Visitas: 0
Editorial
Mientras Huacho intenta congraciarse con los yucatecos antes los impopulares aumentos en servicios para hacerse de recursos, toca el turno en nuestro análisis a Cecilia Patrón Laviada, la flamante alcaldesa de nuestra muy noble y muy leal ciudad de Mérida.
Desde hace más de seis años, nuestra urbe ha sufrido toda clase de cambios bajo la excusa de modernizarla. Los cambios abarcan desde una explosión en la construcción de centros comerciales, pasando por edificios departamentales de precios exorbitantes, sin olvidad una serie de cambios en la vialidad que incluyeron semáforos peatonales que se desperdigaron cual virus, ciclovías en calles primarias, una reinvención del Paseo de Montejo, y recientemente las adiciones del Va-y-Ven y del IE-TRAM como medios de transporte público, con nuevas afectaciones a vialidades y usuarios.
Nuestra otrora tranquila, callada, pueblerina y limpia ciudad de Mérida se ha convertido en un caos de tráfico, contaminación, semáforos, vehículos automotores, corredores gastronómicos, negocios de todo tipo y, faltaba más, calles en mal estado o con capacidad insuficiente para tanto transeúntes como vehículos.
Muchos no le perdonamos a las administraciones anteriores su progresiva y voraz destrucción de árboles, su desmedido aumento en el establecimiento de asfalto, y su apetito comercial para otorgar permisos de construcción para todo y por todos lados, sin medir consecuencias.
En aras de esa “modernidad”, a nuestro juicio, nuestra ciudad va perdiendo su sabor provincial, su razón de ser.
Si bien Mérida aún puede considerarse segura, Cecilia Patrón ha heredado un monumental desmóder (Dehesa dixit) con los cambios en el transporte público y, de lo que más nos quejamos en estos días, por la inacabable existencia de baches por todos los rumbos.
Similar a lo que sucede a nivel federal y estatal, el presupuesto no alcanza para, por principio de cuentas, liquidar a los trabajadores de la administración anterior. Mucho menos para lo que debiera ser un proyecto continuo, dada la edad de la mayoría de las calles de la ciudad: repavimentar calles enteras con materiales de buena calidad, en vez de bachear.
Todos hemos sufrido desde hace un buen rato los baches, el tráfico, las aglomeraciones, el ruido. Penosamente, no se ve una solución integral que provenga de la alcaldesa; más bien, se le ve sumergida en la inercia de la administración anterior.
Si en realidad Cecilia Patrón desea descollar y apuntarse para responsabilidades mayores, debe demostrar con acciones de qué es capaz, mostrando cuán eficiente puede resultar al atender las necesidades de sus gobernados, de la ciudad.
Para ello necesita reinventar la administración del ayuntamiento, rodeándose de gente capaz, acercándose de nuevo a la gente para conocer sus carencias, demostrando espíritu de servicio, algo que su predecesor desdeñó rotundamente y que a la larga afectó sus pretensiones políticas.
Mérida se merece un alcalde, en este caso una alcaldesa, como los de antaño: más preocupados por mejorar la vida de sus habitantes que por “administrar recursos”.