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El fardo funerario de la tumba 1 de Calakmul – II

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Arqueología Maya

II

ANTECEDENTES

Desde fechas muy tempranas, el sur de Campeche se pobló de varios asentamientos que se desarrollan a partir del siglo VII a. C. y hasta el siglo IX d. C. Uno de los sitios más importantes y de mayor relevancia fue Calakmul.

El sitio se localiza en el extremo norte de la llamada Zona Centro del territorio maya; exactamente a los 18° 06′ 31.856” latitud norte, 89° 48′ 17.941” longitud oeste y a una altitud de 240.51 msnm sobre una gran llanura de terreno calizo.

Los trabajos de investigación realizados desde hace casi veinte años en Calakmul hacen referencia a una ocupación que abarca los periodos Preclásico Medio hasta por lo menos el Clásico Terminal (900 a. C.–1000 d. C.), pudiendo extenderse hasta el Posclásico:

…parece haber una ocupación continua de Calakmul desde el Preclásico Medio hasta el Clásico Terminal, siendo su época de auge el Clásico Tardío con mayor frecuencia y número de tipos [cerámicos] cuando probablemente funcionó como capital regional. Hacia el Clásico Tardío algunas tradiciones cerámicas de Calakmul se reorientan hacia el norte, específicamente con la región Río Bec. Sin embargo, la cerámica de Calakmul en general mantiene una mayor relación con las tradiciones cerámicas del noreste del Petén guatemalteco que con las regiones del norte de la Península de Yucatán. No obstante, desde el Clásico Tardío y especialmente durante el Clásico Terminal y hasta la época Posclásica ciertas actividades de carácter ceremonial muestran más filiación con el norte.4

Asimismo, es interesante considerar que en Calakmul convergen tres tradiciones cerámicas: la del Petén, la de Río Bec y la del Puuc.5

El patrón de agrupamiento y distribución determinado para Calakmul refleja, aparentemente, una disposición de jerarquía social, política y económica: las residencias de las clases baja, media y de élite son notablemente diferentes en tamaños y formas. Sin embargo, la ausencia general de albarradas hechas de piedra, que delimitan unidades, hace difícil la asociación precisa de estructuras auxiliares y edificios accesorios6. Por otro lado, existen centros menores (cívicos y religiosos) localizados a distancia del núcleo central, que podrían haber funcionado para barrios o vecindades específicos.

Calakmul ha resultado ser un sitio sumamente interesante en el estudio de las costumbres funerarias del período Clásico Tardío maya, puesto que en el relativo corto tiempo que lleva Calakmul de ser explorado sistemáticamente se han encontrado varios ejemplos mortuorios riquísimos en información y materiales, entre los que destacan los ejemplos de las tumbas halladas en las estructuras II, III, IV y VII.

En cuanto a la tumba que nos ocupa es preciso decir que la estructura XV, junto con la estructura XVI, son parte del único edificio de la Gran Acrópolis del sitio que está precedido por cinco estelas; tres de ellas corresponden a una primera etapa constructiva de la estructura, mientras que las dos restantes corresponden a una modificación posterior. Las inscripciones originales están muy dañadas aunque se conserva legible la de la estela 75 y en la que aparece la fecha 9.13.0.0.0 (721 d.C.). En ésta y en las demás estelas aún son legibles las representaciones de dignatarios mayas del siglo VIII.7

La estructura en una primera etapa constructiva estaba conformada por un recinto superior de una sola crujía sumamente angosta con una banqueta a lo largo de todos los muros, que soportaba una crestería volada (de la cual se conservan algunas piedras del arranque). En la última y única remodelación se agrega una habitación más amplia al frente donde se depositaron “en tumbas abovedadas durante el Clásico Tardío, los restos de tres personajes probablemente de uno de los linajes gobernantes de Calakmul”.8

Así, a partir del descubrimiento de la tumba 1 de la estructura XV de Calakmul, en septiembre de 1994, el Proyecto Arqueológico de la Biosfera de Calakmul, dirigido por el arqueólogo Ramón Carrasco, solicitó apoyo a la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) del INAH para el rescate y conservación de los materiales de la misma, puesto que ante la diversidad y la naturaleza de materiales que presentaba la cripta era necesario contar con restauradores especializados. Esto, entre otras razones porque el clima en Calakmul se considera cálido subhúmedo con lluvias en verano y con un porcentaje de lluvias en invierno muy bajo (según la clasificación de Köeppen modificada por Enriqueta García),9 lo que implicaba una serie de problemas para la excavación y liberación de la ofrenda, sobre todo en función de la humedad relativa como se verá líneas abajo y en el siguiente apartado (dedicado al análisis de las causas y mecanismos del deterioro).

