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Entrevista a Paco “El Mastuerzo” Barrios

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Como prometimos la semana pasada, en esta ocasión presentamos la extensa plática que sostuvo Ricardo Pat con el famoso baterista de Botellita de Jerez, Paco Barrios, atestiguada y registrada por el que esto escribe.

Similar a Armando, Paco no fue egoísta y contestó todo lo que le fue preguntado, entrelazando su historia con la de la banda, haciendo de nuestro conocimiento sus convicciones, sus opiniones, todo salpicado con una gran dosis de humor y de humildad. La entrevista está transcrita tal y como nos habló, sin editarle palabra alguna, para que conozcan de cerca la vehemencia y lo bohemio del artista.

Es claro que Paco no es un artista de los llamados “comerciales”, ni se considera un “rockstar”. Es más bien un tipo que ha dedicado su vida a componer lo que él llama la “canción no escrita”, que al hacerlo ha influido poderosamente a muchos de nosotros y a quien necesariamente, junto con el resto de la banda, debemos mucho de lo que se ha dado a llamar “rock mexicano”.

Larga vida al “Mastuerzo” Barrios.

Gerardo Saviola

Bienvenido a estas lajas yucatecas. ¿Cómo estás, Paco, cómo te va?

Muy bien. Gracias. Fíjate que esta es la primera ocasión que visito estas tierras yucatecas. Me siento como en otro país. Jajajaja.

¿Cómo va tu proyecto Jij@s del Maíz?

El disco salió en agosto del año pasado, y ahí va, muy leve. Cada vez cuesta más trabajo promover, mover. Llevamos cuatro años y medio con este proyecto, con este experimento, y estamos preparando ya un nuevo disco.

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Eres como un trovador rupestre en tus trabajos solistas, un continuador de la tradición de los grandes como Rockdrigo, Jaime López, ¿por qué te decidiste por este proyecto?

Ese fue un detalle de la vida. Desde hace 43 años canto mis rolas, por ahí con Los Nakos, o de antes con otros grupos de rock, pero lo que es mi historia como compositor nace con Los Nakos en 1976. Los Nakos fue una especie de brigada cultural que surge a partir del movimiento del 68. Difundía los acuerdos del Consejo General de Huelga. Yo me integro con ellos en 1976, y con Elia Krot, junto con Ismael Colmenares, durante ocho años fuimos Los Nakos. En 1983 me integro a Botellita de Jerez. Y de repente, en las huelgas no había nadie que cantara, y entonces decía “yo voy, yo voy”, y cantaba mis rolas. De pronto me dije, “pues voy a seguir cantando solo” y en el 96 produzco el primer disco, “Prohibido”, con BMG.

Cuando entré a BMG fue porque Botellita de Jerez fue contratada por ellos, por la marca Culebra. Al contratar a Botellita les puse como condición que me tenían que contratar a mí solo, porque quería hacer un disco solo. Humberto Calderón dijo “sí, va” y lo hicimos. Desde ahí comencé a cantar solo, de manera más  formal, más directa, y desde ese entonces no he parado: con Botellita, mi canto solo, Carne de Res que fue mi otra banda, y así.

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¿De qué se trata Kloakas Komunikantes?

Es una sola palabra, es una palabra compuesta. Parafraseamos al maestro André Breton, un poco la forma en que se socializa, se colectiviza cierta información. Para empezar, formamos una Asociación Civil que se llama así, con la idea precisamente de posibilitar esos ductos imaginarios, invisibles, entre los seres humanos y que corresponden a un bloque histórico del que provenimos.

Creo que nosotros, Botellita de Jerez, venimos de una línea que yo podría llamar “la otra” canción mexicana. Yo le llamo así a esa otra canción popular que le cantó a Efraín Calderón Lara, como Enrique Bellesté, José de Molina, como Judith Reyes, como Los Nakos, ¡puta!, chingomil compas, mujeres y hombres – Conchita Michel, un antecedente aún más para atrás – que hicieron una canción que hablaba de las luchas populares, que le cantaba directo al pueblo. Gabino Palomares y muchos más. Hemos mencionado tan solo algunos.

