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Letras
José Juan Cervera
La túnica resplandeciente guarda un cuerpo prodigioso e inspira sueños de gloria que amenazan sus costuras.
Un traje de etiqueta vaga por los pasillos llevando al hilo su desasosiego; fija un punto de inmovilidad en que postra su asombro cuando ve pasar presurosas las modas que absorbe el abismo.
El uniforme provisto de galones exige su siguiente condecoración para hacer más denso el circuito de la cumbre y más ligero el descenso del hastío.
Como ejercicio de sinceridad, una camisa de fuerza echa a vuelo la imaginación; inflama desafíos que se diluyen en resquicios cuando no hallan salida ni asiento para delirios de grandeza.
Traje de gala, finos modales y porte que modela su gracia espontánea, reverberación de una dicha que pronto desplaza vestigios del pudor proscrito de las mieles del Edén.
Tras el mítico anatema, una cubierta vegetal envuelve apenas el origen de una estirpe.
Las prendas interiores juzgan el ciclo de las pasiones, vibran y se someten a su invariable despojo.
Rendida al fervor del viento y a las avideces de Febo deja caer en la playa, tapizada de reflejos, dos piezas celadoras de un conjunto escultural.
La medida justa es una talla juguetona que motiva a las pieles a remontar sus prisiones.
Velo y dominación, voluntad caprichosa, atavismo que sepulta destellos de conciencia.