XX
Gritos
Como si unas alas de sueño me golpearan
los costados del alma,
y como si la luz pasara por mi centro
sin mirar a los lados,
miro correr hacia atrás los vestigios
de todas las mañanas sin recuerdos
y de todas las noches hambrientas.
Son los sucios harapos de un futuro
que no puede cubrir su vergüenza,
corriendo en hilera,
uno tras otro y otro más, incansables,
con el rumbo fijo en un horizonte muerto.
Mi horizonte es el otro: el que palpita.
Hacia su curvatura me empujan
las agudas flechas amarillas del sol.
Los árboles que caminan a la sombra
levantan a veces la mirada
y la clavan en el blando contorno de las nubes
que gravitan atentas, silenciosas,
por encima de todo.
Hay conversaciones sin prisa; pasos sin
distancia.
Como un péndulo que tirara los minutos
sin mirarlos.
Yo soy como un fino girón transparente
que alguien arrancó de su contexto.
Mis gritos quedan suspendidos
en una porción intrascendente del espacio.
Los miro correr hacia atrás
y confundirse con la lejanía.
Mis gritos no son míos: son pedazos de tiempo
que escapan al yugo de mi cuerpo
en una dirección inalcanzable.
Frío, vértigo y destierro…
Las alas siguen golpeando mi llanto.
La luz, indiferente, continúa su camino
insensato.
Juan Duch Gary
Continuará la próxima semana…