Justamente hace unos días me preguntaban qué grupos de rock ubicaba como el “soundtrack” del movimiento del 68, y yo les dije que ninguno. Estaba metido un grupo de gente que no era muy famosa – estaba ahí León Chávez Teixeiro con el grupo “La Piel”, que es un antecedente muy interesante; León Chávez Teixeiro hasta la fecha para mí es uno de los artistas más interesantes, a propósito de esa línea rupestre, acústica. Es, además de nuestro amigo, es nuestro patriarca ese cabrón, es un compa que yo digo “después de escuchar a León Chávez Teixeiro es difícil volver a oír otra cosa”, tienes que buscar otra cosa que te satisfaga.

Yo comienzo a cantar en esos ambientes, en los que tienes que llegar con la lira, no puedes llegar con la batería, en las huelgas. Con Los Nakos lo hicimos muchas veces, con los movimientos campesinos. En todos mis viajes a Europa no creas que me iba a presentar a grandes foros, era a la calle, a apoyar huelgas de hambre del país vasco, el movimiento de los comunistas en Alicante, en Gran Canaria o en Bilbao. Cantarle a las luchas populares, cantarle al pueblo, al barrio. Esa es mi idea desde entonces.

Kloakas-Komunicantes ha sido entonces una metáfora que nos ha posibilitado reunirnos a ciertos compas de manera informal. Es buscarle el ruido al chicharrón. Una vez tomamos un parque todo un día, por las ganas de tomar un parque y hacer lo que nos diera la gana en el sentido artístico. Hubo bandas de rock, conseguimos un chingo de papel y unos compas pintaron e invitaron a pintar, etc. Estoy poniendo esto como ejemplo porque creo que es uno de los aspectos más fundamentales: el problema del espacio-tiempo. Alguna vez platicando con León Chávez pensábamos qué hacer, tomar la calle, ocupar los espacios que estaban prohibidos, y no para hacer dinero, sino para tocar y encontrarnos. “Mira, ahí te va mi rola.”

Apoyamos a la banda zapatista en ciertos momentos: en la marcha, por ejemplo. Mientras Caifanes, perdón Jaguares, Cecilia Toussaint y Maná estaban cantando en el Estadio Azteca para minimizar el trabajo de la caravana zapatista, cuando ésta hacía una escala en Ciudad Universitaria ahí tocábamos. No es que sean nuestros enemigos los Caifanes, Maná y los otros artistas, han sido utilizados.

Ustedes también tuvieron su momento de debilidad también. ¿Qué pasó, qué sucedió?

Mucho tiene que ver con cierta desesperación de resolver la contradicción que yo creo vivimos todos los artistas, los periodistas, los músicos, en fin, un grupo de gente que tiene que ver con el intelecto: es muy difícil vivir de lo que amas, entonces tienes que vender tus nalgas. Nosotros nos vimos en esa disyuntiva: “¿Qué hacemos: seguimos o nos vamos a la verga? Pues yo quiero seguir. ¿Y qué hacemos?”.

Pasamos a ver a Luis de Llano un día por no sé qué y nos dijo: “Oigan, ¿se avientan una telenovela?”. Yo sí, cabrón, a huevo. ¿Por qué chingados no? Ningún grupo de rock lo había hecho entonces. [Sonríe]. Luis de Llano ahí chingándonos: “¿A poco se van a poner de puristas?”. Finalmente le entramos. Funcionó. Mucha gente me recuerda por la telenovela. Jajajaja. Un día estaba yo en París, y me gritan: “¡Juan!”. No te imaginas que ahí alguien te grite en español Juan. “Yo no soy Juan”. Se estaba dirigiendo al personaje de la telenovela.

