Artes Plásticas
En el mundo del Arte, como en cualquier otro dominio, existen muchas injusticias. Quizás para un artista una de las más dolorosas sea constatar que su talento no es recompensado. El problema de la fama y el reconocimiento forman parte de las angustias de todo creador.
Por supuesto, son varias las actitudes que los pintores pueden tener al respecto. Por ejemplo, se sabe que Gerardo Lizárraga se quejaba amargamente con Remedios Varo, quien fuera su pareja, de no recibir la atención que creía merecer, mientras que Remedios le contestaba que no entendía su afán de reconocimiento ya que, le decía, ella pensaba que “para un creador lo importante era crear”. Paradójicamente, al final Remedios obtuvo una fama mucho mayor que la de Lizárraga.
Si bien la importancia de la fama puede parecernos relativa y hasta superficial queda claro que, para Vasari en el siglo XVI, las metas del artista eran dos: llegar al más alto dominio de perfección en el dominio de su arte y, como consecuencia directa de este afán de calidad, obtener la gloria. Así, nos dice el “padre de la historia del arte” en su introducción a Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos: “los espíritus de élite, movidos en todo lo que hacen por un ardiente deseo de gloria, no se ahorran ninguna pena, por pesada que sea, para llevar sus obras a un punto de perfección que las vuelva aptas a deslumbrar y maravillar a todo el mundo; nunca el humilde nacimiento de muchos de ellos pudo impedir que sus esfuerzos les dieran acceso a los grados superiores, los honores, todavía en vida, y luego el renombre imperecedero des sus méritos excepcionales.”
Si bien Remedios Varo fue reconocida en vida, muchas mujeres artistas no tuvieron esa fortuna debido a las limitaciones que imponía la sociedad de su época. Reparar esa injusticia es, sin duda, una de las motivaciones de la exposición «(Re) Generando: Narrativas e imaginarios. Mujeres en diálogo«, actualmente en el museo Kaluz de la ciudad de México.
En efecto ¿a qué otro propósito puede responder la idea de “desinvisibilizar” (que se me perdone el horrible neologismo) a las artistas invisibilizadas que otorgarles la “gloria” que les fue negada a pesar del desempeño que pusieron en “llevar sus obras [a aquel] punto de perfección”, al que se refería Vasari?
Cabe decir, no obstante, que, además del género, existen muchos otros factores que pueden hacer que un artista, por excelente que sea su trabajo, no obtenga el reconocimiento que se merece. Entre las obras expuestas en la exposición Re-Generando se encuentra, por ejemplo, una magnífica obra de técnica mixta de Lilia Carrillo (1930-1974), exponente fundamental de la llamada “Ruptura”. Uno se puede preguntar si, más allá de su condición como mujer, no es el hecho de que esta artista excepcional haya fallecido prematuramente en 1974 lo que contribuyó, antes que nada, a disminuir la fama que hubiera podido obtener de haber vivido más años.
Lo mismo se podría decir de un pintor como Enrique Echeverría (1923-1972), cuyo fallecimiento a los 49 años contribuyó, sin duda, a que su renombre fuera menor al de muchos de sus contemporáneos. Afortunadamente se acaba de presentar un bello libro en el MAM, publicado por el Seminario de Cultura Mexicana, que ayudará a remediar a esa iniquidad. Paradójicamente, el título de este libro –Enrique Echeverría. Libertad pictórica– hace alusión al compromiso del pintor con su propia actividad creadora, independientemente del reconocimiento que pudiera recibir por ello. “Hay que pintar libremente, -decía el pintor-, sin pensar para quién o qué… y buscar arduamente una pintura universal, sin fronteras,” con lo cual hubiese estado de acuerdo con Remedios Varo.
Sobra decir que, más allá de estas opiniones, propias de los artistas, son de celebrarse ampliamente los esfuerzos desplegados individualmente y desde las instituciones artísticas del país por otorgar “honor a quien honor merece”, como en su día lo hiciera Vasari con los pintores italianos, a pesar del “sesgo de género” que prevalecía en su época.
ESTEBAN GARCÍA BROSSEAU