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El Oso Negro Americano

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El oso negro (Ursus americanus), también llamado oso negro americano, es una especie de mamífero de la familia de los úrsidos. Es más pequeño que el oso pardo y el oso polar, presentando un color de piel más o menos oscuro (según las regiones va del negro al blanco, pasando por el rojizo y el gris plateado).

Los osos negros son omnívoros: los vegetales representan un 75 por ciento de su alimentación. Comen gramíneas, hierbas, frutas (avellanas, bayas, piñones, frutas de escaramujos, manzanas), bellotas y hayucos.​ Se alimentan también con carroña e insectos (avispas, hormigas, abejas, termitas). Atacan más raramente a roedores y cervatillos. Completan su régimen alimentario con salmones, truchas, cangrejos y son aficionados a la miel.

El oso negro es considerado uno de los carnívoros de mayor tamaño en México. Se reconocen tres subespecies: U. a. amblyceps, U. a. machetes y U. a. eremicus. Se encuentra en Chihuahua y Sonora (U. a. amblyceps); así como en Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León (U. a. eremicus). La distribución reportada en la literatura para el oso negro también incluye a los estados de Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Durango, Zacatecas y San Luis Potosí.

Su cuerpo es robusto, la cola corta, sus orejas pequeñas y redondas, y su longitud puede alcanzar los 2m. El peso corporal oscila entre 90 y 216 kg., dependiendo de la localidad geográfica y de la disponibilidad de alimento, siendo las hembras aproximadamente 20 por ciento más pequeñas que los machos. El pelo del oso negro es corto y lacio. Tienen cinco dedos, las uñas son cortas, negras, ganchudas y no retráctiles, mismas que usan para desgarrar, excavar y trepar a los árboles.

Los osos negros son más ágiles de lo que aparentan; en distancias cortas logran alcanzar velocidades de hasta 40 km/h, siendo además excelentes trepadores. Sus ojos les permiten tener una profunda percepción visual y la habilidad de seguir pequeños movimientos desde varios cientos de metros de distancia; además, cuentan con un desarrollado sentido auditivo. La edad promedio de vida para un oso es de 20 años.

Se reconocen 16 subespecies, algunas amenazadas. Este oso habita una superficie geográfica que va desde el norte de Canadá y Alaska, hasta la Sierra Gorda en Querétaro, México, y de las costas atlánticas a las costas pacíficas de Norteamérica. Está presente en gran número de estados estadounidenses y en todas las provincias canadienses.

Suelen vivir en bosques y son excelentes trepadores de árboles, aunque también están presentes en montañas y pantanos. Su población era hace tiempo, seguramente, de dos millones de individuos. En la actualidad, la especie está protegida y se considera que existen entre 500 mil y 750 mil osos negros en ese continente. La subespecie de Nuevo León, México, se considera en Peligro de Extinción.

En México, se le encuentra en las zonas montañosas del norte del país, principalmente cañadas y cumbres cubiertas por bosques de pino-encino. En primavera y verano llega a bajar a los pastizales áridos de las faldas de las sierras. Habita entre los 650 y 3 mil msnm, y en regiones con diversos climas como son el seco semiárido, seco árido, templado, húmedo o lluvioso tropical.

En México la NOM-059-SEMARNAT-2010 considera al Ursus americanus en peligro de extinción; la IUCN 2019-1 como una especie de preocupación menor.

La cacería furtiva y comercio ilegal representan las mayores amenazas a la especie, dado el alto precio en el mercado por la caza y venta de partes. Durante mucho tiempo cazado por su piel, hoy sufre la reducción de su medio natural; la urbanización del norte del país ha restringido su movimiento al fragmentar su hábitat. Además, la construcción del muro fronterizo entre México y Estados Unidos limitará el flujo génico entre las poblaciones del norte, cuyo movimiento hasta la fecha había logrado restablecer la población de oso negro en el Big Bend National Park en Texas.

El oso negro no hiberna en sentido estricto, sino que pasa el invierno en un estado de somnolencia, viviendo de las reservas de grasa acumuladas durante el otoño. Es omnívoro, aunque su régimen alimentario es en mayor parte vegetal. Contrariamente a los prejuicios, el oso negro es un buen nadador y trepa fácilmente a los árboles para escapar de un peligro. El oso negro es un animal, la mayor parte del tiempo, solitario, excepto durante el período de celo y en la relación que mantiene la madre con sus oseznos. Los osos pueden reunirse de vez en cuando en las zonas de abundancia de alimento. Salen generalmente de día, excepto en los sectores donde hay mucha población humana; prefieren entonces la noche, para evitar los encuentros con el hombre.

Los machos rasguñan los árboles, para comunicarse quizá, durante la temporada del acoplamiento y para señalar sus territorios. Utilizan también sus olores. Las hembras paren dos o tres oseznos ciegos y desamparados a mediados del invierno, y los cuidan en la osera hasta la primavera, cuando salen en busca de comida. Los oseznos permanecerán durante un par de años con su madre, que es muy protectora. Los oseznos emiten gritos que se asemejan a llantos cuando tienen miedo, y los adultos hacen crujir sus dientes. El oso negro se comunica también por expresiones faciales y posiciones particulares. Cuando se levanta sobre sus patas posteriores, es para oler un peligro, un olor intrigante o ver mejor.

Estos animales figuran entre los mamíferos más inteligentes: se les adiestra a menudo para realizar números de circo. Su cerebro es relativamente grande comparado con el tamaño de su cuerpo.

El oso negro juega un papel clave en el control poblacional de herbívoros, y en la dispersión y germinación de semillas de los frutos que consume. Es imperativo hacer un proyecto a nivel nacional para identificar la distribución actual y el estado de sus poblaciones; así, se podrán establecer medidas apropiadas para su conservación a mediano y largo plazo.

Los osos negros se acercan a veces a los establecimientos humanos (huertas, colmenas, campos, cubos de basura, camping) para encontrar su comida. Pueden atacar a las ovejas o a los cerdos y, cuando no encuentran otra comida, se aficionan fácilmente a la comida y la basura de los humanos. Los osos que se acostumbran a la comida de los humanos en campamentos, cabañas y casas rurales pueden acabar siendo peligrosos, y a menudo son abatidos. De ahí el consabido recordatorio: ¡No des de comer a los osos!

Debemos estar conscientes que nosotros somos los que hemos invadido sus hábitats, por lo cual debemos respetarlos y protegerlos si existe algún encuentro inesperado.

Dra. Carmen Báez Ruiz

drabaez1@hotmail.es

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