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Si uno pudiera decidir su propia historia no saldría como la de ustedes. Precisamente después de esa etapa viene el disco “Forjando Patria” que viene representando la mexicanidad.

Estuvo pensado.

Deja te explico: después de esa crisis de Televisa, nos vetaron. Salió en una nota del Excélsior “Vetados de Televisa: Celia Cruz, Botellita de Jerez…”, y una lista. Pero no nos lo habían dicho directamente. Un día me invitan a hacer un programa como actor en “El Doctor Cándido Pérez”, y ahí voy de pendejo a Televisa San Ángel. Ahí me registro para entrar y, ya cuando estaba por entrar a la reja, me alcanza la compa y me dice: “Usted no puede entrar, fíjese.” Toda apenada la chava. “No puede entrar, fíjese que está usted vetado.” Y yo aquí, “¿Cómo?”. “Me acaban de avisar que no puede entrar.” Tónces bueno, ni modo. Le digo: “Sabe qué, avísele a la delegada de la ANDA, fue ella quien me llamó y por ella estoy aquí.”

Días después fue la fiesta de la revista “Eres”, una revista de Televisa: ganamos el primer premio de ¡Tropical, güey! ¡Nos la pelaron, güey! ¡Nos la pelaron todos los Tropicales, los Bukis, y la chingada! En fin. Nos divertimos un chingo. Justo viene entonces esta segunda fiesta de “Eres” y en la invitación decía: “Formal, Divertido”. Entonces inmediatamente [le gana la risa] le hablamos a Tostado, una alquiladora de ropa para películas, y alquilamos cinco trajes aztecas que te cagas; con capa, taparrabos, sandalias. Claro: traíamos celulares y unas pinches antenas, ¡rarísimo!

Nos tocó sentarnos en la mesa del Tesorito, Laura León. Nosotros mirábamos al escenario, y los penachos, güey, los cinco penachos, las capas; y la Tesorito enfrente, así como tú, ni nos volteaba a ver. Pues ese día Luis de Llano se acercó y nos dijo: “Yo arreglo de del veto; vengan a verme a mi oficina”. Y le dijimos: “Sí, cómo no”. Y luego, ya entre nosotros, dijimos: “Chinguen a su madre, a la verga Televisa para siempre.” Los mandamos a la verga.

Años después me topé con Luis en una entrega de premios y salimos del evento – Las Lunas – y me dice Luis: “Qué, ¿ni siquiera me vas a dar un abrazo?”. Jajajajaja. “Sí, cómo no, cabrón”. Y le di un pinche abrazo. Jajajajaja.

Esta fue una historia. En realidad, yo no la sufrí. Armando es más dramático en eso. A mí sinceramente me la pela eso.

Regresando al disco…

Lo gocé muchísimo. Después de esa crisis, nos quedamos así como “Qué pedo, cabrón”. Dijimos “vamos a regresar”, y nos pusimos a leer. Compramos libros sobre Quetzalcóatl, sobre la mexicanidad, El Laberinto de la Soledad lo releímos todos. Hicimos un taller de lectura, porque además Botellita es eso: un taller continuo de canciones, de creación, en general. Tal vez suene muy pretencioso y mamón pero sí: cuando nos juntamos empezamos a inventar mamadas, nos encantan esas lluvias de ideas. Pues nos pusimos a leer, y descubrimos regresar a los orígenes del guacarock. A los orígenes en el sentido temático y, sí, lo logramos, yo creo. Fuimos a “La Valona de la Conquista” porque deseábamos brincar. A propósito de Sergio Arau y su mediocridad musical – con todo respeto sea dicho; conste que digo que lo quiero, pero no puedo dejar de pensar que es un mediocre en la guitarra, un mal músico. Él siempre justificaba a Botellita de Jerez diciendo “Es que somos re malos músicos”. No, ni madres: que lo asuma él. Puedo ser malo, pero me quiero superar. Yo no me quiero quedar así.

Hubo gente muy chida, de verdad. Nos ayudó.

