Editorial
Después de la andanada de gastos festivos de la Navidad y el Año Nuevo, las carteras de nuestros lectores han de estar vacías, lo más probable, o quizá reducidas al extremo de que los recursos disponibles se orientan a la alimentación cotidiana forzosamente, no a otras cosas.
Nada de gastos superfluos o innecesarios. Hay que sobrevivir este mes con los menguados recursos con que se cuenta, enero ninguna culpa tiene de nuestros dispendios festivos recientes por la adquisición de alimentos exóticos, la ingesta de vinos y licores selectos, o la compra de galas personales para presumir ante los familiares y amigos y fascinarlos con nuestras vestimentas, lujos y demás.
Qué bueno que la reflexión retorne a nuestros hogares, porque nuestros problemas usuales aún están ahí, con una fidelidad que no quisiéramos existiese para nadie. Problemas no. Tranquilidad sí.
Retornan los olvidados momentos de reflexión, prueba de que como seres humanos reasumimos nuestra carga de responsabilidad en la fase que ahora nos corresponde enfrentar y resolver. Aquí y ahora.
Los más juiciosos y equilibrados no atravesarán por esa mea culpa porque su madurez evitó o moderó sus posibles desatinos. Nuestra honesta y sincera felicitación para ellos, así como nuestra justificada envidia y aplauso.
La envidia es por su madurez, su ecuanimidad, su tranquilidad actual que les genera la satisfacción de haber decidido lo correcto en tiempo y forma.
Para ellos vaya un aplauso, porque en este Yucatán actual en que vivimos ellos representan la clase de personas y mentalidad que nos ha sostenido como sociedad desde hace muchos siglos.
Aprendamos esta reciente lección y caminemos con menos presiones.
Usemos su razón y ejemplo para este nuevo recorrido vital del año 2022 que ahora nos abre los brazos hacia un nuevo período de vida y convivencia.