Letras
Miguel Alonzo Romero
Composición leída por su autor en la inauguración de la Casa-Escuela de Tekax el 7 de mayo de 1908
En tropel armonioso hemos venido
a tributarte, ¡oh! patria, nuestras flores,
y en el pecho radiante hemos traído
un corazón de olímpicos amores.
—
Un corazón luchando de alegría,
lleno de luz, de ritmo y de pureza,
donde vibra con mística armonía
un sentimiento sin par nobleza.
—
Hemos venido con ardiente anhelo,
a contemplar tu espléndida hermosura,
y a escuchar con placer bajo tu cielo
al ruiseñor que canta en la espesura.
—
Hemos venido a saludarte ufanos,
a quemar el incienso en tus altares;
y en unísona voz como de hermanos
ofrecerte miríficos cantares.
—
Hoy que alegre te ostentas con encanto
recibe mis canciones dulcemente;
no es la noche que tiende negro manto,
¡es la aurora que nace en el oriente!
—
Es la luz que ilumina tu paisaje,
la luz crepuscular de un nuevo día,
la que borda de tintes tu celaje
cuando el Sol languidece en su agonía.
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Es la alondra que anuncia la mañana
de un claro amanecer único y tranquilo,
es el “Progreso,” poética sultana,
que viene en busca de tan noble asilo.
—
¡Es el carro triunfal del soberano
que hoy esmalta tus campos y tus flores;
la “Civilización” que de lo Arcano
descendió con olímpicos fulgores!
—
¡Qué belleza tan rara nos sorprende;
cuán hermosa te muestras patria amada;
qué alegría más grande se desprende
de esa noble juventud entusiasmada!
—
¡Qué dichoso me siento en este instante,
cómo recuerdo mis pasados días
cuando lleno de gozo el beso amante
me brindó deleitosas armonías…!
—
¡Cómo contemplo con profunda calma
la noble patria en que mis padres moran;
esos seres que habitan en el alma;
que los grandes espíritus adoran!
—
Esta alegre mansión donde las bellas
con su aspecto de Vírgenes Vestales,
son tan lindas y poéticas doncellas
que al mirarlas se alivian nuestros males.
—
Esas diosas de olímpica mirada,
de porte encantador y cautivante;
esas Venus de sangre inmaculada
que llenan de ilusión un pecho amante.
—
Que hacen surgir de un alma que delira
La dulce inspiración que da la vida;
ese algo que alienta nuestra lira
y a cantar con frecuencia nos convida!
—
Cuando niño crucé por esta tierra,
todo al pasar, con ansia sonreía;
y si mal no recuerdo, allá en la “Sierra,”
una tarde, sentado, así decía:
—
Será posible que cantar no pueda
a la patria querida en que naciera;
y al decir estas frases con voz queda,
mi alma estremecióse toda entera…!
—
Entonces con profundo desencanto,
resolvíme a bajar, entristecido,
y la luz del crepúsculo entre tanto,
tras los bosques lejanos se había hundido…!
—
Y pensé en que tal vez te cantaría,
con la grata emoción con que he venido
a ofrecerte mis cantos este día;
y a dejar en tu suelo patria mía
un recuerdo dulcísimo y querido…!
Artes y Letras. Revista mensual. Órgano de la Sociedad Artístico-Literaria Lord Byron. Mérida, año IV, núm. 2, junio de 1908, pp. 30-32.
[Compilación de José Juan Cervera Fernández]