VIII
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En cuanto recibió la autorización de los esposos Pot, Chac Xib Chac se apresuró a disponer los preparativos de la ceremonia de esponsales.
–Será en grande, Águila Divina, como hacemos las cosas los itzáes –le anunció con euforia a su consejero–, y dará que hablar por muchos años en toda la comarca. Pero tengo que apurarme; no sea que regrese Hunac Kel a Mayapán y nos juegue alguna trastada.
–Pero si ya has obtenido el permiso de los padres de la doncella. ¿Cuál es tu temor?
–Es cierto, Águila Divina –dijo Chac Xib Chac mirando de reojo al sacerdote–, pero tú conoces a Hunac Kel: está loco de remate. Hasta podría irrumpir con violencia en plena ceremonia y hacernos pasar un mal rato.
Águila Divina soltó una carcajada:
–¡Ea, gran jefe! ¿Por qué te haces el tonto? Cuentas con el ejército más poderoso de estas tierras; tus guardias vigilan las selvas, los cenotes y las cuevas; para entrar en Chichén Itzá hay que sufrir el excesivo celo de tus insolentes capitanes que te desnudan y te revisan hasta el culo. ¿Cómo demonios accederán Hunac Kel y sus hombres al lugar de la ceremonia? Sácate esas ideas de la cabeza y celebra sin miedo tus esponsales – y con una sonrisa burlesca concluyó–: Total, Blanca Flor te prefirió a ti: eres el victorioso.
Pero Chac Xib Chac, hombre de pocas luces, no entendió la alusión y regresó al tema de la ceremonia y el banquete nupciales:
–Haré llegar invitaciones a todos los reyes y príncipes de la comarca y a los soberanos extranjeros, a los capitanes y a los héroes de las guerras. Los reyes de la Triple Alianza encabezaremos la solemne ocasión.
–¿Invitarás a Hunac Kel? –preguntó Águila Divina–. Porque después de que le robaste a la novia no creo que se presente.
–Claro que lo invitaré –contestó Chac Xib Chac dándoselas de muy justo–. Es el rey de Mayapán, ¿no es cierto? Ahora, si no asiste a la boda, es decisión suya que yo respeto profundamente… Hoy me reuniré con mis capitanes Pluma de Gavilán y Ojos de Culebra para hablar del banquete: mandaré sacrificar cientos de cerdos y pavos del monte; perros, conejos, chachalacas, perdices; nadie irá a contar por allá que faltó comida en las bodas del rey; también haré traer pescado fresco de la costa. Del servicio del balché se encargará Pluma de Gavilán, que cuidará de que las copas estén llenas hasta los bordes todo el tiempo.
Roldán Peniche Barrera
Continuará la próxima semana…