Remembranza
“UN MAESTRO DEL COLOR Y NUEVAS TÉCNICAS”
ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
De George Pérez, mi amigo guantanamero que me abrió las puertas de su hogar, he recibido postales navideñas pintadas por él. En 1990, me obsequió para los cuartos de mis nietos unos “Tocororos” -colibríes- pintados sobre triplay, para adornarlos con obra suya, pues su lado humano es tan grande como su pintura.
Participamos en el Festival Internacional de Tríos “Cantares de América,” en su oriental Guantánamo, pues entre ambos dibujamos con tintas y acuarelas más de 60 medios pliegos de cartulina con tres siluetas de Guitarras para cada uno de los galardonados. Además George, con una magnífica caligrafía, llenó cada uno de esos diplomas que se entregarían días después en el Teatro “Guaso”, y el cine “América “a los triunfadores del evento.
El Trío “Ensueño”, de Santiago de Cuba, ganó, y dos galardones especiales se entregaron a los dos tríos mexicanos que le dieron carácter de Internacional al evento: “Los Ángeles” y “Los Tres Galanes”. El Ing. Roberto Mac Swiney y el que escribe llevamos la primera delegación musical para ese evento.
Fueron cinco noches dibujando y tomando café con George, aprendiendo nuevas técnicas para trabajar al por mayor los sesenta diplomas encargados por Israel Martínez Zapata, Carlos Hernández, y Francisco Speck. Ellos, a su vez, era los progenitores de ese espectáculo musical de tríos: Israel Martínez, presidente Nacional de los trieros, Carlos Hernández, Director Provincial de Cultura, y Francisco Speck, director provincial del Centro de la Música de Cuba.
La compañía de George hizo que el tiempo volara y no sentimos el trabajo diurno y nocturno de dibujar para esos artistas de la guitarra y el canto.
Cuando estuve trabajando con él en su hogar, nunca faltó el café de la Bodega, al que me aficioné. Lo prefería al “Café Pilón” para exportación, pues a ese le faltaba su toque de chícharo.
La amistad nació desde que nos conocimos, pues hice amigos comunes en Guantánamo, con sus autoridades culturales y con los tríos, y su Asociación, pues firmamos más de ocho contratos de intercambio cultural con Cuba y México y Guantánamo con Yucatán, que perdura cuando nuestras autoridades lo contemplen como un acercamiento cultural y no político.
George es graduado en 1973. Se trasladó a Guantánamo, para formar las nuevas generaciones de dibujantes. Coincidió con los cambios en el sistema de enseñanza artística para beneficio del pueblo.
“Entonces se había creado la Escuela Provincial de Arte, donde debían estar las especialidades de música, ballet y artes plásticas. Nosotros seríamos los primeros profesores”.
“Sin ninguna formación pedagógica, comenzamos dando traspiés, pero era una necesidad imperiosa. Entonces entre lo romántico y lo profesional empezamos a educar a nuestros pupilos.”
Su esposa la doctora Denis siempre fue atenta: el yantar cercano a la medianoche nunca faltaba, junto con el aromático café guantanamero. La música de fondo nos acompañaba mientras trabajábamos en los reconocimientos.
Años después, se inauguró la cafetería restaurante “La Indiana”, y George fue invitado a exponer sus obras en una galería en el centro de la ciudad, frente al parque “Martí”. Como también yo estaba en ese momento en Guantánamo, pusimos manos a la obra para que “La Indiana” tuviera una galería pictórica permanente, con venta de los mismos. Había montado una exposición de grabados en la Galería de la Ciudad de Guantánamo, auspiciada por la Dirección Provincial de Cultura que dirigía Carlos Hernández, otro gran amigo que se fue pronto; ahí expuse grabados, junto con dos obras plásticas de mediano formato que se colgaron en “La Indiana”, manteniendo unidos culturalmente a Guantánamo con Yucatán.
Las obras de George Pérez González, se caracterizan por cierto erotismo, visible en el uso de los colores y el juego con las curvas y líneas de sus dibujos.
Café amargo, dulce aroma que cautiva desde el joven hasta el viejo, bebida tradicional que deviene casi otro símbolo identificativo de cubaría; sin embargo, quien diría que también de ese producto pueden salir las más extraordinarias obras de arte y se puede decir que eso solo sucede en Cuba.
Así lo muestra George Pérez González, pintor guantanamero que se vale de este brebaje para crear piezas cargadas de sensualidad
“Todo partió de un simple accidente, mientras me disponía a llenar el blanco y espaciado lienzo, con un gesto de la mano, vertí sobre la mesa de dibujo el líquido, e incómodo aparté el desastre, pero luego vi que en el papel mojado emergían matices, formas y supe que ahí había algo para mí”.
Desde entonces no es novedad para George, y menos para su familia, encontrarle preparando café para hacer sus pinturas, o tomando la última porción del líquido en el termo, para dar vida a un universo de claro-oscuros, marrones, que tributan a la consolidación de su estilo único. De esta técnica surgieron las exposiciones Desnuda, Aroma de café, Pretexto catorce y otras donde la recurrencia a ese material es bien marcada.
Aunque el uso del café como elemento plástico particulariza de cierta manera el quehacer de George, este hecho revela solo una pequeña parte de su curiosa vida…
“En el 78 con la llegada del concurso Regino Eladio Boti, la pintura tomó otro impulso; surgen más galerías y con ello mi primera expo “A dos manos”, con el profesor santiaguero Raúl Alfaro, nombrada “Grabado de Alfaro”, “Dibujo de George” con decenas de piezas, que fueron bien aceptadas por la crítica…”
A partir del 90, cuando llegué con el pie derecho a Guantánamo, volví más de 10 veces por su cultura musical, literaria y pictórica. En Guantánamo tuve dos exposiciones: una en el 93 en la Galería de la ciudad de Guantánamo, y otra con cinco obras y cinco grabados para las “Jornadas Literarias y Pictóricas Regino Eladio Boti”. Entonces ya conocía a George y era obligado llegar y ponerme a sus órdenes. Tan solo su plática y afecto te llenaban de sabiduría.
George, las figuras del tocororo y otras que me obsequiaste para mi nieto en esa época se guardaron y ahora son propiedad de mis bisnietas, pues el último bisnieto es León, pero solo tiene seis meses. Tu obra sigue en la familia. Carlitos y Michelle, a quienes se las hiciste ya tienen 36 y 34 años; Carlos es arquitecto y Michelle abogada, 34. Godofredo tiene 32 y es cineasta. Me preguntaron cómo te conocí y les dije que nos unió “Cantares de América” en el 91.
No he vuelto a Cuba en los últimos años, a partir de la pandemia. Vivo de milagro, pero ya no viajo al exterior del país, ni al exterior de mi estado natal, aunque sigo escribiendo, aún con mi disminución visual. Nos acerca el Diario del Sureste a otros continentes. No viajo físicamente, pero intelectualmente cada semana los viernes estoy en el Diario del Sureste que ya cuenta con más de dos millones de visitas, leyéndome por todo el mundo.
Buen día, George. Aunque sea por internet, seguimos unidos. Gracias, George. Abur.
Fuentes