Arqueología Maya
XII
PROCESOS DE INTERVENCIÓN EN EL TALLER LABORATORIO (1994 – 2005)
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FARDO FUNERARIO
Continuación…
R. Reacomodo de los fragmentos sueltos del tórax y la cabeza en una plantilla. Una vez obtenido el molde, éste se calcó en una plantilla de papel que sirvió para distribuir y reacomodar los fragmentos del tórax y la cabeza que se habían apartado (y que fueron severamente revueltos y dañados con el desafortunado accidente del cambio de los tubos de luz). Así, una vez que se obtuvo el diseño más o menos exacto de su posición (por medio de la unión de fragmentos en fracturas «frescas» –por el método con cola ya descrito y con la ayuda de fotografías) se procedió a elaborar vendoletas de papel non woven para mantener junta toda la zona y poder calcar su perfil en la parte superior del molde, aún sin topografía (véase figura 4). Finalmente, se calcaron los perímetros de las figuras en la plantilla y luego se volvieron a calcar sobre un plástico transparente cortado a la forma de la plantilla de papel, mismo que se colocó después sobre el molde-soporte.
S. Desbaste y realce de volúmenes en el área superior del molde (torso y cabeza). Con la plantilla de plástico perforada con alfileres y mediante carboncillo se dibujó sobre el molde-soporte de resina cada zona que precisaba de un desbaste para la colocación de los fragmentos de látex de tórax y cabeza. Los perímetros se repasaron luego con plumones fosforescentes y se comenzaron a rebajar las zonas con formón, moto tool, o bisturí según se iba necesitando.
Posteriormente se procedió a consolidar cada fragmento con Paraloid B72 (de la forma ya descrita en el inciso «N») para poder manipularlos y calcarlos. Los resultados fueron más que satisfactorios, lo que nos indica que la aclimatación de tres años del fardo mortuorio al medio ambiente de la ciudad de México (por el uso de la cola como consolidante) quizá fue una idea que, si bien en su momento nos pareció adecuada, resultó ser, en el fondo, bastante inoperante, puesto que tal vez con una aclimatación de un año por lado –previa a la aplicación de este consolidante de metil metacrilato– hubiera sido suficiente.
Tras la consolidación y una vez desbastadas todas las zonas, con plastilina23 modelada se dieron los realces de las zonas que precisaban, por el contrario, de proyecciones en el molde, como por ejemplo el fragmento de látex que alguna vez correspondió al área de los omóplatos, cuyo perfil era tan cóncavo que su base quedaba a casi 8 cm de distancia de los dos extremos laterales. Una vez generadas las alturas precisas (mediante un molde en positivo tomado de cada fragmento, mismo que era recubierto de egapack), la plastilina fue recubierta por una muy fina capa de resina sintáctica, que una vez curada quedó absolutamente rígida manteniendo la forma que se precisaba en cada caso.
T. Refuerzos. Varios fragmentos del torso (sobre todo aquellos que se habían fracturado y separado por la caída del tubo de luz neón) requerían uniones ligeras entre sí, para ello se usó papel japonés teñido con té negro. El papel se desfibraba y se adhería al látex por medio de Methocell adicionado con 5% de Timol. Este sistema de sujeción de zonas frágiles entre sí demostró ser muy efectivo, resistente y casi imperceptible para el espectador común, sobre todo en las áreas de volúmenes mixtos como los de los omóplatos y el cráneo.
U. Revestimiento del molde con tela. De forma paralela a la colocación de refuerzos, se compró y tiñó una tela de loneta ligera para cubrir el molde-soporte y dejarlo listo para cumplir su función museográfica. Se decidió teñir la tela del color que Patricia Meehan había escogido para montar la capa de cuentas de Spondylus, de modo que en un futuro se pudiera agrupar de nueva cuenta toda la ofrenda de la tumba 1 para un montaje museográfico completo: la unidad en los sistemas, colores y texturas de los montajes de las piezas era fundamental. La loneta se unió por medio de adhesivo Mowilith DM1H.
Después de ello, con fieltro color arena se hizo una plantilla más del molde-soporte, misma que se adhirió de igual forma al anverso de la resina. Finalmente, con engrapadora eléctrica se sujetaron ambas telas al molde (por la parte de atrás) y sobre el fieltro se colocaron y engraparon dos tiras longitudinales de velcro para poder, posteriormente, sujetar el molde-soporte a la madera de las parihuelas nuevas (véanse figuras 8 y 9).
