Perspectiva – Desde Canadá
XIII
Si alguien me hubiera dicho hace un año, al festejar mi cumpleaños con mis seres queridos, que el siguiente lo pasaría en otro país, lejos de ellos, en medio de una pandemia, y sin visos claros de cuándo regresar con ellos, le hubiera dicho que su imaginación estaba muy despierta, y que mejor me deseara algo bueno.
Los caminos de Dios son misteriosos, sin duda…
No deja de ser una aventura lo que vivo en estos días, con un medio ambiente tan diferente a mi xtokoy solar, nuevas situaciones que han conformado una nueva zona de confort –con muchas limitantes, pero es la nueva realidad en que vivo–, y nuevos conocimientos y maneras de poner en acción lo que he aprendido con los años.
Generalmente nuestros cumpleaños (los de mis hijos y el mío) los festejamos saliendo a cenar a un restaurante en el que haya comida que sea del agrado de todos, sin tener que preparar nada. Este año, nadie en mi trabajo registró que era mi cumpleaños, y tampoco hubiera sido posible salir a lugar alguno, dadas las restricciones sobre la socialización bajo las cuales vivimos en estos días.
¿Cómo festejamos ahora mi cumpleaños, en tiempos del Covid-19, y cómo lo pasé? A través de varias videoconferencias pude saludar a mi familia, la nuclear y la extendida; lo anterior, junto con el teléfono y los mensajes electrónicos, me hicieron sentir muy apapachado.
Así que, después de mi jornada de trabajo, llegué a casa a prepararme la cena (fusilli con salsa de tomate), y esperar que iniciara la primera de las videoconferencias a través de Zoom que estaban agendadas esa tarde. A una siguió otra, luego videollamadas, felicitaciones en medios sociales, y finalmente pude prepararme a dormir poco después de las once de la noche, sin dejar de agradecer el Amor que recibí de todos los que tuvieron un pensamiento amable dirigido a mí.
Tanto ha cambiado en tan poco tiempo, cumpliéndose así, inexorablemente, aquello que mi admirado Neil Peart logró inmortalizar en una pequeña frase que acompaña mi vida desde que la escuché: los cambios no son permanentes, pero el Cambio sí.
Escribo estas líneas mientras en Canadá se festeja el cumpleaños de la Reina Victoria, efeméride que inició por allá de 1850, y que se celebra el penúltimo lunes del mes de mayo, antes del día 24, que es el de su nacimiento, o el 25, si el 24 es domingo. Es un día inhábil, cerrando así un fin de semana largo con el que los lugareños dan la bienvenida al verano (como lo leen: no a la primavera, sino al verano), y finalmente guardan todo lo relativo al invierno.
Si no estuviéramos viviendo la situación actual, el fin de semana hubiera habido infinidad de reuniones en las que las carnes asadas y las cervezas fluyeran abundantemente, así como eventos de variada índole con los mismos elementos presentes, al menos eso es lo que me han contado que se hacía.
Aquellos amantes de la trivia, y que además sean fanáticos –como yo– de Rush, entenderán ahora la letra de Lakeside Park que cerca del final dice: “Todos se reunían el 24 de mayo, sentados en la arena, observando los juegos pirotécnicos,” letra en la que Neil hace referencia al día de la Reina Victoria.
Como fuera, la provincia de Ontario ha comenzado con la etapa uno (de tres) de reactivación económica, permitiendo la reapertura de ciertos giros (entre ellos los relacionados con actividades acuáticas, restaurantes que tengan salidas abiertas al exterior de la calle, y otros), siempre y cuando se sigan aplicando las indicaciones de distancia mínima entre personas, así como un número máximo de asistentes a estos negocios.
Observando los resultados y, sobre todo, monitoreando que no se presente un nuevo repunte en los contagios, Ontario irá permitiendo que más giros y negocios se reintegren a la actividad económica, hasta concluir con la fase tres, que es cuando los estudiantes podrán reincorporarse a las aulas.
Desde esta perspectiva, si algo aplaudo en el manejo de la pandemia en Canadá ha sido la decisión de, a pesar de pertenecer a partidos políticos con visiones diferentes, unir esfuerzos federales y en las provincias en beneficio de sus ciudadanos.
No se han escatimado recursos de apoyo económico ni de salud, ni se pusieron restricciones a recurrir a instrumentos de deuda, porque todos comprendieron que, de no hacerlo, el panorama que los habitantes de este país enfrentarían en el corto plazo sería catastrófico. Así, pues, han demostrado grandeza de miras, poniendo sus diferencias de lado.
Agradezco tantas muestras de afecto a la distancia por motivo de mi onomástico. Les llevo en el corazón, y espero pronto poder abrazarles.
Amén.
S. Alvarado D.