina lanzó un oscuro salivazo de tabaco y atajó la carretada de palabras enfadadas de su rey.
–Bueno, ¿quieres o no recuperar a tu esposa?
–Ese es mi mayor deseo, pero no cuando sea demasiado tarde.
–Hay que tener paciencia, Chac Xib Chac –le aclaró el sacerdote–; los objetivos se consiguen con paciencia. Después de un tiempo se convencerá Hunac Kel de que ya has desistido de asaltar Mayapán. Y, claro, pensará que has sido un cobarde, convicción que es parte de la estrategia. Entonces se sentirá confiado, relajará la vigilancia de la ciudad y bajará la guardia, y tú estarás listo para invadir Mayapán. No olvides tampoco que muchos de los jefes simpatizantes de la Confederación de Mayapán están indignados con la traición de Hunac Kel y se sumarán a tu causa, engrosando con sus tropas tu ejército. Además, estoy seguro de que los dioses, que no toleran una traición, estarán de tu lado.
Roldán Peniche Barrera
Continuará la próxima semana…