Arqueología Maya
XI
PROCESOS DE INTERVENCIÓN EN EL TALLER LABORATORIO (1994 – 2005)
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FARDO FUNERARIO
Continuación…
J. Ejecución de un molde de fibra de vidrio para la cubierta del envoltorio. En 1999 se consideró que era ya un buen momento para iniciar los procesos antes descritos, pero por el anverso del fardo. Esto significaba un problema que pudo comprobarse tras la micro- excavación porque la parte superior del bulto (tórax y cabeza) se encontraba conformada por fragmentos sueltos, sumamente deteriorados y con volúmenes complicados y frágiles (debido a la cubierta acojinada de látex que cubría la cabeza del personaje originalmente), además de que la región que va de las clavículas a la cintura fue la más “requerida” por los roedores. Por ello se decidió separar la región que abarca de la cadera a los pies de los –varios– fragmentos sueltos que componían la parte superior del bulto; esto, después de medir cuidadosamente las proporciones máximas del envoltorio (para luego reproducirlas lo mejor posible en el molde-soporte).
Posteriormente, se colocaron los fragmentos sueltos en una mesa anexa a la cámara, acompañados por el cráneo y la cuenta bucal y se procedió a elaborar un molde de fibra de vidrio embebido en resina epóxica para poder tener una base exacta de la topografía del envoltorio y poder girarlo con tranquilidad.
Para ese fin se cubrió toda la zona con plástico “egapack” y se hizo un pequeño molde con poliestireno en el perímetro de la zona inferior del fardo.
Una vez vaciada la resina se cubrió el molde con plástico negro y se realizó un fuerte atado con colchonetas de todo el fardo. Así mismo se fijó lo mejor posible con colchones de poletileno (hule esponja) la parihuela sur y se procedió a girar el bulto (véanse figuras 2a-2d).
K. Intervención por el anverso y aclimatación 1999-2002. Una vez girado el bulto funerario se procedió a realizar exactamente los mismos procedimientos de limpieza, fijado y consolidación ya descritos. Asimismo, se procedió a resguardarlo en aclimatación para observar las respuestas en el anverso de los materiales originales y de intervención durante tres años más.
L. Revisión del estado de conservación de los materiales interiores del fardo y de la parihuela de madera sur. Entre los años 1999-2000 se realizó la revisión de cada material y de cada objeto hallado al interior del fardo. Fue en este momento en que se decidió dejar fuera del proyecto a la madera y en el que se intervinieron los fragmentos sueltos del tórax y la cabeza (siguiendo los procedimientos ya descritos), Asimismo, se trataron de la forma en la que se describe más adelante, el material óseo y los objetos de concha y sílex.
En este momento es importante mencionar un muy desafortunado incidente: en el año de 1999, la administración de la CNCPC decidió cambiar los tubos de neón de las lámparas del taller donde se encontraba el fardo, sin avisarle a ninguna de las restauradoras encargadas en ese entonces del espacio (Alejandra Alonso, Valeria García y Renata Schneider). Desgraciadamente, quienes cambiaron los tubos dejaron caer accidentalmente uno sobre la mesa anexa a la cámara, fracturando severamente varios fragmentos del fardo provenientes de las zonas de tórax y cabeza, pero, sobre todo, haciendo añicos y convirtiendo en polvo el cráneo del personaje, mismo que ya nunca pudo restituirse por más intentos que realizamos para probar si podría adherirse nuevamente.
M. Toma de improntas con moldes de silicón y remoción de la concha bivalva embebida en el interior del fardo. Tras comprobar que el fardo se encontraba estable se comenzaron las labores para la manufactura del molde-soporte de exhibición del envoltorio, puesto que era preciso contar con algún tipo de método de transporte del bulto funerario en vista de la fragilidad del látex, mismo que no soportaría ser manipulado directamente sobre las parihuelas de sustitución y que además debía ser fijado de alguna forma a éstas para poder ser trasladado y exhibido.
Para ello, antes de proceder a revisar alternativas de soportes, fue necesario tomar muestras de las improntas de textil y petate que aparecen en la parte inferior del fardo, en función de que ya no sería posible observarlas. Para ello se usó silicón líquido.
N. Consolidación de la superficie de látex por medio de Paraloid B-72 al 4% en acetona. Desgraciadamente, como ya se mencionó con anterioridad, la Cola Americana no cumplió su función como consolidante, puesto que tras 8-10 meses de haber sido aplicada, las zonas consolidadas parecían no haber recibido tratamiento alguno. A pesar de que se realizó otra exhaustiva revisión de la bibliografía se notó de nueva cuenta que no había datos suficientes sobre materiales de intervención adecuados para este caso, por lo que se realizaron pruebas con Paraloid B-72 a distintas concentraciones y en distintos solventes, hasta que se encontró la que nos pareció la más indicada en términos de su poder consolidante (y a la vez en cuanto al mínimo cambio de apariencia visual). Esta concentración al 4% es muy baja y soluciona bien los problemas de fragilidad y rigidez del látex. Sin embargo, era fundamental asegurar condiciones de temperatura y humedad controladas una vez que el fardo funerario llegara a la ciudad de Campeche o se tendrían problemas de exfoliación y amarillamiento en la película consolidante en un lapso no mayor a diez años.
