Teatro Yucateco
LXXII
Santos Gabriel Pisté Canché
El último Chilám Balám
Se oye un aleteo como de miles de aves que se acercan. Entran y revolotean por todo el escenario. Son murciélagos. Los NIÑOS se cubren con unas ramas e intentan golpearlos. Después de una breve batalla, las aves se espantan y entran a la cueva del CHILAM BALAM.
NIÑO 1: ¿Qué es esto abuelo? ¿Por qué están temerosas las aves de la noche?
CHILAM BALAM: Son los tiempos, hijo mío. Los malos tiempos que anuncian los seres de la noche.
NIÑO 2: Los murciélagos entraron a tu cueva. ¡No te chuparán la sangre!
CHILAM BALAM: Los murciélagos y los jaguares somos buenos amigos. Además, ellos saben que no soy un hombre común. Soy Chilám
NIÑO3: Me pregunto si no fueron espantados por los hombres barbados. Quizá caminan en la oscuridad, montados en sus bestias.
CHILAM BALAM: ¡Hagan silencio y oigamos! Agucen el oído.
El silencio es roto por un nuevo aleteo de alas grandes que poco a poco se acerca. Son búhos y tecolotes, uno a uno comienzan un canto fúnebre hasta formar un ruido ensordecedor. Nuestros personajes no logran verlos, pero… los perciben, saben que están ahí y les da miedo.
NIÑO 1: Son los Tunkuruchú, las aves de mal agüero, las que matan con su canto. NIÑO 2: Sólo se ven sus ojos. (Pausa.) Son los Xoches que nos espían, que se burlan de nosotros y anuncian nuestra muerte. (Pausa) ¡Dioses no quiero morirme! NIÑO 3: ¡Callen! No demuestren su miedo. Estas aves se ríen de nuestro dolor, y se ríen porque saben que les tememos.
CHILAM BALÁM: ¡Fuera de aquí aves agoreras! No me asustan, váyanse con los Bolomtikú, sus amos. Soy Chilám Balám y las conozco, les puedo hacer daño si lo deseo. El Corazón del Cielo me protege. Puedo transformarme y devorarlas. Soy hijo de Hunab Hu.
Extiende su mano hacia el fuego y éste se acrecienta. Los NIÑOS se sorprenden y las aves cesan su canto fatídico.
NIÑO 1: Se van abuelo.
NIÑO 2: Su canto ha anunciado la muerte.
NIÑO 3: Somos víctimas de nuestros propios dioses, ¿se burlan acaso de nosotros? ¿Para qué enviarnos una señal que infunde miedo a los pocos habitantes de esta tierra? (Caminando por el escenario.) ¡Oh, Huracán, yo te invoco! ¡Baja a estas tierras, destruye con tus rayos y relámpagos, con tu brazo y tu aliento poderoso, a los hombres que vienen a destruir a tus hijos! Ah Puch, maestro de la guerra, Dios de la guerra, ¡Dame fuerza, permite que mi brazo sea invencible!
NIÑO 2: Yo te invoco Itzamná, aunque no tenga palabras para ofrecerte.
NIÑO 1: Yo me apego a la suerte que los dioses me hayan deparado.
CHILAM BALAM: Calma muchachos, no desesperen los Príncipes, ni desesperen a sus dioses, todo tiene su justa medida. Todo tiene su época y su piedra. Nada pasa sin la voluntad de los dioses. Medido está el tiempo de la existencia de cada ser vivo. No se muere una planta, no se muere un pájaro, si no ha cumplido su cometido. Todo llega a su quietud, todo retoño crece y florece, toda flor tiene su esplendor, su marchitez y su muerte. La voluntad de los dioses está escrita. (Música de cascabeles, sonajas, flauta de carrizo y tambor pequeño) ¡Siéntense! Aviven el fuego y escuchen su historia. ¡Grábenla en su mente y en sus corazones! Que los dioses la conserven en su memoria. (Durante el relato, KUKULKÁN aparecerá sobre una enorme serpiente emplumada e iluminada, desde la cual se dirigirá a los hombres hasta bajar, lentamente, a la tierra.) Oigan la tercera relación: la nueva revelación de los dioses. (Echa incienso a la fogata.) Les he dicho que Itzamná se fué hace cientos de años y los hombres comprobaron que la tierra era plana, con muchos pueblos y reinos con otras lenguas. Al paso del tiempo, quizá mil años, nuestro pueblo se fue debilitando, ya no había grandes poblaciones. (Pausa). Fué cuando apareció en el cielo, acompañado por un enorme ruido de truenos y cascabeles, montado en una enorme serpiente que echaba fuego y humo por la cola y la boca. ¡Kukulkán, nuestro Dios Serpiente! (Aparece KUKULKÁN) Salió más allá del delta de los ríos, donde nacen los grandes cerros. Salió de la casa madre celeste. En su camino descansó en la casa de la serpiente celestial. Entonces ya le seguían muchos pueblos. Y fue su asiento en Cuzamil, ahí enseñó el culto a la Diosa Madre. (Pausa) Cuando los hubo instruido, llegó al pozo de los Itzáes. Ahí fue reconocido como Sumo Sacerdote. Hijo Verdadero de los Dioses. Entonces caminó sobre la tierra y se quedó entre nosotros. Esto hace más de 25 Katunes.
