Primeras Letras
EN LA PÁGINA VEINTE*
GABRIEL GONZÁLEZ GONZÁLEZ
Llevaba más de quinientas horas revisando el armario de la casa de su madre.
Le dieron tres veces las ocho de la mañana; se había llevado al estómago, si acaso, cuatro galletas rancias olvidadas en el buró junto a la cama.
De la parte superior había bajado unas siete cajas que servían de archivero. Fue revisando una por una, documento por documento. Algunas hojas estaban carcomidas por la polilla que abundaba en ese espacio; papeles amarillentos, carpetas enmohecidas, todo fue rodeando su espacio. Se sentó en el piso mientras revisaba la documentación.
En la caja más conservada, que de hecho tenía puesta una etiqueta con la leyenda “Para ti”, encontró un libro con el lomo azul, el cual se dispuso a sacar de inmediato. Mientras lo hojeaba, las manos le temblaban de tristeza y los ojos se le humedecieron con rapidez, porque sabía que estaba ahí lo que buscaba.
En la página veinte se detuvo en seco: una fotografía le hizo recordar aquella tarde, treinta años atrás, jugando con su padre en el sillón de la casa, sonriente, mientras él, sentado en sus piernas, con la mano derecha soñaba que piloteaba un avioncito de plástico que esquivaba la hamaca colgada en la habitación.
Tenía pocas fotografías con el viejo, pero todas las que encontró en esas cajas le provocaron una sensación entre alegría, tristeza y, sobre todo, gratitud.
Las páginas de aquel libro conservaban aún el aroma de su padre. Tal vez a propósito había rociado aquella tarde un poco de loción amaderada en la fotografía, como dedicatoria para su hijo, aroma que se elevó a su olfato mientras recordaba las risas de su difunto padre.
(*) Escrito ganador en el Certamen Semanal de Cuento del Taller Literarios “Voz de Tinta” del grupo de escritores de “Alquimia Literaria”
Breve y contundente, me transportó a ese lugar íntimo y personal de los recuerdos, felicidades Gabriel