A eso nos referimos con “Forjando Patria”: en cuanto a la lírica, al concepto, vino al rescate de aquello por lo que Botellita siempre se había distinguido.

Regresamos con ese disco al guacarock, aunque nosotros le llamamos de manera distinta: la canasta básica de la música popular mexicana. No tenía por qué tocarse mal, ni equivocarse en cada rola. [Regresa a hablar de Sergio Arau] A veces nos parábamos y yo me echaba la culpa: “perdón, perdón, perdón…”, y es que ese cabrón se había cagado. Infinita cantidad de veces. Hay un programa en televisión, en Chihuahua, y un compa me dice: “Oye, no mames: si quiero regañar a mi chalán le digo ‘mira, ven a ver este video’; y le pone este video de Botellita en el que se caga Sergio y digo ‘Chin, perdón, se puso nervioso’. No lo quiero ofender a ese güey pero de que hay motivos, ¡puta! A mí lo último que él me dijo, en diciembre de 2012, fue: “Mastuerzo, te quiero mucho, pero ya no te soporto”. Y se fue a la verga.

Forjando Patria lo pensamos mucho, queriendo regresar allá, porque el tema de la telenovela, las cumbias le cagaron la madre a muchos. En cierto sentido a nosotros nos cagó el ámbito. ¡No mames: si el rock está podrido, la cumbia está de la verga! Recuerdo que a Tiberio y sus gatos negros en una reunión a la que llegó alguien y les dijo: “¿Sigue la banda tal? Apágale el equipo.” ¡Qué cabrones! Con los huevos en la mano dicen: “apágales el equipo”. No mames. Nosotros ahí dijimos “no, ahí no es”, y nos salimos de ahí.

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 Se va Sergio y ustedes reclutan al Sr. González, a Ojeda – hijo de quizá uno de los más grandes folkloristas de México. Mucha gente no lo notó en su momento, pero como que fueron las personas indicadas.

Santiago Ojeda es ahorita uno de los guitarritas más vergas ¡del mundo, cabrón! Es un chingón, es un musicazo que para mí es una columna en este momento.

Forjando Patria nos revivió a todos.

Un día me topé con Saúl Hernández, y le dije “vamos a tocar en Rockstock” – un lugar ahí en el D.F. – “tal día”. Y que llega el güey con el representante continental de BMG. Llegó al camerino y nos preguntó: “Oigan, ¿ustedes no tienen disquera?”. Nosotros estábamos con el culo así, entre las patas, y le dijimos que no, no teníamos disquera. Entonces nos dijo que fuéramos a ver a Humberto Calderón, que es el director, cantante y guitarrista de Neón, y que era el director de Culebra. Existía Briseño, La Lupita.

Yo le agradezco mucho a Saúl porque nos lo llevó, nos lo puso ahí. Al Saúl lo queremos, yo lo quiero mucho, y al Sabo y a los otros.

La primera tocada que hicieron los Caifanes yo la programé en Rockotitlán, que yo recuerde. Estaban Juan Carlos Novelo en la batería y Saúl en el bajo.

Eso fue una salvación para Botellita: nos ofrecieron hacer el disco, así [truena los dedos]. Estábamos buscando productor, y fuimos con el bajista de Led Zeppelin, John Paul Jones, porque curiosamente vino a México en el 93 – yo estaba en Europa – y fue directo a buscar al Negro Ojeda – papá de Santiago – porque en ese entonces John Paul Jones estaba haciendo música folklórica de no sé qué pedo. Santiago nos cuenta que se pusieron a tocar “Black Dog” con un tololoche de mariachi, un guitarrón, y con piano. Imagínate a los dos tocando rocanrol.

Entonces le hablamos y nos dijo que sí, pero que estaba libre hasta junio o julio, pero nosotros teníamos que grabar en mayo. Ni pedo. Lo tuvimos que producir nosotros, para variar, porque siempre hemos dicho “deberíamos conseguirnos un productor, que la chingada.”

