VII
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Allí donde se cruzan las calles 57 y 68 existió hace muchos años un soberbio Coliseo que se llamó Circo Teatro Yucateco, de forma circular con graderías de armazón de hierro, palcos y plateas y lunetarios bastante cómodos. Interrumpiendo el círculo, había un amplio escenario de 16 metros de embocadura. Todo el edificio techado con láminas de zinc galvanizado. El Circo Teatro llenó una época. Se inauguró en 1905 y terminó su existencia en 1959.
Allí vimos actuar al Circo Orrin con su inimitable payaso don Ricardo Bell y sus inolvidables pantomimas musicales, al Circo Pubillones que le hacía competencia al Orrin; allí vimos al famoso torero Rodolfo Gaona, y en su escenario lucieron sus voces inolvidables artistas de zarzuela y opereta, entre otros, doña Esperanza Iris.
Allí exhibieron las primeras películas de cine traídas a Mérida por don Enrique Rosas; les llamaban vistas de movimiento. Eran películas de un rollo, de corta duración, entre las que recordamos los nombres que vimos: La Novia del Maquinista, la Guerra Ruso-Japonesa, La Toma de Puerto Arturo, La Vida de Porfirio Díaz en el Exilio, La Bella Davis y sus Tres Negritos. De este circo teatro fue empresario durante más de 30 años aquel veterano actor don Dimas Carabias.
El empresario Carabias se esmeraba por traer a Mérida buenos espectáculos y buenos artistas. Para las funciones de variedades trajo en aquella época a una cupletista y bailarina que se llamaba Zoila Silva, pero se le conocía en el teatro como la Egipcia, joven guapa y graciosa, de origen cubano. El nombre de Egipcia provino de que en La Habana utilizaron su simpática figura para anunciar los cigarros Egipcios en unos cartones impresos a todo color. La Egipcia fue la atracción de la temporada; galería y lunetario siempre estaban llenos.
En las lunetas de primera fila eran asiduos recurrentes don Perfecto Bolio, don Pepe Juanes, don Lolo Zavala, don Gabino de J. Vázquez, don Artaldo y don Armín Erosa Casares, don Chito Casares y otras personas que por su edad y escasa vista no podían ocupar asiento que estuviera lejos del escenario.
Entre los espectadores del “Gallinero”, nombre con que la gente designaba a la galería, no podía faltar el Vate Correa. En una función de la Egipcia, estrenó la Danza Mora; salió vestida con un vaporoso traje de odalisca, estaba descalza y ejecutó el baile sobre una alfombra, delicadamente y con mucha gracia, cantando aquella letra que dice:
Del Harén soy la Sultana,
del Sultán la favorita,
y no hay nadie que me iguale
con mi cara tan bonita.
Todos me contemplan
cuando estoy bailando
y mis movimientos
los van imitando.
Yo que lo comprendo
bailo sin cesar
y mis ilusiones
hago respetar.
Entre el público estaba don Chucho Escalante, el eterno Regidor de la Policía de aquella época memorable.
No sabemos si le gustó o no le gustó el baile de la Egipcia, pero lo calificó de impúdico, no de inmoral, y le aplicó una multa de 500 pesos. Después de la función, el comentario del Vate fue el siguiente:
Viendo a la Egipcia bailar
la imponente danza Mora
el público se incorpora
y aplaude hasta reventar,
y Don Chano el Regidor
de acuerdo con su doctrina
impuso a la bailarina
una multa, con rigor.
El comentario del público fue que el celoso regidor no desperdiciaba oportunidad de proporcionar más ingresos al Erario Municipal.
Damos algunas muestras del fino humorismo de Alcerán, tomadas de su obra “Musas de Manicomio”:
HISTORIA CLÍNICA
El pobre Tárcilo, un chico anémico,
con el defecto de ser glotón,
sintió de súbito un fuerte cólico,
signo inequívoco de indigestión.
Un caso insólito, casi hiperbólico,
comió diez plátanos, medio melón,
seis tamalículos de pollo autóctono
y un buen chirmólico de camarón.
El cuadro álgido llegó a la cúspide,
llamóse al médico sin más razón
y dijo: “récipe para este cólico,
preparen próntico el irrigador”.
Al ver la cánula el pobre párvulo
se puso trémulo de indignación
y dijo: ¡nárrags! con tanto líquido
mi pobre estómago hará explosión.
¡Prefiero cólico! ¿No hay paregórico?
Y defendiéndose pateó y mordió.
Protesta inválida, pues sin más trámite
la enteroclítica se consumó.
MODERNISTA
Muchachita adolescente
de simpática hermosura
que camina por la calle
contoneando la cintura
con vaivén desafiador,
si tú quieres que te adoren,
si es que tú buscas amor,
no es preciso que te pongas
tu pantalón pescador
para poner de relieve
tu calipigia elocuente,
tu calipigia es la misma
con un vestido decente.
Muchachita seductora,
de vaivén encantador,
necesitas que te lleven
a consultar un doctor
que te examine los sesos,
que registre con cuidado
y que busque entre tus núcleos
qué es lo que hay desajustado
en tu equilibrio interior;
que averigüe en tu bitácora
por qué te falla la brújula
y que encuentre alguna fórmula
que te devuelva el pudor.
DECLARACIÓN DE AMOR
Mujer sin ti
Non “po” vivir;
sin ti “la vie”
n’est pas possible.
Voy a traer
un buen cordel
y ya con él
hacerte “jich”
y como un “pich”
volar con “tech”.
A mi “uotoch”
te llevaré,
serás mi “pich”
junto a mi “tuch”.
Si quiere Dios
habrá un “dzirís”
que yo también
haré “jetz mek”
ANDROPAUSIA
El óxido del tiempo va ultrajando
el material de vida que palpita
en el átomo humano, en inaudita
escala destructora galopando.
Hay óxido de hueso en las bisagras,
óxido hay en los sesos y en los músculos,
y cuando alborean los crepúsculos
dolor de espectros en las carnes magras.
La médula oxidada ya declina,
la savia del rosal se va extinguiendo
al trauma de la trágica yohimbina,
y a pesar de los récipes vitales
el óxido implacable va imprimiendo
penumbras en los tonos funcionales.
Conrado Menéndez Díaz
Continuará la próxima semana…