V. Trabajo sobre la madera de caoba de las parihuelas de sustitución. Cuando en 1999 se decidió no usar la madera original para el montaje definitivo del fardo funerario, se compraron dos vigas de madera de caoba fina. En 2003, éstas se cortaron a una longitud de 1.80 m y se escofinaron contrahilo para hacerlas parecer antiguas. Por otra parte, para hacer la litera se insertó un travesaño central de pino entre ambas vigas (travesaño que las mantiene unidas pero que es invisible cuando se coloca el soporte del envoltorio mortuorio encima de ambas). Los maderos se «ensuciaron» con pintura vinílica disuelta en agua y se pulieron con cera comercial Johnson’s. Finalmente, se les claveteó la contracara del velcro ya engrapado en el reverso del molde de resina (véase figura 8).
W. Montaje del envoltorio. Tras lo anteriormente descrito, se colocó el soporte sobre la parihuela y, con mucho cuidado, se trasladaron todos los fragmentos del fardo al molde-soporte. Seguidamente, se introdujeron pequeñas bolsitas de la loneta teñida y rellenas con perla de poliestireno en todos los orificios y huecos de la zona inferior del envoltorio para que las zonas huecas del interior del bulto tuviesen un soporte blando y para hacer aún más evidente el material original: sus texturas, sus diversas calidades cromáticas, su densidad, etc. (esto, debido a que las bolsas no sólo parecían ser parte del soporte sino que, además, contrastaban cromáticamente con el látex).
Posteriormente, se procedió a coser con hilo nylon muy delgado todos los fragmentos a la tela del soporte, de forma que no sufrieran movimientos durante su traslado. Este minucioso y complicado trabajo se completó pintando los hilos con pincel y pintura vinílica (con los diversos tonos, mismos que presentaba el envoltorio).
X. Corte del esqueleto y colocación de éste en el molde-soporte. Al tiempo en que se realizaban los tres anteriores procesos se compró un esqueleto plástico para usarlo en el montaje en vez de los huesos del personaje, puesto que éstos se hallaban sumamente incompletos, dañados y no posibilitaban una lectura congruente del fardo funerario, pieza que debido a sus características es difícil de comprender de un solo golpe de vista. Por ello mismo, se decidió que un esqueleto didáctico en la parte superior podría ayudar al espectador a comprender de qué se trataba el objeto que estaba observando, sobre todo debido a la destrucción del área del torso.
El esqueleto se recortó hasta la altura de las costillas y fue patinado con pinturas vinílicas para asemejarse a material óseo hallado en excavaciones arqueológicas. Por otra parte, se le colocaron en su parte inferior cuatro tornillos de rosca a los que se les hizo un pie de resina epóxica y que permitieron colocarlo (o retirarlo) sin problemas de la zona de la espalda del personaje pero sin aplastar los pocos fragmentos de látex que quedan del torso (sobre todo de los omóplatos). Así, el esqueleto quedó como una pieza absolutamente independiente del fardo. La posición de los cuatro soportes del esqueleto fue marcada en el molde-soporte del bulto funerario por cuatro pequeños círculos delineados en negro.
Al mismo tiempo, se pegaron al esqueleto, con hilo nylon y Mowilith DM1H, ocho pequeñas tiras de velcro en las costillas superiores, de modo que fuera posible adherir los pendientes de sílex a modo de un collar, como se verá más adelante (véase figura 11). Asimismo, se hizo el mismo procedimiento con un pequeño fragmento que correspondía a la cobertura del cráneo y que fue el único que se pudo rescatar completo del accidente del tubo de luz neón.
Para finalizar es importante aclarar, que el esqueleto presenta una diferencia de altura considerable respecto a la altura general del fardo (sobre todo para no lastimar las zonas del fondo del envoltorio que, como ya se explicó, fueron las únicas que sobrevivieron a los ataques de los roedores en el área torácica y que tienen un nivel de altura muy superior al resto del bulto mortuorio). Esto no me parece un problema si es respetada la idea original de hacer una reproducción museográfica de toda la tumba 1 porque entonces la ofrenda podrá apreciarse desde arriba; es decir a una distancia de casi 2 m verticales y, entonces, la diferencia de altura entre el esqueleto y el látex será casi imperceptible, como puede corroborarse en las fotografías de fin del proceso (véase figura 13).
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23 La plastilina se empleó en lugar de la resina debido a que como la primera no fragua era posible rectificar y alterar los volúmenes hasta que éstos pudieran quedar exactamente como se necesitaban. De haber aplicado directamente la resina, como es obvio, esto no se hubiera logrado.
24 Cabe aclarar aquí que las pequeñas bolsitas de egapack descritas en el inciso «P» habían sido ya removidas en este momento.
Renata Schneider
Continuará la próxima semana…