Mucho de la personalidad de los integrantes se reflejó en el “Un Plug”, que debe ser uno de los discos en vivo en español más divertidos de la historia.

La gente lo agarró muy chido. Así nos ha sucedido: como que grabamos algo, y como a los tres o cuatro años regresa y pega de nuevo. “Oye, ustedes grabaron como si hubiera sido ayer”, nos dicen. Es una cosa bien rara.

Les va a encantar el nuevo disco. Se va a llamar “No Pinches Mames”, “#NoPinchesMames”. Primero nos planteamos que se llamara “Sin Maíz No Hay País”, porque era la primera rola del disco, pero eso era limitarnos al tema de los transgénicos.

Este disco es como un regreso al Forjando Patria. Tiene mucho que ver con la enjundia con la que regresamos en Forjando Patria. Fuimos grabando de a poquito, hay  rolas muy interesantes.

Hace unos días grabamos la última rola que se llama “Chichis para la banda” que es todo un discurso sobre la leche de fórmula.

Cuando ustedes surgieron, transcurrió un año hasta que llegara el primer disco de Botellita. Lo escuchamos en una reunión y algunos opinaron “qué es esa madre”, y uno de sus principales defensores fue Jorge Cervera que decía “dense cuenta de las letras, de la música, de las bromas”. Ya para el tercer disco estaba claro hacia dónde iban. ¿Estás consciente de la influencia antropológica que tienen?

Híjole, pues me van a hacer llorar, cabrones. Qué bueno que lo dicen. No sé qué decirte.

Lo que sí sabemos es que nos arriesgamos mucho siempre.

Ahorita mismo estoy planteándome hacer un trío, yo en la batería y la voz,  un bajo – voz, y un saxofón, y ya tengo un disco completo que quiero grabar, paqueteando. Eso quién sabe cómo lo va a recibir la gente, pero me vale madres. Me entusiasma hacer algo que no existe.

En el Manifiesto A Mí Mismo, un Manifiesto muy idiota, – parafraseando a este maestro poeta, Walter Whitman, gringo cabrón, hice una cosa llamada “Manifiesto A Mí Mismo” – en uno de los lugares digo que mi canción quiere ser teatro, porque en el teatro cabe todo. Pero también digo que busco la canción que no existe. Yo creo que lo que hacemos los compositores es buscar esa canción que no existe, la dramaturgia que no existe, el cuadro, la pintura, etc., que no existe. Si no, pues de qué se trata.

Creo que, como resultado de un principio de tres, y ahora de cuatro – conste que no cuento al Benjamín porque el cabrón nunca compuso ni vergas.

¿Se peleó con ustedes?

No, no se bronqueó. Benjamín es un tipo que nunca entendió a la banda. Nunca entendió de qué se trataba. Respetuosamente lo digo. Al compa lo invitamos, híjole, siempre pensó que se trataba de una banda fashion, quería ser de una banda fashion. Él es hijo del maestro “Sonny” Alarcón, un gran gran cronista. Pues llegó el momento en que tuvimos que decirle “Carnal, hasta aquí”. Es más, nosotros no lo hicimos. Para fines históricos, concretos, estábamos en una reunión los cinco con Eduardo Gamboa, medio hermano de Sergio Arau por cierto, – fue el asesor musical de Botellita durante varios años, músico del Trinity College, un chingón, ya sabes, siempre nos asesoró en las voces – y un día él dijo: “Maestro, o te vas tú o me voy yo”. Entonces todos nos volteamos a ver a Benjamín y le dijimos “Te vas tú, cabrón”.

No vimos su nombre en los créditos en “El Último Guacarrock” y sí nos llamó la atención.

Fue un oso. Sí se bronqueó un poco con nosotros pues, porque lo corrimos. Entonces sí fue gacho, y nos conservó cierto rencor. El día de “El Último Guacarrock” estaba sentado ahí enfrente, yo sentado en la batería y él enfrente de mí. Mi papá estaba a un lado de él. Entonces yo lo veía y fue ahí que me cayó el veinte: no lo invitamos, cabrón. Qué mal pedo. Después me arrepentí: “por qué no lo invitamos”. Fue el único al que no invitamos. Estuvo en el toquín, y ya.

