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Atisbando Cuba
ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
Mi escrito de hace dos semanas sobre los automóviles en Cuba y los Clubes de talleres relacionados a su mantenimiento agradó a algunos lectores al conocer esa particularidad de los cubanos, sus chapisteros y mecánicos que fabrican sus piezas de repuesto. Me solicitaron algunos datos históricos de cómo llegó el automóvil a Cuba por lo cual añadiré información respecto de la historia del automóvil en la Antilla Mayor.
El dueño del primer automóvil en Cuba era José Muñoz, representante de la firma francesa Parisienne, que los comercializaba. Muñoz, como estrategia de marketing, decidió adquirir por el precio de mil pesos un Parisienne, con el objetivo de promocionar la marca en las calles capitalinas. La famosa máquina sería lo que hoy llamamos un cacharrito, pero en esa época, evidentemente causó conmoción. Todos querían ver el vehículo y, por supuesto, los más adinerados obtener uno. Sin duda, la estrategia de marketing de Muñoz surtió efecto. El lugar escogido para echar a andar el nuevo juguete fue la Ave. Prado de La Habana, concurrida de más aquel día para ver el extraño artefacto.
Apenas seis meses después, llegó el segundo automóvil a Cuba, propiedad del farmacéutico Ernesto Sarrá, que pagó por él el “módico precio” de 4 mil pesos. Las ventajas del carro eran sus ocho caballos de fuerza y una velocidad máxima de 30 kilómetros por hora. El farmacéutico recorría la distancia entre La Habana y la ciudad de Güines en solo hora y media. Al poco tiempo, llegó a la capital un tercer auto, propiedad de la fábrica de cigarros H de Cabañas y Carvajal, que lo usó para repartir mercancías.

Después, el señor Francisco Astudillo compró el primer vehículo eléctrico: un cochecito ligero, elegante, confortable, que no contaminaba el ambiente y recorría hasta 12 millas por hora. Asimismo, llegaron al país otras marcas como Panhard Levasor y algunos White, de gasolina, traídos de la ciudad estadounidense de Cleveland por Silvestre Scovel, representante en Cuba de una fábrica de máquinas de coser.
A la par de la introducción de los automóviles en Cuba, surgieron servicentros y garajes. El primero de ellos fue el de la calle Zulueta.
Con el creciente desarrollo de estas máquinas, nacieron las carreras de autos, y el Automóvil Club de La Habana en 1903, un club al que pertenecía la aristocracia capitalina y que enseguida organizó las primeras competiciones. Cinco pilotos de la aristocracia se situaron al volante, cada uno acompañado por una dama. Ganó Dámaso Laine, el único que iba solo. Dos años después se celebraron las segundas carreras, ya entonces con la participación de corredores extranjeros.

Por suerte, la industria del automóvil se ha desarrollado mucho desde ese período hasta nuestros días, pero es bueno saber que desde el siglo XIX las personas disfrutaban de las ventajas de este tipo de transporte, por muy rústico que fuera.

Fuentes
https://consejocubanohistoria.blogspot.com/2009/08/el-primer-automobil-en-cuba.html
Archivo AHGA.