Editorial
Apenas la semana pasada, en este mismo espacio, nos referíamos a la creciente participación popular en movimientos de carácter político de los que podrían esperarse sustanciales avances democráticos, sociales y/o económicos en los países de América, continente mártir que ha sido visto como botín de grandes potencias durante la llamada Conquista, fuente de riqueza por las egoístas clases dominantes coloniales y modernas, así como espacio de posibles expectativas de expansión para la influencia de las ahora llamadas potencias mundiales.
Nuestro continente mártir atraviesa ahora por un nuevo período de prueba, con el sacrificio de libertades y el nacimiento de una oligarquía militar en Bolivia, cuyo nombre nos recordará por los siglos el nombre de Simón Bolívar, liberador de conciencias y prócer de la libertad.
Con escasos días de diferencia de aquel editorial, el pueblo boliviano está viviendo ahora la dureza e imposición de un golpe de Estado, fraguado en la ambición incontrolada de antiguos intereses, la alianza entre fuerzas políticas retrógradas y el apoyo de militares apátridas.
Las esperanzas del pueblo boliviano en marcha hacia un futuro promisorio se frustran temporalmente ante el poder de las bayonetas, en lo que es un golpe de Estado que se fraguó entre las fuerzas de los grandes capitales internacionales y bolivianos, a lo que debe agregarse el fundamentalismo y la distorsión religiosa de los conjurados.
México, que ha vivido en carne propia sucesos de esa índole, se ha puesto de parte del pueblo boliviano y del derecho internacional. De ahí la decisión de rescatar al Presidente electo Evo Morales, defenestrado, y otorgarle asilo político.
Hay firmeza en las decisiones y pleno respeto a la Doctrina Estrada y la madurez histórica de nuestro país en situaciones históricas del mismo contexto. De ahí ha surgido el consenso por el que nuestro país ha ofrecido y concretado el otorgamiento de asilo político al presidente boliviano Evo Morales.
Las peripecias para un traslado directo, en virtud del cruce obligado del espacio aéreo en países cercanos a Chile, constituyó una odisea adicional por las trabas e impedimentos creados, ya con el presidente Evo Morales abordo, para la recarga de combustible y el libre tránsito aéreo del avión de la Fuerza Aérea Mexicana, que exhibió las maniobras internacionales en contra del traslado que se efectuó, después de vencer uno a uno los obstáculos para evitar con buen éxito tan delicada encomienda.
Con retraso originado por los problemas que hubo que sortear, el presidente Evo Morales se encuentra ya asilado en México.
La lectura de los medios de prensa nacionales, tanto escritos como electrónicos, en su mensaje sobre este particular exhiben las alianzas entre grupos de poder nacionales sobre los cuales ha estado la mirada pública. Las filias y las fobias, ahora en terreno mexicano, continúan.
Es urgente el retorno a la civilidad y la democracia en Bolivia.
El sistema legal y constitucional deben restaurarse para una paz compartida entre el pueblo boliviano.
Ese gran país, hermano nuestro de América, merece vivir en paz y concordia.