Aída López
Abrazo la vida
mis raíces se extienden a parajes distantes
crujen mis hojas lívidas… marchitas …
añoranza de pasadas primaveras.
La fantasmal noche entierra semillas
la vida huye en exhalaciones negras.
Mi alma briaga recuerda a las cítaras
danzaban los ángeles satisfechos
veíamos el cielo sobre la roca
contábamos las semanas en pétalos
ahora la tristeza errabunda en las calles
galopa encapuchada de seda.
Sueño mis hojas verdes
mis ramas como brazos extendidos
refugio de alabanzas peregrinas
del eco que emerge de la tierra.
El prado enlutado sepulta secretos…martirios
dormito entre el sopor y la vida
entono el canto.
Camino entre dunas rojas
veo el faro blanco distante
las olas coronan sollozos
el mar caudal de lágrimas sombrías.
Se fue el año sin conocer aquel pájaro que cantaba.
Inmóvil bajo la rigidez del ropaje
soy tan solo un cuerpo en el deseo
cándida… graciosa…
Quiero que el vino vuelva a mojar mis labios
arrojar besos a la luna
apasionarme con los versos de Lorca
ajena al dolor lánguido del sauce
a las fanfarrias de la muerte entrometida.
Es de noche
la luna brilla…es marzo otra vez…
Rezo por la sangre del justo
las heridas liberan los demonios del hastío
me aferro a la vida
entrego mi lucha
fui un instante
los címbalos sonoros anuncian la partida.