Baja la serpiente. KUKULKÁN desciende y camina por todo el escenario.
KUKULKÁN: Establezcamos un nuevo imperio para los Itzáes. Construyamos una ciudad fuerte a la orilla del cenote. Que cada sacerdote, cada Halach Uinic, cada Batab, mande cien hombres de su pueblo. Llamemos a Ah Ppisté, el Medidor de las tierras, venga con él Uac Habnal y marque las medidas con yerbas. Limpie Miscit Ahau, las tierras medidas. Chacté Abán, separe las del cultivo y Ah Ppisul, mida con medidas anchas, las calles y los terrenos para los templos. Los hombres no les teman a estos pequeños genios agrícolas, trabajan para ustedes.
CHILAM BALAM: Cuando hubo construido la ciudad con hermosos templos, nombró nuevos linajes y los distribuyó por los cuatro puntos de la tierra. Como sabían que quería marcharse, le construyeron un templo, desde donde enseñaba con grandes palabras de sabiduría.
Trece SACERDOTES rodean a KUKULKÁN, representan a los trece cielos.
KUKULKÁN: Esta es la revelación de los dioses a sus hijos predilectos. No desmayen los sacerdotes en enseñar el temor a los dioses para que los hombres hagan sacrificio.
SACERDOTES: ¡Así lo haremos, Kukulkán!
KUKULKÁN: Este es el último día que estoy con ustedes. He de irme a otras tierras. Confirmen mis palabras.
SACERDOTES 1 y 2: La vida es el don más preciado. No hay que desperdiciarla. Hay que disfrutarla en armonía con los cielos, la tierra, el sol, el aire y el agua.
SACERDOTES 3 y 4: No desmayaremos en adorar el sol, que sale vencedor todas las mañanas. Nunca será derrotado por la muerte.
SACERDOTES 5 y 6: Invocaremos a Xamán Ek, la Estrella Polar, y dejaremos que dirija nuestros pasos en los cielos y en la tierra. Como hay vida en la tierra, la hay en los cielos y el inframundo.
SACERDOTES 7 y 8: Aquellos que dañen la creación y su corazón sea soberbio, serán castigados. Así se hará con los ladrones y los malos hombres.
SACERDOTES 9 y 10: Todos los hombres son libres de andar por la tierra. Si alguno pierde su cosecha porque no dió primicias a los genios agrícolas o porque ofendió a Chaac, haga sacrificios en su cuerpo, sángrelo en sus partes. Sólo así mostrará su arrepentimiento.
SACERDOTES 11 y 12: Si a alguno le falta manta o maíz, regálesele. Así sabrán, que si van a otro reino, o si sus hijos se alejan de su casa, no morirán de hambre.
SACERDOTE 13: No es bueno que un hombre ofenda a su mujer. Si es soltera, viva con ella. Si es casada, aprehendan al culpable y entréguenlo a manos del esposo. Si éste lo perdona, que viva, si no, átenlo a un madero, suba el esposo a un estrado y con una piedra enorme rómpale la cabeza. La mujer debe ser repudiada y nadie se casará con ella.
