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Encandiladas (V)

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La noche de la cita, Karina quedó de llegar directamente al restaurante. Sonia y Renata acordaron verse una hora antes ahí mismo para ponerse de acuerdo sobre la estrategia que tenían que implementar para la reunión. Tú lo que tienes que hacer es hablar bien de mí, claro que cosas ciertas: resalta mis atributos, le pidió Sonia. ¿Pero, cuáles?, respondió Renata riendo.

Ella me gusta mucho, pero lo que más me gusta son sus senos y sus nalgas, le había confesado Sonia. Renata no vio sólo eso cuando Karina llegó a su mesa, le encantaron su pelo orlado, su piel morena, su boca y la vivacidad de sus ojos verdes, hasta esos rasgos masculinos y su figura poco delicada, le fascinaron. Ambas se pusieron de pie para recibir a la recién llegada. Sonia las presentó y cuando rozaron sus mejillas, Renata sintió la suavidad de su piel y aspiró su aroma, que le provocaron el deseo hacia esa desconocida de la que estaba enamorada su amiga.

Sonia habló y habló, mientras sus acompañantes se miraban con curiosidad. El tema de los vinos no fue motivo de la charla, sino las anécdotas y los deseos de Sonia. «Somos amigas desde hace mucho tiempo, ¿verdad, Renata?,» empezó a contar, para dar pie a que dijera algo positivo de ella, pero su amiga sólo confirmó que se habían conocido en la Universidad. Pensando que les iba a dar tiempo para que Renata se explayara sobre sus numerosas cualidades, se levantó de la mesa para ir al baño.

–Así que tú eres la famosa Karina. Sonia me ha hablado mucho de ti.

–¡Ah, sí! ¿Y qué te dijo? ¿Cosas buenas o malas?

–Claro que todas buenas. Dice que eres una chica maravillosa.

–Exagera un poco.

–En lo que no exageró fue en tu belleza, creo que se quedó corta.

–Gracias.

–La verdad, creo que traes un poco de cabeza a mi amiga.

–No sé por qué. Yo no le he dado motivos, pero bueno, creo que conoces a Sonia más que yo.

–Sí, la conozco perfectamente. Pero dime ¿crees que tenga esperanzas?

–¿Ella te pidió que me preguntaras?

–No exactamente. Lo único que quiere es que le hagas un poco de caso.

–Sí, pero las cosas no son así. Yo no estoy en condiciones todavía de iniciar una relación. Además, Sonia me cae bien y he llegado a estimarla, pero nada más, ¿me entiendes?

–Claro, pobre entonces de ella. Tendrá que aceptarlo.

Al decir esto, Renata se sintió aliviada y contenta: Karina no se interesaba en Sonia, y sin querer deseó que esa noche solo fuera para ellas dos, que su amiga no regresara a la mesa, y pudieran continuar la velada conociéndose. Volteó hacia el baño y vio que Sonia hablaba por teléfono. Llamó al mesero y le pidió otra copa a Karina y una más a ella. Entonces comenzaron a charlar de sus trabajos, de sus metas, y atenta escuchó los planes de Karina para poner su tienda de vinos y ella, a su vez, le contó que tenía un trabajo en el gobierno, aunque no era lo máximo para ella ser burócrata, tal vez después también intentaría poner un negocio. En ese momento llegó Sonia y comenzó a platicar de los problemas de una amiga que siempre le hablaba para pedirle consejos. Renata y Karina se callaron y esporádicamente participaban de la plática. Al salir del restaurante cada una se fue para su casa, sólo Renata iba acompañada de un calor que se cobijaba en su corazón.

Esa misma noche Sonia le llamó para pedirle sus impresiones sobre su casera:

–Dime, ¿qué platicaron cuando me fui al baño?

–Nada. La verdad hablamos poco. Me estuvo contando de su trabajo.

–Pero qué te dije, Renatucha. Debiste aprovechar para hablar bien de mí.

–Algo le comenté, pero la verdad creo que deberías considerar la posibilidad de que esa chava sea más que una amiga para ti. Creo que ella todavía está muy clavada en su antigua relación.

–¿Por qué lo dices? ¿Acaso te contó algo que no sé?

–No exactamente. Es sólo mi percepción.

–Pero si ella no te dijo nada, entonces no creo que todavía ande derrapando por su ex. A lo mejor sí tengo posibilidades todavía, ¿cómo ves?

–Pues no sé. Yo que tú no me haría muchas esperanzas.

–No seas ave de mal agüero. Dime, ¿qué te pareció? ¿A poco no está bonita?

–Eso sí, está muy chula. Además, creo que se le ve muy atractivo el look que trae, aunque un poco masculino.

–Fíjate que eso me encanta de ella. No es muy obvia pero tampoco muy rosa, ¿no crees?

–Sí.

–Pero bueno, ¿cómo ves? ¿Le sigo intentando a ver qué sucede?

–La verdad, no sé. Si quieres, inténtalo, pero creo que te van a romper el corazón.

Lo que no pudo decirle Renata es que Sonia no tenía esperanzas con Karina, ni tampoco quiso contarle cómo la había impresionado la vendedora de vinos. Es una lástima –pensaba– que Sonia haya puesto sus ojos en ella.

Patricia Gorostieta

Continuará la próxima semana…

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