O. Selección del material para la elaboración de un soporte. De forma paralela al trabajo de consolidación comenzó la búsqueda de un material de soporte que fuera lo suficientemente ligero como para que el envoltorio de látex soportara su peso sin quebrarse (durante la ejecución del molde en negativo de la base o anverso del bulto), pero que al mismo tiempo fuera lo suficientemente firme y fuerte para soportar el peso del envoltorio. Asimismo, se precisaba de un material fácilmente moldeable y que no presentara reacción exotérmica durante el curado. Finalmente, el material debía ser inocuo para el usuario debido a la gran cantidad de tiempo que se precisaría para hacer un molde acucioso y preciso del fardo.
Las opciones con las que contábamos eran en realidad bastante limitadas puesto que en la bibliografía y las comunicaciones orales sólo se hablaba de la gama de resinas aralditas (sumamente pesadas y tóxicas), las fibras de vidrio empapadas en resinas epóxicas (increíblemente tóxicas) o las resinas expandibles de poliuretano (con las cuales es difícil hacer moldes precisos y cuya reacción implica altas temperaturas).
Hago aquí una digresión: afortunadamente, de 1997 a 2001 fui asesora del proyecto de rehabilitación arquitectónica del Ex convento de Betlemitas en su área de conservación de pintura mural, área que dirigía la restauradora Claudia Salgado. Gracias a ella y al restaurador Pablo Zavala tuve contacto con una resina sintáctica de la marca Vántico que ellos habían probado con excelentes resultados en el montaje de fragmentos de decoración parietal desprendidos. Tras verlos manipularla pensé que podría probarla y les solicité ayuda. Así, ellos, generosamente, no sólo me facilitaron los resultados de sus pruebas con la resina, sino que me pusieron en contacto con el ingeniero Octavio Román de Ciba-Vántico (hoy Huntsman) quién me regaló varias muestras de esta resina color blanco amarillento y me explicó con detalle sus ventajas y desventajas (véase anexo núm. 1 de mi tesis original).
Cabe mencionar que la resina sintáctica REN 177-62 resultó ser óptima para lo que estábamos buscando puesto que es increíblemente ligera (a razón de 0.39 gr/cm³), fácil de moldear y casi inocua para el usuario; se trata de una espuma epóxica de baja densidad, elaborada a partir de butylfenil glycidil eter, C12 y C14 alkyl glycidyl éteres, resina epóxica y de vidrio en la resina propiamente dicha (y en el endurecedor a base de resinas de poliamida, fibra de vidrio y diversas tetraminas). Además de todas estas ventajas, una vez curada (alrededor de 24 horas de haber sido preparada y de 4-6 días definitivamente) puede ser lijada y pintada; además de que puede recibir añadidos (correcciones o pentimentos volumétricos) tras empapar las zonas de unión con acetona por unos minutos.22
P. Relleno de zonas vacías con bolsas de perla de poliestireno. Tras consolidar el anverso del bulto y obtener resultados satisfactorios con la resina sintáctica se procedió a rellenar todos los espacios vacíos del envoltorio (ahora sin debris, huesos o tierra) con perla de poliestireno unicel para evitar introducir resinas en áreas interiores del envoltorio y para tener un esqueleto interno cuando fuera preciso girar de nueva cuenta el fardo. Asimismo, se retiró definitivamente la cámara de humedad puesto que no era ya necesaria (dada la estabilización y la consolidación) y era preciso contar, por el contrario, con un espacio abierto para poder manipular el envoltorio. Posteriormente se cubrió toda la superficie expuesta de látex con papel aluminio. El aluminio, a su vez, se barnizó con una capa gruesa de aceite de cártamo para evitar que la resina se le adhiriera.
Q. Elaboración del soporte. Se comenzó la elaboración del soporte de los pies hacia la cabeza en un espesor máximo de 8 cm. Posteriormente se separó la resina del anverso del fardo y éste se colocó sobre unas colchonetas en un extremo del taller (con el fin de dejar la mesa de trabajo lista).
Después, se colocó el molde por el frente y, con ayuda del antropólogo físico Andrés del Ángel y la restauradora Valeria García, se establecieron las medidas máximas para el molde: 1.60 m de largo x 45 cm de ancho en el área de las caderas como extensión máxima x 8 cm de espesor. Dentro de esa área se elaboró con resina la parte superior de una figura humana de unos 8 cm de es- pesor donde posteriormente se colocarían los fragmentos de látex correspondientes al torso y a la cabeza.
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21 La mención de que el Primal AC 33 había funcionado adecuadamente en materiales sumergidos, me hizo probar el mismo material, pero en solución.
22 La resina REN 177-62 ha probado ser increíblemente versátil. De hecho, desde que empecé a emplearla en este caso ha sido ya usada en varios otros proyectos con resultados más que satisfactorios, por ejemplo, los obtenidos por la restauradora Laura Suárez en su trabajo de montajes para la colección de cerámica fina de Tamtoc, San Luis Potosí, en 2003-2004.
Renata Schneider
Continuará la próxima semana…