KUKULKÁN: Que los magos y sacerdotes tengan un don. No abusen de su poder sobre los misterios y las cosas ocultas, que los Halaches Uiniques y los Señores Principales, no abusen de sus vasallos. (Pausa, Música.) Aquí les dejo un Calendario Sagrado donde se asientan todos los meses y días de fiesta, es el Tzolkín de 260 días. Aquí está el Haab o Calendario Civil de trescientos sesenta días, más cinco días aciagos. Esos cinco días deben de ayunar y limpiar su cuerpo y su casa. Romperán todos sus trastes viejos y sus vestiduras. En el sexto día, será el primer día del mes Pop y comenzará otro año.
Música de cascabeles, sonajas, flautas de carrizo y tambores pequeños. KUKULKÁN camina por el escenario. Los SACERDOTES inclinan la cabeza a su paso.
Los TRECE SACERDOTES: Has vivido mucho tiempo con nosotros señor Kukulkán. ¡Te vamos a extrañar! Cuando hayas terminado tu recorrido por la tierra, regresa a ésta tu casa. Aquí está tu templo.
KUKULKÁN: ¡Regresaré! No olviden este día. Recuerden que son trece, como los trece nombres de los días, como los trece cielos. (Golpeando una enorme roca con la palma de su mano.) Aquí dejo la huella de mi mano. Guárdenla como memoria de este día.
Música. KUKULKÁN camina por el escenario. Los SACERDOTES lo ven partir, tristes. Luz a CHILAM BALAM.
CHILAM BALÁM: Según los Libros Sagrados, esto aconteció doscientos años después de su llegada.
NIÑO 1: Abuelo, ¿qué comían para vivir tanto?
CHILAM BALÁM: Los dioses no necesitan alimentarse como nosotros. Ellos comen la sustancia divina, la esencia de la vida. Es el líquido divino su alimento, el rocío del cielo, la savia de los árboles, la sangre de los hombres. No lo mastican, lo absorben.
NIÑO 1: ¿Por eso hacemos sacrificio?
CHILAM BALAM: Así es. (Pausa.) Kukulkán caminó durante veinte o cuarenta años, entonces los Xiu ya vivían de Uxmal a Maní. Para que no hubiera guerra, fundó con las principales familias la Liga de Mayapán. Las principales familias eran: la casa del linaje de los Itzá en Chichén, los Cocom en Mayapán y los Xiu en Uxmal. Los tres grandes señores acataron las leyes de Kukulkán. Entonces, se marchó para siempre con su padre.
KUKULKÁN y los Señores de Chichén, Mayapán y Uxmal aparecen sentados en su estera que viene cargada por cuatro hombres. Se colocan en los puntos cardinales. KUKULKÁN baja de su estera y avanza al centro del escenario. Los otros tres hacen lo mismo. Baja la serpiente del cielo con todos sus efectos. Los señores se asustan. KUKULKÁN sube a su serpiente emplumada, se eleva y desaparece en el cielo. Música. Los señores salen.
CHILAM BALAM: Durante doscientos años la Liga de Mayapán vivió una era de prosperidad. Todo era armonía. No había ejército que hiciera la guerra. Todos vivían en paz como hermanos. Así vivieron doscientos años, hasta que Hunabceel Cauich se comparó con un Dios y lo ofendió. Él solo se tiró al Cenote Sagrado, como sabía nadar, no se ahogó y quiso engañarnos. Al salir se ató las manos y dijo que Chac Xib Chaac, lo había salvado, que él era su personificación en la tierra.
Salen HUNABCEEL, trece SACERDOTES y los señores COCOM y XIU.
HUNABCEEL: Soy la personificación de un Dios, me deben pleitesía.
SACERDOTES: Tú no eres nadie, eres un sacerdote como nosotros. Eres el más torpe, el menos iniciado. No quieras engañarnos.
HUNABCEEL: Señores Halach Uinic, deben de reconocerme como el más grande Halach Uinic, como el Ahau Halach Uinic de la Liga Mayapán.
SEÑOR XIU: Tú para mí no eres nadie, y por la Liga…, te puedes olvidar. No debo dirigirle la palabra a un hombre que ofende y contrapone los mandatos de los dioses. Aquí terminó la Liga para mi linaje, no nos debemos más acatamiento, que cada cual haga lo que quiera. Lo que más le convenga a su linaje.
SEÑOR COCOM: No te marches poderoso Halach Uinic del Sur. Lleguemos a un entendimiento.
SACERDOTES: Que no se rompa la Liga de Mayapán. Reconocemos que eres Gran Halach Uinic de los Xiu y Primer Gran Sacerdote de tu casta. Escucha a tus consejeros.
