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El lento regreso a las carreras – III

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Perspectiva – Desde Canadá

XXI

Pues bien, ya corriendo 6 kilómetros de manera continua y, sobre todo, sin que me causaran taquicardia, mi felicidad era inmensa porque al menos ya podría inscribirme a las carreras oficiales de 5 km. Pero aún está lejos la meta del medio maratón.

La empresa para la que trabajo, como todas, resultó afectada por la pandemia y nos fue necesario, durante todo julio, reducir nuestro ritmo y volumen de operaciones, para evitar superar los límites de inventarios, ante la caída en Ventas debido a la pausa económica mundial.

En consecuencia, cada semana de julio tendríamos al menos un día libre (a cuenta de vacaciones) para compensar la caída en Ventas y conservar los inventarios en su nivel. Decidí entonces aprovechar esas cinco semanas y me fijé como meta incrementar cada semana un kilómetro a esos seis, de manera que al cerrar el mes de julio ya estuviera corriendo 10 km.

Hay gente que corre todos los días; hay gente que quisiera, pero no puede, por muy diferentes razones, y también hay aquellos que han leído que es necesario dar descanso y tiempo a los músculos para recuperarse, y aquellos a quienes el cuerpo pasa factura cuando abusan de sus capacidades.

Siendo de estos últimos, pero deseando ser de los primeros, entre mis carreras cada semana en julio había cuatro o cinco días de descanso, así que ese día inicial era en el que estaría más descansado y, por lo tanto, ese día era elegido para correr un km adicional a la semana anterior.

Algo más introduje a mi rutina de ese día de carrera “larga”: trataría de avanzar sobre el sendero lo más que pudiera, cumplir la meta, y entonces caminar de regreso. De esa manera, el esfuerzo y la friega serían intensas, pero rendirían los mayores beneficios.

Además, conforme más avanza el sendero de Long Sault en dirección a Cornwall, mayor es la cantidad de curvas verticales, ascensos y descensos, y esos son mortales y, a la vez, los que más a prueba ponen nuestro tiempo de recuperación: sin que lleguen a ser los 100 metros de desnivel de “Por los caminos del Sur” de Yucatán, hay dos subidas de 50m y de 20m que vaya son cansadas cuando hay que subirlas.

Hubo un cambio adicional en mi rutina hasta ese momento: la alimentación. Antes, llegaba del trabajo, y cenaba alrededor de las seis de la tarde; ahora, con el fin de digerir adecuadamente y no sentirme pesado al iniciar las carreras por la mañana, el almuerzo/cena era justo a la hora de llegar, como a las 4:30 p.m., posiblemente comiendo algo muy ligero (yogurt) poco antes de dormir.

Listo el plan de carreras, solo quedaba ejecutarlo. El sol de verano pega desde muy temprano, así que era necesario salir a correr a más tardar a las 6:30 a.m., a sabiendas de que el sol pegaría de frente al menos la mitad del trayecto.

De 6 a 7 km la primera semana, sin problema; de 7 a 8 km la segunda semana, sin problema; de 8 a 9 km la tercera semana ya costó un poco más, el cansancio sobre todo en esas curvas verticales me hizo bajar el ritmo significativamente, pero no dejé de correr.

Para la cuarta semana de julio, los 10 km se veían en el horizonte, alcanzables, aunque no sin que hubiera esfuerzo de mi parte. Bajo el esquema mencionado anteriormente, mi plan fue correr ocho kilómetros en línea recta en dirección a Cornwall, emprender el retorno y continuar corriendo los últimos dos, y caminar los seis últimos a la casa, para una jornada total de 16 km.

Dicho y hecho, ese día me demostré que, con adecuada preparación y tenacidad, podría lograr las metas que me fijara: corrí los 10 km en poco más de una hora (1h09m) por primera vez el 30 de julio, y luego una vez más unos días después, incluso con mejor tiempo (1h06m).

Al mismo tiempo, una nueva serie de interrogantes surgió: cuando regresara a la actividad normal en la oficina de lunes a viernes, ¿qué otros días de la semana además del sábado podría agregar?, ¿habría suficiente luz para correr por las mañanas ahora que el sol sale cada vez más tarde debido al transcurrir del verano hacia el otoño?, ¿podría, después de un día de trabajo normal, acaso correr por las tardes?, ¿sería suficiente correr un día a la semana para conservar el ritmo e ir aumentando distancia?

Todo lo anterior son nuevas metas, nuevos retos que me toca ir respondiendo poco a poco, sin perder de vista el objetivo: seguir corriendo y disfrutando esta actividad, al mismo tiempo que cuido de mi salud.

Desde esta perspectiva, si bien nada de lo que he escrito en estas últimas entregas alude al Covid-19, ni a lo que veo que está sucediendo en Mérida debido a sus efectos, no quiere decir que lo ignore.

Más bien es un recordatorio de que hay algunas cosas sobre las que tengo influencia directa (mi salud, mis hábitos) y otras en las que no me queda más que ser paciente.

Cuídense mucho, y cuiden de los suyos.

S. Alvarado D.

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

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