Letras
Álvaro Pavía Angulo
Escritores y publicistas han pugnado en todas las épocas por una palingenesia completa del territorio de Quintana Roo. Causas de todos conocidas han defraudado tan loable cuanto patrióticos deseos, y el extenso y feraz territorio sigue viviendo en el más punible abandono, inerte y, en un sueño, como si esperara al galán que venga a despertarlo, como a la bella durmiente del bosque de la leyenda.
Otra vez lo diremos: el comercio judío, el comercio rutinario, sin iniciativa ni espíritu de empresa, al amparo de funcionarios deshonestos, creó un sistema de explotación por luengos años en aquella región agreste y olvidada de nuestra patria.
El pueblo quintanarroense siempre ha clamado por el establecimiento de un gobierno serio, emprendedor y de sólida solvencia moral. Esta es la piedra angular en que descansaría la prosperidad de Quintana Roo.
El gobierno federal demostró una vez más su interés por atender y conjurar los males que aquejan al territorio, en el interinato del general Abelardo L. Rodríguez nombróse una competente comisión mixta de elementos que representaron a las secretarías de Estado, cuyos vínculos oficiales tenían conexión con la vida y con el plan que debía desarrollarse en el territorio. La mente del jefe del Ejecutivo nacional era promover con el mayor acierto posible un resurgimiento total e integral de la zona peninsular que nos ocupa y darle un auge que pudiera incorporarlo vigorosamente al concierto económico, político y cultural del México moderno. Aquella comisión estuvo integrada del siguiente modo: presidente: Sr. Carlos Irigoyen, oficial de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público; secretario; licenciado José Torres Ulrich, jefe de economistas de la misma secretaría; vocales: ingeniero Fremont, por la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas; ingeniero J. Martín Corona, por la Secretaría de Agricultura y Fomento; señor Isaac Cáceres B., por la Secretaría de Economía Nacional; señor profesor Claudio Cortés, por la Secretaría de Educación Pública, y doctor Enrique Barocio, por el Departamento de Salubridad Pública.
Esta comisión produjo un informe útil, no puede negarse; pero nada novedoso, como otros muchos que son acopios de datos recogidos de los lugares accesibles, conocidos y, de los cuales, mucho se conoce por los informes estadísticos y oficiales de las dependencias del Poder Ejecutivo nacional. El trayecto y el itinerario de esta comisión fue casi el mismo que seguiría un turista que viajara por placer y por curiosidad. Y no en los lugares transitables y muy conocidos es donde se encuentran las características de las anomalías dominantes en la vida adormecida y enervante del territorio.
Para palpar y desentrañar las causas de la depresión de aquella zona hay que conocer sus inexploradas riquezas; las costumbres de las tribus mayas, las comunidades de éstas; sus ríos, lagunas, cultivos desconocidos, caminos, bellezas naturales y las prácticas (verlas muy de cerca y de sorpresa) del sistema de los contrabandistas y del comercio clandestino. Hay que caminar jornadas azarosas y cansadas por intrincados bosques; recorrer litorales sinuosos y escudriñar bien numerosas bahías, la mejor condición y ventaja que aprovechan los contrabandistas).
El informe de la comisión poco pudo exponer las características étnicas, demográficas del territorio. En el ramo forestal contiene datos amplios y precisos; pero no se adentró en las condiciones anómalas de la vida económica de aquella vasta región.
Como resultado tangible y práctico de la susodicha comisión se crearon los Perímetros Libres de los puertos de Cozumel y Payo Obispo. La idea seguramente se produjo con optimismo y con una intención plausible, pero los resultados, hasta la fecha, son tan relativos y tan escasos, que las clases trabajadoras muy poco han recibido en beneficios. He aquí algo de las experiencias obtenidas en el primer año de haberse establecido el Perímetro Libre de Cozumel. Como la salida de mercancías y productos en general del Perímetro Libre causan los mismos impuestos, las clases trabajadoras, campesinas, que tienen que levantar sus labores en la tierra firme, porque Cozumel no cuenta propiamente con tierras laborables, ineludiblemente pagan los impuestos hasta de los víveres que necesariamente tienen que embarcar desde las costas de enfrente, es decir, para la tierra firme. Otro dato más importante: como el reglamento de los Perímetros Libres del territorio gravan los productos elaborados en los Perímetros Libres al ser sacados de éstos, en una proporción igual a la suma de los derechos de las materias primas extranjeras que entran en la elaboración; ha sido imposible establecer una fábrica en estos lugares, a pesar de las flamantes exenciones que tanto bombo hacen al sistema de los puertos libres. En una palabra: por desconocerse, seguramente, la diferencia notable de las condiciones de comunicación, costumbres, comercio, etcétera, entre los perímetros libres del territorio de Baja California y los del territorio de Quintana Roo, la aplicación de los mismos reglamentos ha dado al traste con los suspirados y soñados beneficios del establecimiento de los Perímetros Libres en las costas orientales de la península yucateca.
El actual gobernante de Quintana Roo, con modestia y sin alardes, está llevando a cabo un estudio intenso, acucioso, tenaz y laborioso de las condiciones dominantes de la vida y de las modalidades regionales del territorio, y en tan poco tiempo, apoyándonos en la prueba de haber acometido la inmediata construcción de campos de aterrizaje en Felipe Carrillo Puerto y Cozumel, por haber comenzado la construcción de un tanque para captar agua de lluvia en Payo Obispo y haber mejorado los servicios sanitarios y de farmacia, ya podemos decir que comienza a conjurar los males tan viejos del territorio, como la atinada atención a los servicios urbanos de Payo Obispo, que se iniciará con el establecimiento de una planta eléctrica ya próxima a inaugurarse.
Hay enorme programa que desarrollar en Quintana Roo. Alienta y entusiasma que se comience por donde se debe. Armónicamente con el Plan Sexenal del Partido Nacional Revolucionario, los insolutos problemas de educación popular, agrarios, de comunicaciones y salubridad deben violentamente merecer la preocupación y atención del gobierno nacional.
Mérida, Yuc., a 1º de abril de 1925.
Diario del Sureste. Mérida, 6 de abril de 1935, p. 3.
[Compilación de José Juan Cervera Fernández]