SEÑOR XIU: ¡No debo escucharlos! No quiero sobre mi linaje, el castigo de los dioses. Chac Xib Chaac, el Gigante Rojo Celeste, puede desatar su saco del viento… o quizá vacíe su cántaro de agua e inunde toda la tierra, entonces… ¿Quién salvará a los Itzáes?
SEÑOR COCOM: Es doloroso reconocerlo, se ha ofendido gravemente a un Dios. ¡Jamás había pasado entre nosotros! ¡Retráctate Hunabceel, vuelve en ti, ayuna y haz sacrificio!
HUNABCEEL: No necesito los consejos de ustedes. Un hombre hecho Dios no necesita sus consejos.
SEÑOR XIU: Vámonos. Abandonen esta tierra consejeros. (Cuatro SACERDOTES se separan del grupo) Jamás regresaremos a estas tierras!
SEÑOR COCOM: No puedo decir lo mismo, tengo que meditarlo. No pueden quedarse aquí consejeros míos, regresemos a nuestra tierra. (Cuatro SACERDOTES se separan.) ¡Retráctate Hunabceel, te lo aconsejo!
HUNABCEEL: No necesito tus consejos Señor Cocom, te crees muy sabio y quieres hablarme con autoridad. ¡Deberías tenerme miedo soy un Dios! ¡Soy Chac Xib Chaac! No puede nada contra mí, soy su igual, te lo voy a demostrar. ¡Vete, vete con tus consejeros!
El SEÑOR COCOM y sus consejeros se retiran.
HUNABCEEL: (A los otros SACERDOTES) ¡Ustedes no se quejen, serán elevados al rango de genios o semidioses! Es el destino de los Itzáes. Revelemos a todos los hombres los misterios y los secretos. ¡Que todos seamos iniciados!
SACERDOTE 1: ¡Eso no puede ser, no es aconsejable! Se volverían locos.
HUNABCEEL: Comprendo tu turbación, pero no importa, soy benévolo. ¡Vete y piensa en lo que te he dicho! Ustedes tres busquen a veinte hombres, los más fuertes y… ¡tráiganme a Mucuy Cocom!
SACERDOTES: La princesa heredera está comprometida.
HUNABCEEL: No importa, será para mí. Con nuestra boda se unirán nuestros linajes.
Oscuro. Música. Luz a CHILAM BALAM.
CHILAM BALÁM: Así robaron a la princesa. El señor Cocom fué a su rescate y mató muchos hombres. Hunabceel juntó a las principales familias de los Itzáes. Se entrenó durante un tiempo y mató al señor Cocom. El príncipe heredero pidió ayuda a los Xiúes, pero éstos, no quisieron guerrear. Fué que huyó para fuera de estas tierras, hacia los cerros. Mucho tiempo después, el Cocom regresó con gente hábil para la guerra, hizo matanzas y destruyó a Hunabceel, y con él, el linaje de los Itzáes. Los sobrevivientes huyeron y vivieron en los montes. Emparentaron con otras familias. Estas aceptaron para tener linaje. Cocom sojuzgó, también, a los Xiúes, poniéndoles altos tributos, entonces se enfermó de poder, no siguió los consejos de su padre, se volvió tirano, déspota. Por primera vez, hubo muchos esclavos. Al morir, heredó su estera el hijo mayor, quien fue peor. Aumentó los tributos de miel y maíz, y los pueblos se morían de hambre. Luego el padre de tu abuelo heredó el trono y fue mucho peor. Aumentó tributos y el pueblo que no podía pagarlos lo reducía a la esclavitud y sus casas eran quemadas. (Pausa.) Los Xiúes secretamente aprendieron el arte de guerrear. Se confabularon. Una mañana arrasaron con la casa de los Cocom. Tu abuelo, un chiquillo, escapó de la matanza de milagro. Así se dispersó totalmente la gente, se crearon cientos de pequeños pueblos. Los Halach Uinic eran amos de una miseria de gente. (Pausa.) Sesenta años después llegaron por primera vez los hombres barbados. Los Xiúes los trataron con adoración, con reverencia y se entregaron como mujeres a ellos,
NIÑO 3: ¿Por qué no los guerrearon desde entonces abuelo?
NIÑO 2 ¡No estaríamos ahora sufriendo esta miseria!
NIÑO 1: Quizá nuestros abuelos los hubiesen derrotado.
