Poesía
Antonio Mediz Bolio
I
Asomándome al tiempo que se ha ido
arrastrando mi vida poco a poco,
oigo un sonoro cascabel herido
por un viento lejano, triste y loco…
Oh, triste y loco cascabel prendido
a mi risa de niño en el descoco
burlesco de aquel traje, que no olvido
¡y que, adentro del tiempo, miro y toco!
Risa de mi payaso, ¿a dónde fuiste?
Ya todo está muy lejos, y muy triste…
¡Oh, la risa de aquel payaso mío!
¡Suena, divino cascabel de oro!
¡Yo ya no sé reír y ves que río,
y ya no sé llorar, y ves que lloro!
II
No se fue aquel amigo tan extraño,
todo vestido de colores… Era
muy bueno y muy alegre, y cada año
llegaba al fin, como la primavera.
¿Os acordáis de su bigote huraño,
de su copete y de su boca fiera,
de su cara, y del engaño
de aquella su encantadora faltriquera?…
Pues no se pudo ir… ¡era tan bueno!
y volvió todo alegre y todo lleno
de su risa magnífica y sonora,
y de juegos, de saltos, y de guiños…
Ricardo Bell ha vuelto… Pero ahora,
no lo podemos ver… ¡No somos niños!
La Revista de Yucatán. Mérida, tomo XII, año III, segunda sección, p. 6.