La tumba 1 sufrió importantes procesos de alteración destacándose la bioturbación animal y las inundaciones. Sin duda en este ámbito climático todos los materiales se vieron sometidos a condiciones muy severas de deterioro y a fluctuaciones continuas que les impidieron establecer un equilibrio definido con el medio ambiente.

En consecuencia, era preciso que, además de los restauradores, se contara con la asesoría de especialistas de otras disciplinas que nos orientaran tanto en el tratamiento de los materiales como en el sistema de muestreo (necesario para la ejecución de análisis en laboratorio).

De esta manera, iniciamos en la ciudad de México una serie de entrevistas a especialistas en diversas disciplinas (antropología física, arqueología, restauración, arquitectura, biología, etc.) y, del mismo modo, realizamos una consulta bibliográfica extensiva. A partir de dichas consultas y de una prolija revisión bibliográfica sobre técnicas de extracción, y de manera previa a la exploración e intervención de la tumba, se definió que el trabajo en campo debía basarse en determinados lineamientos, mismos que se cumplieron efectivamente una vez integrado el trabajo in situ:

  1. Liberación de los materiales en bloque (es decir, rodeados por una matriz de tierra, preservando momentáneamente las condiciones de equilibrio de artefactos y elementos).
  2. Las intervenciones de conservación se reducirían al mínimo y se harían sólo en casos excepcionales.
  3. Se evitaría la aplicación de cualquier tipo de material de naturaleza ajena a la de la materia prima de elaboración de los objetos, y así evitar la contaminación de los materiales.
  4. Se tomarían muestras de cada estrato, un cuadrante sí y otro no (método del “damero”). Cada cuadrante mediría 20 x 20 cm, en vez de los 50 u 80 cm² que se acostumbran en el área de arqueología.
  5. Se pondría gran énfasis en la recolección de los datos de registro y no se retiraría ninguna pieza de su contexto hasta estar completamente registrada y que se pudiera entender la relación vertical y horizontal de acuerdo con los demás objetos.
  6. Previo a cualquier tipo de trabajo se establecerían medidas de preservación, cuantificación y control del medio ambiente (a definirse en campo).
  7. Todos los materiales (muestras, elementos y artefactos) serían cuidadosamente embalados y almacenados de manera que no perdieran humedad o se expusieran a oscilaciones de temperatura. De este modo, esta tumba de aproximadamente 3.30 m de largo x 1.47 m de ancho x 2.25 m de altura máxima10 fue excavada durante los meses de octubre y noviembre por un equipo compuesto por tres restauradoras, un arqueólogo, una dibujante y tres maestros albañiles siguiendo los preceptos antes señalados (véanse figuras 5a–c y 6a–d). Cabe aclarar que el espacio de la inhumación era sumamente pequeño y que había sido severamente dañado por la acción de roedores y las entradas periódicas de agua por lo que la excavación fue todo menos sencilla. Aun así, los materiales rescatados fueron: a) Dieciséis piezas cerámicas del tipo Infierno negro monocromo, mismo que corresponde al Clásico Tardío (600–900 d.C.), b) Una infinidad de piezas de lapidaria (dos pares de orejeras; varias cuentas que conformaban los brazaletes, las ajorcas y la pequeña máscara; cuatro pendientes de roca silícea y un personaje labrado en jadeíta), c) Madera de parihuelas, morillos y soportes (en todos los casos muy deteriorada), d) Muestras de paleosuelo, e) Tres improntas de textiles y cordelería registradas en tierra endurecida, f) Accesorio de vestimenta (o capa) de Spondylus (compuesto de 380 placas perforadas de entre 2.33 y 1.33 cm³), g) Concha (dos conchas bivalvas y ejemplos de las cuentas de los brazaletes y las ajorcas (conchas en tono morado, mamey, hueso y ocre); además de dos piezas similares a agujas contemporáneas, h) Todo el material óseo del personaje (en muy mal estado de conservación), i) Muestras de nidos de abeja melipona, j) El fardo funerario completo.