CHILAM BALAM: No pudimos unirnos pese a que todos los chilames anunciamos la llegada de los Dzules, los hombres barbados. Vaticinamos la llegada del nuevo Dios verdadero, del Dios único clavado en un madero. No nos unimos, teníamos raíces de odio y rencor más profundas. Cuando nos dimos cuenta que los barbados eran carniceros, ya era tarde, estábamos sufriendo la conquista.
Se oyen pasos. Nuestros personajes recogen sus armas dispuestos a pelear. Música. Entran seis personajes semidesnudos, angustiados, sucios, sudados y ensangrentados. Primero entran tres hombres con lanzas improvisadas, luego dos que vienen cargando un madero largo del que cuelga una especie de hamaca, hecha con bejucos y llanas, es el HALACH UINIC COCOM que viene malherido.
GUERRERO 1: ¡Apaga ese fuego chiquillo!
GUERRERO 2: ¡Apúrense que nos vienen persiguiendo!
GUERRERO 3: Aquí están tus hijos Cocom.
GUERREROS 4 y 5: Si tú eres el Balám, atiende a este hombre, está mal herido.
El CHILAM BALAM y los NIÑOS se acercan.
NIÑOS: (Angustiados.) ¡Padre, padre! ¿Cómo estás? ¿Qué te han hecho? ¿Qué te sucede?
HALACH UINIC COCOM: (Con enorme esfuerzo.) Mis hijos, mis pobres hijos. No sufran, no lloren. He de vivir. (Los acaricia.)
GUERRERO 1: Tenemos que cambiar estas lanzas.
GUERRERO 2: Debemos armarnos, estos palos son inofensivos.
GUERRERO 3: Hagamos unos arcos y flechas.
GUERRERO 4: Estás soñando, nos persiguen de cerca, ¿qué tiempo tendremos? GUERRERO 5: No vayamos a pelear entre nosotros, conservemos la calma. CHILAM BALAM: Dentro de la cueva tengo lanzas y flechas verdaderas. Las he recogido por los caminos.
GUERRERO 1: ¡Vamos a buscarlas!
CHILAM BALÁM: Están envueltas en una manta blanca, voy con ustedes, si no, no las encontrarán. (A los NIÑOS.) Traeré unas yerbas para él.
GUERRERO 1: Ustedes quédense con los niños a cuidar al Halach Uinic.
Entran a la cueva el CHILAM BALAM y los GUERREROS 1, 2 y 3.
GUERRERO 4: Pero tráeme una lanza y una macana.
GUERRERO 5: A mi tráeme un puñado de flechas, un arco y una lanza.
NIÑO 3: Padre mío, tienes destrozadas tus piernas y tus entrañas.
NIÑO 1: Fueron los perros, ¿verdad?
NIÑO 2: ¿Qué puedo hacer por ti padre?
GUERRERO 4: Fueron los perros.
GUERRERO 5: Cuando los matamos, ya habían herido a tu padre.
NIÑO 1: ¿Y mi madre? ¿Dónde dejaste a mi madre?
HALACH UINIC COCOM: (Esforzándose.) Tu madre no pudo huir. Todo iba saliendo como planeamos. Cuando huyeron ustedes, comenzamos a perforar el techo y fuimos saliendo uno a uno.
GUERRERO 4: Primero salimos los hombres, después las mujeres.
GUERRERO 5: Nos dividimos en grupos de diez, para matar a los que nos guardaban.
GUERRERO 4: Matamos al carcelero. Así pudimos quitar las cadenas.
GUERRERO 5: Habíamos salido como 200 hombres cuando se dieron cuenta.
GUERRERO 4: Corrimos por las direcciones que acordamos.
GUERRERO 5: Los hombres barbados salieron y comenzaron a tronar sus palos de papaya para clavarles nuestras lanzas.
GUERRERO 4: Los perros alcanzaron a tu padre y le arrebataron a tu madre de sus manos.
GUERRERO 4: A cada trueno, caían dos o tres de nosotros. No podíamos acercarnos a ellos.
HALACH UINIC COCOM: (Sobreponiéndose.) En la huida, hirieron a tu madre. (Pausa) Cayó cerca de mí, la tomé en mis brazos y corrí con ella.
GUERRERO 5: Eran cinco enormes perros.
