Por edgar rodríguez cimé
El pedagogo y crítico arte de arte de fines del siglo XIX, y principios del Veinte, Eduardo Urzáiz, era contundente en su valoración sobre el dibujo, la pintura y la escultura en esa época: “yacían en el más completo abandono y el más lamentable atraso.” Entonces, en escultura se empleaban imitaciones de modelos de yeso, o se mantenían las antiguas técnicas de tallado en piedra, madera y modelado.
La enseñanza estética entre el talento creativo de niños y jóvenes mayas de Yucatán de 1916 a 1936, como Escuela de Bellas Artes del Estado, o como Escuela Popular de Pintura y Artes Plásticas, habrá dado buenos frutos en dibujo, pintura y escultura, que fueron, en nuevo destructivo Auto de Fe, “desaparecidos” por los gobiernos conservadores posteriores al asesinato de Felipe Carrillo Puerto, por considerarlo “feo” y “sin valor estético”, desde la óptica occidental.
Una de las vertientes escultóricas, la talla de lápidas y criptas, nos dice el ensayo “Escultura Pública: Derecho Social a la Imaginación”, de Jesús Peraza Menéndez, la trabajó Leopoldo Tommansi López, que realizó bustos conmemorativos de personajes ilustres, en el Cementerio General de Mérida, cuya estética necrofílica resulta hoy atractivo cultural en los paseos turísticos nocturnos en esta necrópolis. Su hijo, del mismo nombre, estudió en Europa y realizó un busto de Felipe Carrillo Puerto, ubicado en el Paseo Montejo, y otro del viajero alemán Teoberto Mahler.
En 1945, surge el conjunto escultórico neo maya monumental del Parque de Las Américas, obra del escultor yucateco Manuel Cachón Ortegón, basado en la arquitectura maya prehispánica que abarca cuatro manzanas y donde sobresale la fuente del dios Kukulkán (Serpiente Emplumada), las pinturas murales de la Concha Acústica, y los mascarones del dios Chaak.
Me surge la pregunta: ¿cuál es la trascendencia de esta estética, contraria a la “occidental” desarrollada desde siempre y solamente interrumpida de 1916 a 1936 durante el socialismo carrilloporteño, aparecida a la mitad del siglo, hablando de las rupturas en las artes plásticas como la de “Picheta” y la de Fernando Castro Pacheco?
Peraza Menéndez señala que la ruptura en el siglo XX vino con la obra mural monumental del pintor Fernando Castro Pacheco quien, a principios de los 70, plasmó estéticamente momentos trascendentes tanto de la historia del pueblo maya en el Palacio de Gobierno, como de los movimientos revolucionarios de nuestro país en el Monumento a la Patria.
Entre los escultores contemporáneos posteriores a Castro Pacheco están Reynaldo Bolio, “Pacceli”, escultor en auge preferido oficialmente tanto por gobiernos panistas como tricolores, que lo mismo le encargan una “X´táabay” que “dos conquistadores españoles”, y ha aprovechado la vertiente conmemorativa-ornamental, de mayor demanda, según nos dice “Chucho”.
Además, figuran varios más: Gladys Díaz, “con técnica de bronce clásico y tallado, realista autobiográfica con obra que no rompe sus inhibiciones personales autoimpuestas”; Gerda Gruber (Bratislava / 1940), quien ha influido con su taller de escultura de Cholul o la Escuela Superior de Artes de Yucatán, “con obra expresionista inspirada en la estética africana y ahora en el naturalismo escultórico”, “bajo la idea del universalismo con hegemonía europea”.
Nos comenta “Chucho” que existe escultura de esta escuela con sentido propio, como Marcela Díaz quien, sin perder su sentido de “temple regional”, empieza a tomar sana distancia de esta influencia “gruberiana”. Otra yucateca formada en este taller es Rosario Guillermo, expresionista-conceptual que ensambla cerámica con madera y latón. También vienen empujando jóvenes creadores como Omar Rosiles y Eugenio Encarnación.
Como lo han demostrado varios creadores que han tenido que irse de este “castillo de la pureza meridana” para desarrollar su arte, el escultor autodidacta Andrés Peraza Ojeda emigró con su familia a la Ciudad de Méjico para desarrollar su obra en distintos talleres de otros escultores y escultoras de la época, como el de su hermano Humberto Peraza Ojeda (1922-1998).
Andrés “maneja temáticas con formas de arte conceptual donde expone aportes universales de la estética maya”. El público de Mérida, amante de las artes plásticas, ha podido disfrutar algunas de sus obras expuestas temporalmente en el teatro Peón Contreras. Tiene la obra conceptual-simbólica “Puerta al Cielo” (1942), en el Museo de Arte Contemporáneo.
En su ensayo, nos dice Jesús Peraza Menéndez que Andrés “realizó, entre otras obras, la Latimeria: pez celacanto, especie extinta clave en la comprensión de la transición evolutiva de los seres acuáticos a los reptiles, escultura instalada en el Museo de Historia Natural, en la Ciudad de México.”
Su trayectoria “aporta a la plástica mejicana una tradición de taller escultórico con autonomía, para quienes se forman en la experiencia autodidacta.” Han continuado sus pasos en el arte, con modos de hacer propios, sus hijos: Andrés Peraza Menéndez, Miguel Peraza Menéndez y Jesús Peraza Menéndez. La obra de Miguel “es conocida en universidades americanas y europeas como conceptual simbólica de arte industrial.”
En 1939, Humberto Peraza Ojeda asistió a la Escuela de Bellas Artes de Mérida, para luego alzar el vuelo junto con su familia a la Ciudad de Méjico, donde estudió escultura en la reconocida Academia de San Carlos, de donde egresó en 1953 “para convertirse en un escultor yucateco-mejicano de talla universal.”
Su temática tradicional se enmarca en la llamada “fiesta taurina”, lo cual “le hace figurar como uno de los más apreciados creadores de los coleccionistas” de este espectáculo. Posee algunas obras en Yucatán dedicadas a Felipe Carrillo Puerto en su natal Motul y en Mérida, y otras de pequeño formato, de músicos destacados en el parque tradicional de Santa Lucía.
Es autor de “la mayor obra artística, en concepto y tamaño, dedicada al presidente nacionalista Lázaro Cárdenas del Río, en un monumento de 10 metros de altura.” Su producción es “diversa con un aporte a la Escuela Mexicana de Escultura con obras de síntesis de temáticas regionales con acento histórico.”
Finalmente, Humberto produjo toda una época de retrato tridimensional sobre personalidades de nuestro país, como el músico y compositor Agustín Lara o el actor cómico Mario Moreno “Cantinflas”. Sus vástagos escultores son Humberto Peraza Ávila, Guadalupe Peraza Ávila y Sergio Peraza Ávila.
Fe de erratas: la escultura en piedra de estilo neo maya del Parque de Las Américas, atribuida erróneamente a Rómulo Rozo en la primera entrega de esta nota, es de Manuel Cachón Ortegón.
edgarrodriguezcime@yahoo.com.mx / colectivo cultural “Felipa Poot Tzuc”