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Hanal Pixán

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Editorial

En los cinco continentes, los lazos históricos entre las comunidades de pueblos de ahora y de otrora se mantienen. Las costumbres alimentarias, la convivencia, la habitación, la mentalidad están arraigadas a través de muchísimas centurias, milenios, podríamos decir.

Evolucionan los modos de vida, la alimentación, las costumbres aunque no podríamos decir propiamente que tales ajustes históricos han todos sido para bien de la humanidad.

Eso sí, en las entrañas de la mente humana aún se percibe la existencia de firmes raíces originarias.

Decimos esto cuando tenemos a la vista los preparativos familiares para la celebración en los próximos  días de una de las fiestas heredadas desde nuestros progenitores: el Hanal Pixán, la visita anual de los espíritus, de las ánimas, de nuestros ancestros. Nuestra generación, si es creyente de la espiritualidad del ser humano, se prepara a recibir, atender y convivir con los recuerdos compartidos que hemos registrado en nuestras mentes de cada uno de los ahora ausentes.

Para recibirlos, según nuestras costumbres mayas y heredadas, se iluminan en los caminos a las casas las albarradas, para guiarlos en medio de la noche en que llegan de visita. De manera previa habrá de prepararse alimentos de los cuales las ánimas tomarán solo el espíritu nutritivo, para retomar el camino de retorno hacia el sitio original de su reposo físico al fallecer.

El mestizaje no pudo reprimir o evitar esta costumbre que se abrió paso desde sus inicios en el cristianismo que enraizó más el hecho de que los cuerpos físicos desaparecen, pero los espíritus, etéreos, permanecen entre nosotros.

Mientras en nuestras mentes nuestros queridos ancestros vivan en el recuerdo vivirán. Así pensamos. Hoy árboles firmes, para mañana convertirnos en raíces espirituales de quienes nos amen y recuerden.

Para nosotros los creyentes continuarán siendo por siempre bienvenidos los espíritus de nuestros ancestros.

Es en su honor que se prepara comida especial. El maíz y la masa se colorea en amarillo, el color de Xibalbá, el inframundo, y con él se cocinan aves, frijol y/o carnes que se entierran sobre leña para cocerse en recipientes adecuados, previa cobertura o empaque en hojas de plátano.

Los hornos modernos han variado el sitio final del cocimiento, pero el respeto en este día usualmente se mantiene, los rezos son usuales. La música escandalosa debe ser excluida, por respeto a los finados. Las llamadas serafinas eclesiales pueden ser utilizadas.

Hay aspectos esenciales como las veladoras encendidas, los altares, los rezos y el “Rogad por ellos” en las letanías.

Respeto a nuestros ancestros y amor para todos ellos. Que su visita nos fortalezca. Eso esperamos.

Que descansen en paz. Así sea.

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