Todos ellos fueron registrados por cuadrante y recibieron número de elemento cuando así lo precisaban, aun cuando sabíamos que debido a la bioturbación y a las inundaciones ciertos elementos que habían sido numerados separadamente en función de su ubicación en el contexto eran en realidad parte de un mismo artefacto. Al final, tras la remoción de todo el material se dejaron solamente las cuentas de Spondylus de la capa y el fardo funerario. Las cuentas fueron retiradas siguiendo su posición espacial y colocadas en placas de poliestireno (unicel). El bulto mortuorio fue blanqueado y trabajado para ser removido en bloque (véanse figuras 7a–d).

Posteriormente, en diciembre de 1994 se trasladaron a la CNCPC todos los materiales de la tumba, a excepción de la lapidaria (ajorcas, brazaletes, pendiente antropomorfo y orejeras),11 y enviados a México para ser analizados, estudiados y conservados. En 1995 se concluyó el trabajo de análisis e intervención sobre la cerámica para ser trasladada a Campeche en el mismo año.12 Posteriormente, se comenzó el trabajo de análisis, microexcavación y adaptación microclimática del envoltorio mortuorio, de la madera de las parihuelas (en estado casi irrecuperable), el material óseo, las conchas, el sílex, la capa y los demás materiales. Este trabajo se prolongó por espacio de casi diez años por una serie de razones que se expondrán a detalle en las siguientes páginas.

De este modo, para seguir un orden expositivo adecuado, antes de hablar de las intervenciones realizadas a los materiales ofrendados en la tumba 1, se describirán física y formalmente los materiales (en particular y con mayor profundidad en el caso del látex del envoltorio); además de que se explicarán su posible manufactura y los posibles mecanismos que generaron el estado de conservación de los hallazgos en 1994 y que, en la medida de lo posible y siguiendo con estricto apego la teoría de la restauración planteada por Cesare Brandi’ –deontología aceptada y seguida por los profesionistas de la restauración en México–, nuestro objetivo fue la conservación del material que al mismo tiempo nos facilitará la comprensión visual de los artefactos.

Antes de abordar el tema, sólo quisiera decir que espero que este documento logre reflejar la problemática a la que tuvimos que enfrentarnos, debido a las características tan particulares de la ofrenda y a que los materiales con que se manufacturaron los artefactos y elementos no contaban con un modelo técnico de intervención susceptible de consulta, por lo cual tuvimos que valernos del análisis así como de la experimentación con diferentes materiales y técnicas para resolver sus problemas de conservación y restauración. Bajo estas condiciones considero que esta investigación ha sido una gran aportación de estudio.

Por último, y antes de entrar en materia, quisiera decir que durante once años de trabajo conté siempre con el apoyo y asesoría de una infinidad de personas. Por razones de espacio me es imposible enumerarlas a todas, pero ellas saben quiénes son y lo agradecida que estoy. Este trabajo nos pertenece a todos por igual.

 

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3 Carrasco et al., 1995: 3. Se menciona también ocupación en el Posclásico.

4 Carrasco et al., 1995: 49.

5 Carrasco et al., 1995: 52.

6 Fletcher et al., 1987: 90.

7 Carrasco et al., 1995: 27.

8 Ídem.

9 Citado en Piña Chan, 1985: 18.

10 Los cuatro muros presentaban aplanados hasta una altura de 1.50 m, distancia a partir de la cual se desplantaba la bóveda. El acabado de los aplanados era sumamente burdo, siendo la base de su composición una arcilla de la región enjarrada con lechada de cal sobre la que se denotaban varias huellas de manos.

11 A la CNCPC se trajeron tan sólo ejemplos de las cuentas de jadeíta de las ajorcas, los cuatro pendientes de sílex que se encontraron dentro del bulto mortuorio, la máscara y tres cuentas de jadeíta más que estaban también dentro del envoltorio funerario y que pudimos rescatar sólo tras la microexcavación. Los demás materiales, a petición expresa del arqueólogo, se mantuvieron en Campeche.

12 Para mayor información sobre este tema en particular se recomienda leer el informe correspondiente, mismo que puede consultarse en el Archivo Técnico de la CNCPC y en el Centro INAH Campeche.

13 Cf. Brandi, Teoría de la restauración, España, Alianza Editorial (Forma), 1988. Traducción de Ma. Ángeles Toajas.

 

Renata Schneider

Continuará la próxima semana…

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