Cuando se reunieron nuevamente con Sergio, en el concierto en el Zócalo, ¿cómo te sentiste esa noche?

Creo que estábamos haciendo la película. Supuestamente alguien nos iba a interrumpir, las cámaras ya estaban listas para grabarlo y que lo utilizáramos luego en un concierto en vivo en tiempo real, y en ese momento sale Tony Méndez de Kerygma para decirnos que ya no tocáramos. Tony Méndez, lambisconeando con el gobierno, nos dijo “Es que a las 12 ya no va a haber metro”. Eran como las 11:30. Entonces luego luego el plebiscito: “a ver, ¿queremos metro?” y pues, a la verga. Después iba a tocar Bátiz un palomazo: se encabronó. Entonces le dijimos a Tony: “¿Cómo vas a parar el concierto porque no va a haber metro? Que la gente se vaya caminando, o que se quede a dormir ahí.”

Fue muy feo.

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¿Qué recuerdos tienes de Rockotitlán?

Rockotitlán fue un esfuerzo bien cabrón. Los primeros dos años, que fue cuando estuvimos nosotros, yo hacía la programación. Fuimos “socios industriales” Sergio, Armando y yo, porque Fernando Arau puso parte del capital, junto con otro cuate, y nosotros éramos “socios industriales” en la medida en que íbamos chambeando.

Todos los que había en ese entonces allá estuvieron. Se decía que había más de 300 bandas en la periferia, conocidas y desconocidas. Nuestra intención era crear un aparador para el rock mexicano. Sociológicamente hablando, la clase media no tenía acceso al rock. El rock se había refugiado en los hoyos funkies, en los que la gente bailaba y se vendían latitas con un poquito de chemo. Era violento el pedo.

Necesitábamos un lugar para la clase media. Entonces, a partir de la idea de la Rockola que fue donde comenzamos, creamos Rockotitlán. Un día llegamos a ese lugar y dijimos: “aquí se paró el águila y cuántas tunas se comió”, y entonces nació Rockotitlán. Lo inventamos.

¿Qué nos van a presentar en el concierto y qué pueden esperar los rockeros yucatecos? ¿Van a tocar algo del material nuevo?

Cantaremos al menos unas cuatro rolas nuevas. Tenemos una que se llama “El Fua”, que es un método de superación personal para gente atrapada en esta máquina de mierda; otra que se llama “No Pinches Mames” que es el título del nuevo disco; está otra que se llama “La Verdad”; está una que se llama “Domingo Mi Vida”; “Chichis para la Banda” que va a ser un manifiesto freudiano y, claro, rolas viejas desde lo más clásico como “El Charro Canrrol”, “Alármala de Tos”, “¿Te gusta a ti ese son?”, “La Maldición de la Malinche”, “Saca”, “Oh Dennis”; del Forjando Patria, “El Santos contra La Tetona Mendoza”.

No sé si la tengan contemplada, pero aquí una de las canciones más famosas de Botellita fue “Vete Al Averno”. Se hicieron varios covers por bandas yucatecas, así que ténganla en cuenta porque la gente la va a pedir.

Bueno, la vamos a tratar de compensar con otras rolas, estem, “diabólicas” también. Jajajajaja.

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Cuando compones para ti, ¿buscas retirar los tintes urbanos, eres más serio que con Botellita?

