Letras
José Juan Cervera
La memoria sensorial acoge el rastro volátil de los aromas mientras crea combinaciones nuevas con los ingredientes que custodia.
En el perfume que esparce a su alrededor, la mujer deja algo desconocido de sí: una fuerza que complementa el fondo inexplorado de su conciencia.
Un aroma pasajero cruza junto a una ventana e invoca el recuerdo de otro, sellando una silueta femenina que incita esbozos frescos en la imaginación.
Después de llegar a su destino, una carta perfumada se bifurca entre la seducción y el recuerdo.
Algunos aromas visitan la estancia en que se aposenta el olfato, sin esperar que les abran la puerta.
Los olores que se propagan sutiles en los abismos del inconsciente encauzan fuerzas enardecidas que brotan entre las sombras.
La atmósfera propaga estímulos olfativos cuya intensidad salvaje tiende raíces hacia los fondos primarios de la existencia.
Los astros extienden sus redes para capturar la fragancia nocturna de la tierra.
Más ágil que una mirada fugaz llega un impulso que vuela ligero en el aire y en el pensamiento.
La flor estremecida y la tierra húmeda ofrendan sus fragancias para proclamar la aurora.