Aída López Sosa
“La educación de la juventud no es
ni poco ni muy importante; tiene una
repercusión universal y absoluta”.
Aristóteles
Hay preocupación mundial por la afectación que la pandemia dejará en las generaciones estudiantiles de todos los niveles. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC), estudian los efectos en el inmediato y mediano plazo. A la larga prevén una generación perdida debido a la reversión de décadas de progreso. En el último informe de la ONU se considera que hay una catástrofe generacional, es incalculable el desperdicio del capital humano que pudiera resultar.
Si la educación ya estaba marcada por la exclusión por factores económicos, étnicos, sociales o culturales, ahora se suma la desigualdad tecnológica. Aun en los países en donde el gobierno apoyó a los estudiantes con tabletas, la falta de acceso a internet hace imposible que se continúe con el plan educativo, haciéndose más evidente en los países latinoamericanos. Se calcula que a nivel mundial el cierre de las escuelas ha afectado a mil seiscientos millones de estudiantes en todos los niveles.
La ONU declara a la educación como un derecho de todas las mujeres y los hombres, uno que nos proporciona las capacidades y conocimientos críticos necesarios para convertirnos en ciudadanos empoderados, capaces de adaptarse al cambio y contribuir a la sociedad. La Declaración Universal de Derechos Humanos la protege, considerándose uno de los cinco derechos culturales básicos, sustento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
A más de un año de que la Organización Mundial de la Salud (OMT) declaró la pandemia, la manera de educar ha dado un giro para lo cual la mayoría de los países no estaba preparado. Algunos rincones del planeta de manera tajante la interrumpieron por falta de infraestructura tecnológica, agravando su situación frente a otros países que, si bien no la tenían implementada, sí la tuvieron a su alcance para irse adaptando a la “nueva normalidad”. Actualmente reporta cuarenta millones de infantes sin educación preescolar, privados de los cimientos necesarios para su desarrollo social e intelectual.
Según datos de la UNESCO durante la reunión ministerial en marzo pasado, cien millones de niños no alcanzan el nivel mínimo de lectura consecuencia del COVID-19. En atención a la problemática, conformaron la Coalición Mundial para la Educación cuyos temas centrales son: género, conectividad y profesorado. Al respecto, instan a los gobiernos a considerar las decisiones que tomarán ya que sus políticas educativas estarían afectando las perspectivas de desarrollo de sus países durante decenios.
Los efectos hasta este momento son irreparables. Millones de estudiantes han abandonado sus estudios y quizá nunca regresen, se calcula que veinticuatro millones no lo harán. Entre las múltiples causalidades está el factor económico: algunos perdieron sus trabajos con los que sostenían sus estudios, los que cuentan con internet continúan matriculados valiéndose de actividades variadas en la web como son sexo virtual, rapeo, asesorías online, copywriter, trafficker digital, entre otras maneras.
En México el gobierno priorizó la vacunación de los trabajadores del sector educativo, una de las recomendaciones de las organizaciones mundiales para agilizar la apertura de las escuelas para el próximo ciclo escolar. Aun con eso, los padres de familia han manifestado reticencia para dejar que sus hijos retornen a las aulas hasta que la pandemia esté controlada, algo imposible de garantizar en su totalidad ya que las vacunas no protegen por completo de la infección y en algunos casos de la muerte.
La UNESCO solicita a los gobiernos que se priorice la educación en las partidas presupuestales enfocándose en la alfabetización y la infraestructura digital (conectividad, contenidos digitales, capacitación a los docentes), así como crear ambientes inclusivos y resilientes, ya que la educación es la única que puede lograr la igualdad. Se deben implementar programas de actualización y recuperación escolar, pero también es importante velar por la nutrición de los escolares.
Invertir en la educación es una apuesta para el futuro. El rezago en México es de origen, nunca se ha alcanzado la tan anhelada educación universal. El gobierno está siguiendo las recomendaciones para amortiguar los golpes, pero no podrá evitar los raspones.