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In Memoriam

Juan José Caamal Canul
Es a quien hubiéramos deseado conocer al llegar a La Habana. Ante la imposibilidad, lo hemos conocido porque su trabajo o desempeño artístico ha trascendido fronteras, por lo que se publica o publicó en los medios. Así nos ha tocado conocer a Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana.
Sí: estudios, tratados, reconstrucción de hechos, las pinceladas de retratos de figuras relevantes de la política o las letras; consecución de leyendas e historias de migraciones. Pero también se ha encargado de gestionar la reconstrucción de la parte vieja de la ciudad, de la ciudad colonial, La Habana Vieja.
De una añeja revista de los años noventa, Cuba Internacional, leemos que parte de su trabajo fue reclutar artesanos y obreros que se han encargado de devolver a la ciudad su porte colonial.
Por supuesto, la ciudad no era tal como ahora es. Seguro tuvo, y tiene, grandes desequilibrios socioeconómicos, su complejidad estructural y su propia problemática.

Sabemos que instrumentó talleres y viejos saberes para reponer un tragaluz donde había uno, ventanales donde se retiró otro. Rejas y portones. Molduras de piedra.
Grande fue su obra y responsabilidad.
De un entrepaño rescatamos una obra editorial: Regresar en el tiempo. Editorial Letras Cubanas, 1986, del que quizá haya actualizaciones o nuevas ediciones. Este es un libro que hallamos entre “lomeríos” de otros, de aquellos libreros y lectores cofrades que compartían novedades editoriales de la isla grande del Caribe, trayendo a Mérida autores y temas.
En él, esa humildad en la presentación del propio autor: “Nunca pensé que estos modestos artículos, dispersos a lo largo de varios años en las páginas de la prensa, fueran editados como libro; tal empeño en verdad surgió del aprecio de muchos amigos (…) que los guardaron amorosamente para presentarme luego ordenadas las cuartillas, que no fueron otra cosa que una parte de los empeños y del batallar de estos últimos años, intensamente vividos (…)”

De esa obra extraemos un tema.
PARA HACER REALIDAD LOS SUEÑOS
La salvación de La Habana monumental atrae de manera creciente el interés de nuestro pueblo. Las informaciones periódicas en torno al tema, a través de los órganos de difusión masiva, se hacen más frecuentes.
Los museos y exposiciones en el área intramural comienzan a ser virtualmente invadidos no solo los fines de cada semana, sino todos los días. Tal circunstancia es más alentadora en la medida en la que valoramos que el núcleo fundamental está integrado en su mayoría por jóvenes para quienes las obras admirables de la arquitectura y el revivir los acontecidos en nuestra historia suponen un nuevo y tentador descubrimiento. ¿Qué debemos hacer? A nuestro juicio, las condiciones se han tornado propicias para estructurar una activa participación de las masas, no solo como espectadores de una u otra actividad recreativa, sino como fuerza actuante y decisiva en lo que ha de acontecer de ahora en adelante.
Toda esta experiencia acumulada, los estudios realizados, el proyecto global para la restauración del Centro Histórico, resultaría una empresa costosísima, inalcanzable en su total magnitud, si no logramos que los jóvenes participen en esta batalla, si no conseguimos que surja en las fábricas y talleres todo un fuerte movimiento, y que cualitativamente arquitectos, ingenieros, herreros, fundidores, estudiantes de arte e historia, círculos de estudios, impidan con su acción decidida, generosa, entusiasta y culta, que las aguas de los veranos venideros nos cobren con el desplome de muchas casas y antiguos palacios el precio de perder con ellas el retrato material de nuestra identidad ciudadana.
La reanimación cultural desempeñará un papel decisivo; la prueba irrebatible está dada por la felicitación de miles y miles de personas en la celebración restituida de la fiesta de la Habana junto a la ceiba del Templete, cada 15 de noviembre; en los Sábados de la Plaza de la Catedral, que reúnen cada semana, en el regazo acogedor de aquel sitio, no solo a quienes desean comprar un recuerdo original, sino a los amigos que se encuentran o a los amigos que quieren presenciar la tirada de un grabado en el Taller de Gráfica, un fragmento de una obra de teatro cubano, o ver de cerca el rostro de un artista cultural, o escuchar el impresionante tañer de la gran campana de la iglesia.
El sábado se ha extendido a la Plaza de Armas y, cuando cae la tarde, sobre la Calle de Madera hay mercado de flores, y un domingo de cada mes, de pajaritos, y lo habrá de papalotes y cometas para conmemorar los vientos de abril que hinchaban las velas de las flotas, y hay como una fiebre en quienes observan el renacer de las casas, de las calles de Obispo entre Mercaderes y Oficios.
Debemos hacer más, no podemos ni debemos esperar. Esta ciudad se salvará si nosotros somos capaces de hacerlo. Esta es nuestra tarea, la tarea de todos, la parte que nos corresponde en el sostenimiento victorioso de la patria que cada día nos encuentre más esperanzados, más batalladores, más dispuestos a hacer realidad los sueños. Ahora, es lícito discrepar con el clásico, pues estos sueños serán algo más que sueños: serán nuestra realidad.
Revolución y Cultura. La Habana, núm. 107. 1981
Eusebio Leal Spengler, el Historiador de la Ciudad de la Habana, falleció el viernes 31 de julio de 2020.