Cine
Estación Zombie, de Sang-ho Yeon
En estos días, una buena historia en manos de un buen director puede alcanzar alturas insospechadas: sin importar su origen geográfico, las herramientas siguen siendo las mismas – la tecnología está ya al alcance de todos –, y toca al director y a su equipo obtener el mejor filme posible, dotándolo de su visión particular. Estación Zombie, originalmente titulada Busanhaeng, es un perfecto ejemplo de que el cine es universal, trayéndonos una serie de historias de amor entre sus protagonistas – un padre y su hija, una joven pareja, una pareja de novios, una pareja de ancianas hermanas – que se desarrollan mientras luchan por escapar una infección, a bordo de un tren.
Sang-ho Yeon, el director y guionista sudcoreano de esta increíblemente entretenida película, nos lleva por toda la gama de emociones que pudieran imaginarse: comenzando por el desprecio, para pasar luego por el egoísmo, la solidaridad, hasta desembocar en el heroísmo y sacrificio por los demás, todo está revestido de amor, en medio de un alucinante mundo que se cae a pedazos ante la aparición de un virus que, como todos los organismos primales, tan solo busca propagarse para asegurar su existencia, mientras encuentra maneras de adaptarse al entorno.
A mi juicio, no llamaría zombis a los enfermos de este mal, puesto que no son muertos vivientes sino tan solo “infectados” que, al ser invadidos por el virus, adquieren las características minimalistas de éste, incluyendo una latencia en la oscuridad, elemento que usan en su beneficio los sobrevivientes. Así que el título en español me parece mal elegido – hubieran dejado el de “Tren a Busan” que usaron los gringos – porque podría sesgar la asistencia, y espantar a algunos espectadores que ya saben que esa palabra generalmente se asocia al gore.
Pero, ¿de qué trata esta película? Un exitoso administrador de inversiones, divorciado (Yoo Gong), no presta suficiente atención a su hija (Soo-An Kim), cuya educación ha delegado en la abuela de la niña. Su hija le pide que, por su cumpleaños, la lleve con su mamá a Busan. Con remordimientos de conciencia, el padre accede y se embarcan en el tren que los llevará a esa ciudad. A bordo del tren, conocemos a un exitoso hombre de negocios (Eui-Sung Kim), a una pareja en la cual ella está con un embarazo avanzado (Yu-mi Jung y Dong-seok Ma), a una pareja de novios (Sohee y Woo-sik Choi) que viaja con el equipo de béisbol del que él forma parte, y a una pareja de hermanas, ya ancianas. A punto de partir, aborda una joven mujer que aparenta encontrarse enferma – ella es la paciente cero del tren –, que se transforma y ataca a la recepcionista. El virus se replica y transmite a través de mordidas, principalmente, y de repente en el en tren se mezclan los agresivos portadores del virus junto con los que escapan de ellos, todo mientras el convoy se desplaza hacia su destino.
Habrá quien vea en esta película metáforas sobre la situación que viven los inmigrantes en todo el mundo, que son ciudadanos de ningún lado, rechazados por muchos; habrá otros que vean cómo aquellos que detentan el poder manipulan y mienten con tal de salirse con la suya, siempre en su beneficio; y habrá otros que vean la manera en que las situaciones de crisis hacen salir lo mejor (y lo peor) de cada uno de aquellos que las enfrentan. La película pudiera analizarse desde múltiples ángulos. Sin embargo, regreso a la idea original: todas las historias que se entrelazan en la pantalla tienen como hilo conductor el amor – y los sacrificios que se hacen por ese sentimiento – que se tienen los “buenos”.
Corea del Sur no es novel en esto de presentarnos buenas películas, como atestiguan “Oldboy”, “El Huésped”, “El Expreso del miedo”, por lo que es de esperarse que no sea esta la última ocasión en que nos veamos expuestos a una panorámica diferente a la que generalmente nos es ofrecida, para beneficio de los cinéfilos, para expandir nuestros horizontes cinematográficos. La filmación, la edición, los efectos especiales, la música, la escenografía, las actuaciones, todo se conjuga de una manera espectacular, mostrándonos el estado actual del cine de ese país. No en balde el filme recibió reconocimientos en el Festival de Cannes.
Las escenas finales de “Estación Zombie” estrujan el corazón de manera tal, que es imposible sustraerse a la historia, dejándonos con una sensación de satisfacción cuando llegamos a los créditos finales. Para mi xtup y para mí, la función fue además muy gratificante al observar las reacciones de los jóvenes que nos acompañaban en la función: todos ellos emocionándose positivamente con lo que se presentaba ante sus ojos, gozando y sufriendo la historia.
Pierdan cuidado aquellos que piensan que esta es una película de zombis y que, por lo tanto, viene con una alta dosis de sangre y carne humana; no es así. Antes que eso, “Estación Zombie” es un filme que ensalza lo mejor de la naturaleza humana, y nuestra reacción ante lo desconocido.
Vaya con toda confianza, aborde este tren a Busan, y disfrute una buena dosis de cine sudcoreano ¡en su idioma original!
No será defraudado.
Gerardo Saviola