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El maestro Ayala se repone

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Letras

Daniel Ayala Pérez

Santiago Burgos Brito

 

Conocí de cerca al maestro Daniel Ayala Pérez cuando fui nombrado por el gobernador González Beytia para desempeñar la Dirección General de Bellas Artes. Entonces pude darme cuenta de lo que valía como artista y como hombre. Nunca vi decaer su entusiasmo por el arte, ni su dedicación a sus tareas educacionales, por las que sentía verdadero cariño. Para Ayala aquello no era un trabajo sino un placer, una misión que desempeñaba siempre con la sonrisa en los labios, con esa su característica sonrisa que, acompañada de un abrir y cerrar de ojos, asomaba a veces con leves dejos de ironía. Su espíritu siempre juvenil y travieso revoloteaba por encima de las miserias de la vida, por sobre las envidiejas y mezquindades que se amontonan al paso de los hombres superiores, de los que pueden hacer algo, y que nunca son bien vistos por los que no pueden hacer nada. Y seguía de frente, con la música en el alma, en el instante de la inspiración o en las horas inolvidables de los conciertos sinfónicos de Bellas Artes.

Reconozco que cuantos colaboraron conmigo, en mis doce años de director general de Bellas Artes, lo hicieron a conciencia, no puedo negarlo. Pero fue en el campo musical y en el de la danza en donde se actuó con entusiasmo inusitado. Durante este lapso, a pesar que durante un agasajo a mi inteligente sucesor se dijo que su actuación no tenía precedentes, lo cierto es que se laboró con denuedo, con gusto, porque todos éramos amigos del arte, y porque contábamos con el apoyo moral y material del gobernador González Beytia, hombre culto y entusiasta por toda clase de actuaciones genuinamente culturales.

Al empeño infatigable de Daniel Ayala se debió que de nuevo actuara la Orquesta Sinfónica de Yucatán. A fines de año, debidamente organizados, se efectuaba una serie de conciertos en la Sala José Jacinto Cuevas, que entonces estaba a disposición de la Dirección de Bellas Artes. Fue, durante la administración mencionada, el desarrollo de una temporada o temporadas de conciertos sinfónicos en los que actuaron solistas yucatecos de prestigio como Alfonso Muñoz Rendón, Mercedes Heredia Nicoli, Rosa María Casares de Zapata, Beatriz Alayola de Cortés y otros de México, y del exterior como el gran violinista Ruvalcaba, el maestro Archila, de Guatemala, como director, la gran pianista chilena Rosita Renard, y el notable concertista del piano Pablo José Castellanos. Daniel Ayala, alma de todos estos eventos musicales, dirigía la Sinfónica magistralmente, secundado en ocasiones por este otro gran músico nuestro que se llama Efraín Pérez Cámara.

Durante nuestra actuación, la Banda del Estado mejoró su repertorio, y bajo la dirección de Ayala Pérez daba audiciones muy interesantes. La Típica Yukalpetén, también dirigida por el maestro Ayala, actuó siempre con éxito, y no sólo en Mérida, sino que la llevábamos a los pueblos del estado, con gran alegría de los humildes, que podían escuchar música vernácula admirablemente interpretada. Otra novedad, debida al entusiasmo de Ayala Pérez, fue la creación de la Saxofónica, un pequeño conjunto musical formado por toda la familia de los saxofones, y cuyas actuaciones eran aplaudidas frenéticamente. Como se ve, no fue poco lo que en música se hizo, a más de auspiciar la actuación de artistas que alguna que otra vez visitaban nuestra capital. Otro músico de gran prestigio que también colaboró con nosotros fue Fausto Pinelo Río, desgraciadamente fallecido. Ayala, amigo incomparable, de acuerdo conmigo, organizó las veladas semanales de Ochil en honor del insigne poeta don Antonio Mediz Bolio, que convalecía de una grave dolencia en su pintoresco refugio campestre. Fueron veladas de arte en las que también actuó el conjunto de cuerdas de Bellas Artes, que se complació en ejecutar obras del ilustre compositor Gustavo Río, amante de lo folclórico llevado a los dominios de lo clásico.

Por motivos familiares, Daniel Ayala tuvo que trasladar su residencia a la ciudad de Veracruz, en donde fue nombrado director de Bellas Artes. Su actuación en la varias veces Heroica, con la colaboración de su esposa y de sus hijas, todas artistas como él, ha sido muy bien recibida en la ciudad y puerto. En ella le he visitado muchas veces, y siempre encontraba en su mirada algo de la nostalgia del terruño, aunque mostrándose siempre agradecido a las consideraciones de los veracruzanos.

Y de pronto la noticia nos abofeteó el rostro con furia incontenible. El maestro Ayala estaba gravemente enfermo, con escasas posibilidades de salvarle. Desde aquel momento, el doctor Patrón Correa, quien destaca como médico, como artista y como amigo, y yo, estuvimos pendientes del curso de su enfermedad, sobrecogiéndonos ante las malas noticias, que venían una tras otra. Hasta que hace unos días supimos que el mal estaba ya vencido, que la Intrusa habíase ya hundido en las profundidades del Golfo, y que Daniel seguía viviendo, para el goce incontenible de los suyos, y para honra y gloria del arte musical, en México y en Yucatán.

 

Diario del Sureste. Mérida, 22 de diciembre de 1966, pp. 3, 7.

 

[Compilación de José Juan Cervera Fernández]

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