HALACH UINIC COCOM: (Ídem.) Aunque maté a uno de ellos, (pausa) no pude evitar que los otros cuatro la despedazaran. Le abrieron las entrañas y mordieron todo su cuerpo. Era terrible oírla gritar y agonizar en medio de fuertes dolores. (Llora, incapaz de soportar los recuerdos, mezclados con el dolor de sus propias heridas.)
GUERRERO 4: Tu padre desesperado, se tiró sobre los perros para matarlos a mordiscos.
GUERRERO 5: Tarde nos acercamos y matamos a los perros.
HALACH UINIC COCOM: (Sobreponiéndose) No pude traer a tu madre… unos Xiúes se acercaban…
GUERRERO 5: Lo cargamos y huimos.
GUERRERO 4: A lo lejos vimos que la casa donde estábamos ardía en llamas, seguro que con todos los que quedaron adentro.
GUERRERO 5: Eran más de cien hombres, más las mujeres y niños, que no lograron escapar.
GUERRERO 4: Ahora sí nos han acabado.
GUERRERO 5: Nos han destruido.
Los NIÑOS lloran.
HALACH UINIC COCOM: No lloren hijos míos. Nos tocó vivir estos tiempos, debemos ser fuertes.
Salen de la cueva los GUERREROS y el CHILAM BALAM, traen arcos, flechas, macanas, lanzas, rodelas y pintura roja y negra.
GUERRERO 1: ¡Miren, aquí hay muchas armas!
GUERRERO 2: Tenemos un arsenal para combatir.
GUERRERO 3: Esperemos a que lleguen los demás.
CHILAM BALAM: (Al COCOM) Toma, masca estas yerbas, es inútil que te diga que vas a vivir. Te desangrarás por tus heridas, quizá no llegues al amanecer. Estas yerbas te quitarán el dolor.
GUERRERO 1: No te puedes morir Halach Uinic, tú sabes mandar, ¿quién nos guiará hasta Chectemal?
GUERRERO 2: Te necesitamos para que nos lleves a reunirnos con los otros huidizos.
CHILAM BALAM: Este hombre no llegará al amanecer.
GUERRERO 4: Sólo esperaremos a los que acordaron reunirse en este punto. GUERRERO 5: A nosotros nos tocó venir con el Cocom.
GUERRERO 3: Todos nos dividimos entre los señores que estaban encerrados. ¿Qué haremos sin él?
HALACH UINIC COCOM: Sé que no llegaré a Chectemal. Les dejo a mi heredero. Huyan con él, si los demás no llegan.
GUERRERO 1: ¿Vamos a depender de un niño?
GUERRERO 2: ¿Para qué hemos huido?
GUERRERO 5: Él es el heredero, tiene sangre de hombre verdadero en sus venas. Sabrá guiarnos.
GUERRERO 4: Tienes razón, él nació con el don de mando.
GUERRERO 5: Además tiene a su consejero que es el Chilám Balám. GUERREROS 1 y 2: Está bien, que así sea.
HALACH UINIC COCOM: Quiero hacer un sacrificio para que los dioses nos sean propicios, no quiero morir de mordidas de perro, quiero ofrecer mi vida a los dioses. El don más preciado es para ellos.
NIÑO 3: ¡No debes de hacerlo padre!
HALACH UINIC COCOM: ¡Calla! Antes que tu padre, soy tu Halach Uinic. Se hará lo que yo digo. Saca tu pedernal Chilám Balám, que tú y mi hijo arranquen mi corazón, beban mi sangre y cómanselo.
NIÑOS 1 y 2: ¡No padre, no hagas eso!
HALACH UINIC COCOM: No lloren, no se porten como mujeres. Han de saber que la vida la tenemos prestada. No es de nosotros, sólo venimos a soñar, a disfrutar de este primer cielo. (Pausa.) Si muero de mordidas de perro es probable que aquí me quede, si doy mi vida a los dioses, ellos me recibirán en el último cielo. Prepáralo todo viejo.
GUERRERO 5: ¡Sángranos!
