Artes Plásticas – Desde Nicaragua
Winston Miranda es un pintor nicaragüense con una vasta trayectoria pictórica. Ha destacado en el mundo del arte gracias a su prodigio artístico, acaso heredado de su tío, Silvio Miranda (+), quien le dejó su gran legado de amor y pasión por la pintura, según nos comentó.
El realismo mágico en la obra pictórica de Winston Miranda muestra gran presencia, con énfasis en la obra de René Magritte, Salvador Dalí, Silvio Miranda, entre otros. Generalmente, su obra es reconocida por traer del subconsciente su percepción de la realidad, desde el realismo mágico.
Mi obra pictórica se basa en una fruta, la catalogo como mi modelo. La Granadilla es mi musa. Pinto esa Granadilla porque en los años ochenta, cuando era niño, mi abuelita María Arana sembraba diferentes matas en su patio y me dijo que utilizara el patio de igual forma para cultivar lo que nos sirviera para la subsistencia. Luego una vecina me regaló una bolsita con una matita de una Granadilla y me dijo: “Tienes que hacer una enramada para que se pueda desarrollar.” De inmediato me fui al campo a cortar los palos para ese fin. Entonces aprecié el proceso de la matita subiendo y extendiéndose por la estructura, luego cuando la flor; por último, la fruta colgando. Me parecía que flotaba y se hacía mágico. En el tiempo, es lo que me ha marcado más. Le llamo mi capricho, nos platica.
¿Cómo se inició en el arte?
Para mí, nació conmigo, desde que era niño, cuando empecé a tomar conciencia de que me gustaba el dibujo. Tengo una herencia paterna” Silvio Miranda, un pintor que se ganó muchos reconocimientos en Nicaragua, premios en El Salvador. Lastimosamente, murió muy joven. Sin embargo, de él viene esa pasión: de escuchar esas historias, de cómo pintaba, de cómo viajaba por Centroamérica. Eso me marcó tanto, hasta el punto de decidir ser artista.
¿Refiere en su obra a René Magritte?
Me encanta René Magritte, Salvador Dalí, los surrealistas universales que existen, de los más renombrados, porque hay muchos más. Mi obra, en general, no es surrealista, aunque hay una línea muy delgada entre las dos corrientes que es muy fácil de cruzar.
Así lo definió David Craven, catedrático de la universidad de Nuevo México, EEUU: en el surrealismo se representa metamorfosis, cosas se transforman y parecen otra cosa. Mis Granadillas aparecen en el espacio, levitan, dejando la sensación de estar en mundos mágicos, pero nada fuera de la realidad; casi como la poesía, como cuando un mago hace su acto levitando un objeto. Mi musa se queda congelada en el tiempo, como hace una cámara a algo en movimiento.
El lenguaje de su obra ¿se confabula con lo poético?
La pintura es poesía y creo que la poesía puede ser una pintura. Eso lo hace versátil. El ritmo del color es como música también, y las artes visuales lo son todo.
¿Cómo utiliza el color en su obra?
En general mi paleta es azul: me encanta el azul cobalto, el ultramar. Me gusta el verde, esos tonos son fríos, pero los combino con algún toque de calidez, rojo, amarillo. Puedo hacer un desierto que tienda a ser amarillo, ocre, en eso va mi tonalidad.
Me gusta el color y pintar con realismo. El color es básico para hacer una pintura alegre, que transmita vida. En la pintura plasmo los colores como los veo, en realidad es un tratado sutil del color.
¿Cuál es su mayor reto frente a un lienzo?
Siempre tengo una imagen de lo que quiero plasmar, siempre hago un boceto en mi cabeza, pero nunca sé cómo va a quedar. A pesar de todo, le dedico el cien por ciento.
Mencione una referencia de su obra
Silvio Miranda era maravilloso en el color, en el tratado, en las pinceladas, el cromatismo, en la versatilidad de poder pasar de un retrato a un abstracto. Sobre todo, me pregunto cómo podía hacer tantas cosas en su condición de sordomudo, cómo pudo captar las enseñanzas del maestro Rodrigo Peñalba. Por eso quería ser como él.
¿Qué nivel de reconocimiento han tenido sus obras?
Hace muchos años, gané en California, Estados Unidos, el primer premio en pintura entre 2000 obras y 150 artistas seleccionados, con una obra que se llamaba “Inocencia”. Eso habla de la aceptación de mi trabajo. En este oficio he tenido buenas críticas tanto nacionales como internacionales.
¿Y su opinión del arte pictórico?
Es pasión, y la pasión te lleva a la perseverancia. Nace del valor que uno le da.
¿Qué admira de México?
El arte prehispánico. México es maravilloso. Cuando empecé, hacía un tipo de arte prehispánico, incluso daba esa sensación de que eran piedras o petroglifos.
El arte mexicano es maravilloso con los muralistas como Diego Rivera, con Frida Kahlo. Tienen una vasta enseñanza para todo el mundo.
¿Su mensaje para el público mexicano y nicaragüense?
El arte es importante proyectarlo, llevar lo nuestro al mundo. Es bueno que le dejemos algo al museo del mundo, a las nuevas generaciones, para que tengan mejor percepción de su realidad y un mejor aprendizaje.
RAFAEL QUINTANA
Excelente nota, porque nos permite conocer la visión de un artista ante el mundo, su inventiva y genialidad ante el mundo.