Letras
José Juan Cervera*
La narrativa contemporánea es heredera de tradiciones múltiples y fuentes diversas que la convierten en suelo fértil para transmitir el vigor que recorre presencias emergentes, sólidas y disciplinadas, las cuales demuestran su poder de asimilación de técnicas y combinaciones distintivas de un oficio que se forja más allá de azares y apresuramientos, porque los logros verdaderos no se improvisan. A cada obra corresponde un número potencial de lectores que, aun cuando la reciban con expectativas variables, en el acto de apreciar sus valores cifran el mejor vehículo de diálogo con el impulso creativo de quien la escribe, entidad dinámica representada en la configuración sustantiva del texto.
Es notable la manera como el autor de Sueñoscopio convierte en materia de creación literaria una diversidad de elementos, reflejándose en la exposición versátil de formas y temas, recursos técnicos y atmósferas narrativas, resultando así un conjunto de equilibrios que regulan la apreciación de los asuntos propuestos. Los sueños a que alude el título se constituyen en núcleo inagotable de inventiva y sorpresa. Aunque no todos los cuentos reunidos en este volumen toman estrictamente la experiencia onírica como hilo conductor en la trama dispuesta para envolver a quien lo lea, sí adquiere un valor sobresaliente al conectarlo con las posibilidades infinitas que pueden desprenderse de las historias que encierra.
El nombre del libro predispone a sospechar la existencia de un artefacto capaz de mostrar la secuencia visual de todo aquello que acontece fuera del estado de vigilia, ajeno a sus leyes y a la lógica convencional que lo gobierna. En un estado así pueden concebirse asociaciones inusitadas, portadoras de un significado que incita a la conciencia a descifrarlo así sea en fragmentos que lo representan. Este generoso estímulo está presente en el conjunto de textos reunidos, expresando un impulso que no todos los narradores alcanzan, más aun tratándose de una primera incursión editorial. Gaspar Cabrera Martín forma parte de la comunidad de escritores que han sabido encontrar, cada cual a su manera, claves estilísticas y contenidos atractivos para despertar interés en el desarrollo de su escritura.
Los sueños ayudan a despejar incógnitas ancladas en miradas retrospectivas, entrañan la proyección de angustias e incertidumbres y, a su modo, suplantan la secuencia lineal de los acontecimientos. Junto con ellos, los recuerdos constituyen un componente de la vida psíquica que confiere relieve a ciertas vivencias de los personajes a que corresponden, quienes las juzgan fundamentales para desentrañar el sentido de sus pasos hacia un destino preñado de enigmas, comprometiendo sus fuerzas y sus aptitudes para enfrentar sinsabores y decepciones. Pueden revelar claves extraviadas, o simplificar la complejidad de experiencias vividas, algo que permite reconocer su peso significativo al mantener fresco aquello que se ha transformado en algo distinto, pero indispensable para guiar el crecimiento interior y acaso una comprensión más plena de las circunstancias que obran sobre la conducta. Los recuerdos acompañan valores y sustentan aspectos básicos de las identidades individuales, en proceso de redefinición constante.
En la amplitud de sus enfoques y desarrollos, algunos cuentos rondan el sustrato mítico alojado en la conciencia, investida de alegorías, arquetipos y correspondencias que remueven capas nebulosas agazapadas en recovecos mentales en los cuales anidan conflictos y desequilibrios, sobre todo cuando el ser humano deja de aceptarlas como parte de sí.
La riqueza que prevalece en las variantes de tratamiento narrativo presentes en esta colección de cuentos logra que situaciones absurdas y representaciones grotescas hagan que la pérdida del sentido convencional de las cosas se convierta en medio para esbozar retratos satíricos y exhibir debilidades que aquejan la condición humana. Con este propósito, el autor se vale tanto de modelos basados en las formas clásicas de las fábulas como de pinceladas narrativas que muestran, por ejemplo, la compulsión de acumular objetos o figuras simbólicas, o la excentricidad de un millonario que, enfundado en un mismo atuendo durante lustros consecutivos, pasa por alto la dieta rigurosa a que lo somete un médico afamado. En ocasiones, la prosa comprimida en unas cuantas líneas destila con suma eficacia el sarcasmo necesario para exagerar los rasgos de los protagonistas en determinados pasajes.
Uno de los apartados del libro contiene relatos cuyo contexto geográfico sugiere vistas del pedregoso suelo yucateco, identificado en sus tradiciones en torno a la caza del venado, sus antiguas haciendas y el microcosmos que en ellas bullía, las calles del sur de Mérida con sus figuras icónicas, la célebre fiesta del barrio de Santiago, y prácticas recreativas como el fútbol y el cine, que marcan el aprovechamiento de los cada vez más escasos momentos de ocio. En estos textos, la cercanía a la cultura popular no se solaza en el mero apunte pintoresco de la vida rural o urbana, sino que propicia la recreación de atmósferas en que el argumento toma fuerza para sellar la intensidad que sostiene su lectura.
El orden de los materiales que conforman el libro reserva para el final un cuento de raigambre gozosamente moderna y experimental, un homenaje a la música pop–rock–soul desde la evocación de figuras como The Beatles, Moondogs, Beach Boys, Temptations y otras más, entreveradas en anécdotas de cantina como escenario para preparar complicados exámenes escolares, todo en un marco de continuas referencias sobre un fondo de mixturas semánticas que dan como resultado la composición de una historia divertida, la cual añade otra faceta a la versátil fecundidad de esta obra fraguada en el oficio de narrar con pleno conocimiento del terreno que pisa y de la fraternidad creadora que honra. Es tiempo de darle la bienvenida por cumplir su razón de ser en el mundo del arte escrito.
*Texto leído durante la presentación del libro Sueñoscopio, de Gaspar Cabrera Martín, el 11 de noviembre de 2021 en la Biblioteca Pública Central Estatal Manuel Cepeda Peraza. Mérida, Yucatán.