CHILAM BALÁM: Pónganse la pintura roja y negra, como acostumbran. Con este espino de henequén sángrense las orejas. (Los GUERREROS y los NIÑOS obedecen.) Atraviésense la lengua con este espino de Catzín cuando arranque el corazón del Halach Uinic. Colóquenlo sobre esta piedra. (Los GUERREROS ponen al centro del escenario al COCOM. El SACERDOTE ubica a cuatro GUERREROS por puntos cardinales.) Ustedes (A los NINOS 1 y 2) agárrenle las manos. Tú (Al otro GUERRERO) le agarras los pies. Tú (Al NIÑO 3) y yo tendremos el pedernal. (Pausa) ¡Ojalá que los dioses miren con agrado este sacrificio, no hay piedra sagrada, no hay pintura sagrada y no tenemos las vestiduras adecuadas ni estamos en el lugar señalado! (Levantan el pedernal)
Surge de entre las sombras una voz
ESPAÑOL 1: ¡Alto bestias salvajes! ¿Qué vais a hacer?
ESPAÑOL 2: ¡Rendíos, que os estamos apuntando!
HALACH UINIC COCOM: ¡Apúrate Chilám! ¡Toma mi corazón y huye hijo mío!
GUERREROS: ¡Date prisa Chilám, para que tomemos nuestras armas!
ESPAÑOL 1: (Solemne. Saca un bando y lee.) ¡En nombre del Rey de España os conmino a que os rindáis para ser juzgados y ahorcados! Ya que sois culpables de traición por haberos rebelado en contra de Vuestra Majestad.
Mientras habla el ESPAÑOL, el SACERDOTE sacrifica al HALACH UINIC, lame su sangre, le entrega el corazón al NIÑO 3 y lo conmina a huir. Este sale corriendo. Los GUERREROS toman sus lanzas.
ESPAÑOL 2: (Interrumpiendo al otro.) ¡Cielos, que salvaje sois!
ESPAÑOL 1: (Con furia.) ¡Acatad la fe católica, bestias salvajes! ¡Ya no adoréis más al demonio!
Los GUERREROS se disponen a tirar sus lanzas.
ESPAÑOL 2: ¡Tomad vuestra arma que nos quieren hacer la guerra con sus lanzas!
Los ESPAÑOLES disparan su arcabuz, luego la pistola y matan a cinco GUERREROS. EL CHILAM BALAM y los NIÑOS están aterrados, no se han movido de su lugar.
ESPAÑOL 1: ¡Vosotros rendíos! (Se acerca espada en mano al CHILAM BALAM.) ¡Ata a este hijo de puta!
ESPAÑOL 2: ¡Tenemos que quemarlo! ¡Es sacerdote del demonio! (Mientras habla, le da de bofetadas al CHILAM.) ¡Soís una bestia! ¿Me entendéis?
ESPAÑOL 1: ¡Claro que te entiende! Sólo que no lograréis que os conteste…
Entra un FRAILE, que trae una cruz y una Biblia, acompañado de dos naturales, quienes traen sogas y cadenas.
FRAILE: ¡Alto ahí soldado! ¡No le hagáis sufrir!
ESPAÑOL 2: Como siempre, llegáis tarde.
ESPAÑOL 1: ¡Le hemos descubierto invocando al demonio!
ESPAÑOL 2: ¡Mirad la prueba! Arrancáronle el corazón a este hombre para comérselo
ESPAÑOL 1: ¡No intervengáis! A éste hay que quemarlo vivo. (A los que vienen con el FRAILE.) Vosotros, amarradlo a este árbol y ponedle mucha leña.
FRAILE: (Interponiéndose) ¡Dejadme bautizarlo!
ESPAÑOL 1: (Enfrentándose al FRAILE) No oís que esta bestia es representante del demonio.
FRAILE: Por lo menos dejadme bautizar a los niños. No olvides que es importante que salvemos sus almas y que propaguemos la fe.
ESPAÑOL 2: ¡Tenéis razón! ¡Bautizad a los niños! Ellos no merecen morir en pecado. (A los naturales) Ustedes, colgad dos cuerdas de las ramas de ese mismo árbol.
Mientras los naturales cuelgan las cuerdas, el FRAILE bautiza a los niños y los ESPAÑOLES le prenden fuego al CHILAM.
ESPAÑOL 1: Decidme, ¿dónde está el oro?
ESPAÑOL 2: Si me decís dónde está el oro, os salvo de la hoguera y os cuelgo tan solo.
ESPAÑOL 1: Sois un diablo! (A su compañero) Prefiere la hoguera a decirnos dónde está el oro. (Grita en el centro del escenario y frente al público) ¿Por qué os conjuráis todos contra el Rey de España?
FRAILE: (A los NIÑOS) Aceptáis a nuestro señor Jesucristo como único Dios verdadero ¡Moved la cabeza!