Con Botellita es bien desmadroso el pedo. Es un principio de humor, de “vamos a reírnos”. También hay cosas serias, por supuesto. En la rola de “La Verdad” pusimos un choro, como dice Armando, sobre lo que creemos, sobre la verdad como la entendemos. Hicimos una especie de desarrollo sobre “El Principito”. Yo pensaba que El Principito era siempre chiquito, y me preguntaba si habría un momento en el que se volviera grandote, y si era grandote pues se llamaría El Principitote. Es una rola de Botellita. La rola dice exactamente lo mismo que el libro de Saint-Exupéry que dice algo así como “si amas la flor hay que cuidarla, se ve mejor cuando se mira con el corazón, esta es la rola del principitote, ese chiquito que se hace grandote”,  y así. Solitas se dan las rolas.

Este disco tiene un rollo muy literario. Está la cita de Augusto Monterroso, en una rola que se llama “El Dinosaurio”: “y cuando desperté el dinosaurio aún estaba ahí”. Y, por supuesto, nos referimos al PRI, y concretamente a King Kong, que no es otra cosa más que un muñeco muy guapo de cartón y copetón. Jajajajaja.

Como que los temas de Botellita son muy así. Mis temas son otros. Muchas rolas me las ha rechazado Botellita, por serias o por tocar otras temáticas. Por ejemplo, en enero de 1994 yo hice una que se llama “El Corrido del Pasamontañas”, que dirigí a los zapatistas. La propuse a Botellita y me dijeron: “No, es que no sabemos qué pedo con el Sub, no sabemos si es buena onda”, y yo decía “Bueno, es que yo creo en esta chingadera y así se llama la rola, y si no la quieren tocar a mí me vale verga y yo la toco.” Y la toco yo, la grabé en el disco “Prohibido”.

Hace poco hice una rola que se llama “Dónde Están Las Pinches Llaves”, es un planteamiento epistemológico sobre ese momento tan cabrón en el que andas con el “dónde están las pinches llaves”. Todo el tema te habla desde el salir y entrar, que pagas para salir, pagas para entrar, pagas para quedarte, pagas para hacer. Esa canción me la rechazaron los Botellos: “No, esa no, esa no”.

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¿Y también han rechazado temas de Armando, de Santiago…?

Seguro: de todos. Una de las cosas que yo siempre he planteado, y a lo mejor los Botellos no están muy de acuerdo conmigo pero yo así lo percibo desde el trío, es el consenso absoluto. Si hacemos una rola y hay una parte que a alguno no le gusta, pues ahí mismo platicaremos cómo le haremos pero que sea aceptado, o hacemos otra cosa. Tenemos que estar felices todos. Así era la mecánica de Botellita: si a Sergio no le gustaba algo pues “cambio, cambio”.  Como Dalí y el maestro Buñuel en “El Perro Andaluz”, decían: “un ojo cortado, a huevo”, “y qué tal si pasa un perro haciendo caca, a huevo”, “pero qué tal si se cae un piano, ah pues, a huevo”. El entusiasmo que tiene que ver con la libre asociación de ideas.

Considerando esa época en que tuvieron que sobrevivir tocando cumbias, vivimos en un país en el que las estrellas del rock no son celebridades. Se les reconoce más por la obra, por la forma de ser, por la personalidad, por sus ideas. En este momento, ¿cómo te sientes en relación a esto?

 Me siento muy feliz, porque sigo siendo tan pobre como cuando comencé. Quizá hasta más pobre: ahorita voy a dejar un departamento por el que pago una mamada, dos mil pesos, pero ya no me alcanza. Yo vivo en una azotea, entonces aquí vivo y enfrente estaba este tipo estudio que yo utilizaba, pero como ya no me alcanza pues voy a tener que dejarlo.

No tengo dinero, nunca tengo dinero. Cuando tengo algo de dinero pues me sirve ahí para un rato, y eso me hace muy feliz, caón. No tener que acumular nada de nada, absolutamente nada de nada.

En las artes hay niveles. En cuanto al rock universal, no es lo mismo un Jimmy Page que un Tommy Lee, baterista de Mötley Crüe. En el caso de ustedes, ¿realmente han evaluado el lugar que van a ocupar dentro de la historia del rock nacional, el legado, convertirse en una referencia obligada, dicho por los que de verdad saben de rock?

