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Eslabones impresos

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José Juan Cervera

A Carlos Barrera Jure, con especial agradecimiento.

La revisión atenta de periódicos antiguos sugiere una práctica de especialistas y de lectores curiosos, nostálgicos contumaces y amantes de un pasado desconocido. Para fortuna de ellos, existen espacios públicos que resguardan estos materiales impresos e incluso los reproducen en formatos electrónicos para facilitar su consulta. Sin embargo, las revistas estudiantiles, por su carácter efímero y por la fragilidad de su conservación, parecen condenadas al olvido persistente y definitivo.

Frente a este hecho inquietante, es satisfactorio hallar colecciones que resguardan el pensamiento y la experiencia temprana de quienes cifraron en su paso por un plantel educativo la clave de su desempeño posterior en un mundo adulto y competido, cuando convinieron en la necesidad de expresarse y encontraron los medios para lograrlo. Esto se observa tanto en las instituciones públicas como en las privadas.

En Mérida, la Congregación Marista tiene a su cargo el Centro Universitario Montejo. En él han circulado varias revistas estudiantiles, si bien la generación que abarca los años entre 1964 y 1976, desde su instrucción primaria hasta la preparatoria, se distinguió por producir periódicos escolares que coexistieron con otros representando diferentes niveles educativos y especialidades de estudio. Fueron hechos en mimeógrafo y tuvieron una presentación sencilla, pero dieron cauce a la expresión de los alumnos, manteniendo vivo su entusiasmo y fortaleciendo lazos juveniles con apoyo de sus maestros.

Hubo un núcleo de estudiantes que a lo largo de esos años hicieron florecer proyectos editoriales y recibieron la asesoría del cuerpo docente para su realización, sobre todo de los maestros de Literatura. Sus frutos variaron en su periodicidad y en su tiraje; algunos adoptaron nombres convencionales mientras otros resultaron llamativos e ingeniosos. Una lista de ellos tendría que incluir los siguientes: Diálogo (Sociedad de Alumnos de la secundaria del CUM, 1972); Ideas (bachillerato en Ciencias Sociales, 1975); Juventud (Sociedad de Alumnos de la secundaria, 1976); (a+b)2 (bachillerato en Matemáticas, 1976); Pícaro el Diario (preparatoria, 1976-1977); Tribuna (preparatoria, 1977); BIO Bienestar Interés Organización (bachillerato en Ciencias Biológicas).

Dieron espacio a entrevistas, artículos, crónicas deportivas, comentarios humorísticos, convocatorias y textos que algunos maestros prepararon especialmente para estos órganos estudiantiles. Entre su información sobresaliente está la nota de duelo por el deceso del escritor Mario Ancona Ponce, padre de uno de los alumnos de la secundaria (Diálogo, marzo de 1972); la transformación del colegio en plantel mixto (Pícaro el Diario, 1976-1977) y la creación del Consejo Técnico del centro educativo (a+b)2, (1976).

Un suceso relevante es que varios egresados de la generación 1964-1976, principales promotores de la prensa estudiantil del colegio, se reunieron de nuevo al cumplirse dos décadas de haber concluido sus estudios en el CUM, y con ello fundaron una nueva publicación periódica denominada Forum ’76, la cual dedicaron a su extinto maestro Enrique López Nieto. En ella reprodujeron textos extraídos de sus antiguas revistas, y entre sus secciones figuró una que recibió el nombre de Voz de mujer, en la que opinaron las esposas de los redactores.

Una de las notas más significativas de este medio impreso fue un artículo intenso y conmovedor del maestro Jorge H. Álvarez Rendón, quien tomó su elocuente pluma para exponer un “dilema de conciencia” que resultó de no haber transmitido en aquellos alumnos del CUM la realidad que conoció al impartir clases, durante esos mismos años, en una escuela secundaria del menos favorecido rumbo del sur de Mérida, marcado de carencias y agudos problemas sociales. Pero su trayectoria profesional revela el esmero con que contribuyó a infundir sólidos principios éticos en muchos ciudadanos, como los que ayudó a forjar entre los integrantes de una generación inscrita en la senda de una continuidad editorial que alentó espacios firmes de confianza mutua.

La cátedra es apenas el asiento formal de una conciencia que también se proyecta fuera de las aulas. Hay valores que se inculcan con sutileza fuera de los horarios de clase, a destiempo del ciclo escolar.

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