ESPAÑOL 1: Es inútil Fraile, bautizadlos como sea.
ESPAÑOL 2: Este maldito no siente el calor de las llamas
ESPAÑOL 1: ¿Cómo queréis que las sienta si está acostumbrado a ellas?
FRAILE: Yo te bautizo en el nombre…
ESPAÑOL 1: (Empujándolo.) ¡Apuraos Fraile!
FRAILE: Con el nombre de Pedro, con el nombre de Pablo… en el nombre del Padre… (Hace una cruz en el aire.)
ESPAÑOL 2: (A los naturales) Ponedle una cuerda a cada uno y colgadlos! (Lo hacen).
ESPAÑOL 1: Verdaderamente éstos son bestias salvajes. Sienten placer al ahorcar a los de su misma especie.
FRAILE: Os suplico que no los ahorquéis.
ESPAÑOL 1: Retiraos y no importunéis.
ESPAÑOL 2: Conocemos nuestro trabajo y obligación con Dios nuestro Señor y con nuestra Majestad, el Rey de España.
FRAILE: Precisamente estos abusos y arbitrariedades llegarán a oídos de la Corte.
ESPAÑOL 1: (Amenazándolo con la espada.) ¿Estáis con nuestra Majestad, el Rey, o en contra de ella?
ESPAÑOL 2: ¡Ahorcadlos! (AL FRAILE) Y vos, debéis saber lo que más os conviene. No quisiéramos que fueseis acusado de traición contra su Majestad. Recordad que los de estas tierras no son cristianos, no tienen alma.
ESPAÑOL 1: Sigamos el rastro de la pequeña bestia que escapó. Quizá nos lleve con otros.
ESPAÑOL. 2: ¡En marcha! Y no olvidéis Fraile que vos estáis aquí para ayudarnos. No para otra cosa.
FRAILE: Estoy para salvar almas.
Los ESPANOLES salen riéndose, detrás de ellos los naturales.
FRAILE: (Bendiciendo el lugar con agua) Dios nos perdone lo que estamos haciendo! Contempla a los NIÑOS colgados y al cuerpo quemándose. Se persigna y sale deprisa por donde se fueron los españoles.
CHILAM BALAM: (Retorciéndose de dolor pero sin quejarse. Entra música de ocarinas, tunkul y flauta triste. Sobre la música, el pensamiento, la voz del CHILAM)
Han matado a nuestros dioses, a nuestra gente, han destruido nuestras casas y saqueado nuestros templos. Impondrán a su Dios único, verdadero, santo y bueno y nos mantendrán en esclavitud. Gobernarán con sus leyes, sus costumbres, sus vicios y sus enfermedades. Pero un día… ¡Oh, extranjeros! ¡Los pocos que quedan se multiplicarán, invocarán a nuestros dioses y bajará el Corazón del Cielo, Huracán! Con su aliento arrasará la tierra que ustedes pisan. Esta tierra no es de ustedes, ¡Recuérdenlo! Los echaremos de aquí para siempre y tendrán que regresar por donde vinieron. Porque todo tiene su justa medida, todo tiene su trono, todo tiene su tiempo… toda sangre tiene su quietud… (Se oye rugido de jaguar, el CHILAM BALAM muere. Oscuro.)
Telón
Esta obra está basada en los siguientes textos:
Abreu Gómez. Ermilo. Las leyendas del Popol Vuh, México, Espasa-Calpe.
Casas, Fray Bartolomé de las. Brevísima relación de la destrucción de las Indias, México, Dante.
Covo, J. Los mayas en las rocas, México, Dante.
Landa, Fray Diego de. Relación de las cosas de Yucatán, México, Dante.
León Portilla, Miguel. El reverso de la Conquista, México, Joaquín Mortiz.
Mediz Bolio, Antonio. Chilam Balam de Chumayel, Mérida, Yuc., México, Consejo Editorial de Yucatán.
Morley, Sylvanus G. La civilización maya, México, Fondo de Cultura Económica.
Ríos, Miriam Beatriz. Supervisiones entre los Mayas antiguos, Mérida, Yuc., México, Maldonado Editores.
Sodi, Demetrio M. La literatura de los Mayas, México, Joaquín Mortiz, SEP.
Compilación de Fernando Muñoz Castillo
Continuará la próxima semana…