Muchas gracias, maestro. Pues no sé qué decirte al respecto, hijo. No te sé decir nada.

¿Cuál es el legado de ustedes, Paco, cuál dirías tú que va a ser el legado de Botellita de Jerez: el desmadre, las letras, la diversión?

[Sonríe nerviosamente y titubea, algo que no había sucedido hasta este momento de la entrevista]

No sé, quizá la enjundia, no sé. Tiene que ver con nuestra visión ideológica-política. Botellita no es un bloque unitario de nada. Somos absolutamente diferentes: el gusto de Armando, el mío, el de Santiago y el de González, no tienen nada que ver, absolutamente.

Creemos que cada quien aporta cosas, es decir, Santiago y González se sienten más músicos que letristas, Armando y yo nos sentimos más letristas que músicos. Nos complementamos.

Creo yo que el atrevimiento tiene mucho que ver.  El atreverse a hacer cosas y a hacerlas. Creer de repente que la vida es un “performance”. Entender que estamos a contracorriente todo el tiempo, que estamos en un ámbito absolutamente estéril en muchos sentidos, que cada vez más gana la derecha, cada vez más gana la rigidez, la estupidez, la idiotez.

El otro día fuimos a una entrevista al “unomásuno” Armando, Santiago y yo. Estábamos sentados en la recepción; la secre, Armando, ellos estaban sentados ahí, y yo me senté en una escalerita que subía. De repente baja una ñora, una ñora que trabajaba para el “unomásuno” y me dice: “Oiga, usted no puede estar sentado ahí.” Yo volteo y aún con cierta incredulidad le digo: “Sí puedo, ¿por qué no?” “No, es que no se puede.” “¿Pero por qué no? Dígale usted al director que estoy loco. Dígale que estoy mariguano, que estoy mal.” “No, no se puede”, con una cara la ñora como de culpa porque no tenía argumentos ella, pero que así era la ley. Me fue cambiando la cara y que me levanto y le digo: “¿Sabe qué? Yo no puedo estar aquí, ya me voy.” Y me fui. Bueno, Armando y Santiago salieron detrás de mí, y al rato en el tuit nos decían “Disculpen, Botellita.” “No, ustedes no tienen por qué pedir disculpas. El que tiene que pedir disculpas es el director del ‘unomásuno’”.

A mi edad no puedo aceptar a alguien que me diga que no me puedo sentar ahí si me quiero sentar ahí, cáguese quien se cague. No mames. Qué terrible, en el “unomásuno”. Imagínate dónde estamos parados. ¿Qué es lo que sigue, hijo? ¡Puta! La cerrazón cada vez más, porque nos siguen ganando, hijo. Ya tenemos un pinche futbolista que va a ser presidente municipal, en Cuernavaca. ¿Adónde vamos? Pues a la ignominia, cabrón.

Yo creo que sí es una labor de resistencia ideológica-política. Vas tirando chingadazos porque no es un problema de ver a qué hora me defiendo. Hemos vivido todo eso, a propósito de dónde te ubicas. Me ubico en el peor lugar. Con los Jij@s del Maíz hicimos una gira por España en el 2011. Llegamos por Madrid, después de juntar baro para los boletos, financiándonos una gira para buscar baro para vivir. Pues a los otros tres compas los detuvieron en Madrid, 24 horas, y los regresaron a México. Somos perfectamente incorrectos en todo. Políticamente, en todos los sentidos. Seguimos peleando a contracorriente.

No somos rockstars, ni madres. Los rockstars que se vayan a la verga, maestro. Así, directamente. Al que se jacte como tal, yo se lo digo personalmente.

Creo yo que cada vez más debemos aterrizar lo que estamos haciendo, romper con la mamada del rockstarismo, a la verga eso, a la chingada. No, no es posible. Que los artistas sean artistas. Nada más. No mamones.

Paco, ha sido un placer y un gustazo.

Gracias a ustedes.

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