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El Salado de Colonia Yucatán

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Colonia Yucatán

Es todo un personaje. Su vida está llena de anécdotas. Vivió y trabajó muchos años como ayudante en el taller mecánico de la empresa “Maderera del Trópico”. No se podría hablar de la historia de la Colonia Yucatán sin mencionar su nombre o, mejor dicho, su apodo.

Este peculiar hombre nacido en la Ciudad de las Tres Culturas, o Ciudad de los Cerros, como también se le conoce a Izamal, llevó una vida durante el tiempo que vivió en la Colonia Yucatán que bien podríamos definir como alegre, una vida feliz. Podría decirse con toda seguridad, como dice la canción: que fue borracho, parrandero y jugador,

Tiene un extraordinario parecido al personaje que interpretó Héctor Suarez en la película “Lagunilla mi barrio” en el papel del Tirantes. Si yo le dijera que se trata de Ángel Augusto Segura Moguel lo más probable es que no sepa de quién se trate; pero si le digo su apodo seguramente estará de acuerdo conmigo:  El Salado.

Don Ángel Augusto comienza a recordar para Diario del Sureste sus bien vividos años en  la Colonia Yucatán…

Sí, yo participaba en todo: fui miembro de la porra de béisbol que fundó y dirigió mi compadre Pancho González; participé en los carnavales; boxeé, aunque ninguna pelea gané. Fui luchador, jugador. Me gustaba el billar, la carambola, el boliche, apuntaba bolita, me gustaba mucho el baile como hasta ahora.

!Ah! Y tomar los tragos, creo que por eso ninguna muchacha de allá me hacía caso. En fin, yo me divertí en la Colonia a la que mi tío Pepe Moguel nos llevó porque allá había trabajo. Era yo un chamaco, trabajé en la huerta del rancho Chapas con el papá de Jasso. Había una hortaliza allá y se cultivaba cilantro, rábano, repollo; todo eso se llevaba a la Colonia. De ahí nos llevaban en camioneta por un señor que se llamaba Ezequiel a la escuela de madera que ya se está cayendo, me dicen, porque yo hace mucho tiempo que no voy a la Colonia -primero por mis hijos y ahora por mis nietos- a mí y a uno que le decíamos K’ulu.

En la Colonia estudié el tercero y cuarto grado de primaria. Por alguna razón regresé a vivir a Izamal y allá termine de estudiar la primaria. Mi papá se quedó a vivir en la Colonia. Cuando le dieron casa regresamos a vivir por la rehollada donde vivía Vitorin, frente de don Gutiérrez  y Gerolan (Augusto Arceo). Allá vivíamos, mi papá hacía milpa y yo trabajaba en la hortaliza con el Chino Cob.

No me acuerdo qué pasó y regresé otra vez a Izamal. Allá chambeaba yo en una carpintería, estaba bien y toda la cosa. De repente, escasea la chamba y vine acá a Mérida a pasear. Me topé con mis primas y mi tía. ‘¿Qué haces acá salado?’ me decían. Ellas me convencieron de regresar a la Colonia. Conseguí un cuarto en los galerones. Ahí empecé a jugar, a tomar el trago que traían los traileros de contrabando; si no, íbamos a la Sierra a buscarlo en sabucanes (*), como si fuéramos a tirar conejos. Pancho López siempre tras de nosotros, a ver si estábamos haciendo algo malo. Si no él, era Chichis (Máximo Cetina). ¿Te acuerdas de Chichis? ‘¿Qué haces, prim?’ decía. ‘Nada, aquí nomas.’ Nos andaba pescando. En mi cuarto de soltero jugábamos a las cartas con don Manuel Rodríguez, René Álvarez, Rifles, ¿cómo se llama? Ándale: José Dolores Sánchez; también César Castillo y aquel al que le daban sus ataques, Polo Euán: cuando perdía le daba sus ataques. Yo digo que se hacía al loco, se desmayaba, le echábamos agua y ya, dejaba de jugar.

Un día estábamos jugando y se armó la movida. Pancho López avisó a la policía de Tizimín. Ya no había luz, era como las 12 de la noche, y todos a correr, a guardarnos para escapar de la policía y de Pancho López. Cuando se calmó la cosa empezamos a buscar a Telmo Pérez y no apareció. Prendimos una vela y empezamos a buscarlo alrededor de los cuartos. Pensamos que se había caído al sumidero o al pozo que estaba frente al almacén. Asustados y preocupados, estuvimos buscándolo mucho rato  hasta que lo vimos en el chiquero de casa de don Dino Marín. Ahí estaba tirado, lleno de lodo. Lo llevamos al cuarto, lo bañamos y lo llevamos a su casa. Por eso lo apodamos el monstruo de la marina seca.

Continuará…

(*) Bolsas de mandado hechas de Henequén

L.C.C. VICENTE ARIEL LÓPEZ TEJERO

vicentelote63@gmail.com

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