LXXVIII
FRAGMENTOS DE UN CANTO A YUCATÁN
(Escrito a bordo del vapor TABASCO en octubre de 1921)
Canto a la tierra bendita
del más preclaro abolengo;
tierra hermosa en la que tengo,
nido de amor, mi casita.
Tierra que el mar que se agita
levantando mansas olas
le canta su amor a solas
cual a nueva SULAMITA.
A medida que me alejo
de su costa, como un puente,
mi espíritu se acreciente,
y así voy y no la dejo
porque es un lazo extendido
mi pensamiento que canta
viejas canciones de nido
sobre el mar que se agiganta.
¡Madre de grandes culturas,
cuna de nobles empresas,
reina de edades pasadas
misteriosas y secretas…!
¡Donde callan sus poetas
hablan sus piedras sagradas…!
Polvo de gloria levanta
la inspiración donde expande:
Chichén la tres veces grande,
Uxmal la tres veces santa.
Ciudades que en la maraña
de mil plantas tropicales
son como labios sensuales
abiertos en la montaña.
MÉRIDA, la capital
que fulgura en nuestra Historia,
toda nimbada de gloria,
sin gemela sin rival.
Y luce como la luna
con su cortejo de estrellas,
todas altas, todas bellas;
mas cual la reina, ninguna.
PROGRESO, brazos abiertos
tendidos al infinito,
antena que manda un grito
de amor a todos los puertos.
VALLADOLID, dulce y blanca
como su nombre aborigen,
blasona de noble origen,
de heroica, bizarra y franca.
TEKAX parece una maja,
tendida indolente y grave,
a la vera fresca y suave
de la esbelta SIERRA BAJA.
IZAMAL, la antigua y santa,
la que conserva vestigios
de una gloria que en los siglos
día a día se agiganta.
TICUL, mestiza que vibra
a los sones del timbal.
MOTUL de la blanca fibra:
¡Henequén! ¡Caro SISAL!
Y como un cumplido fin,
que mi CALOTMUL reclama,
son ESPITA y TIZIMIN
villas de preclara fama.
Alfredo Aguilar Alfaro
Continuará la próxima semana…