Remembranza
ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA, “LUGUI SHIMA”
Han transcurrido dos años desde la celebración del Día del Luchador Yucateco en esta ciudad de Mérida en la cual se entregaron reconocimientos en este espectáculo pancracista de la Lucha Libre. En ese evento se me entregó una placa metálica que dice: “El Comité Organizador del Día del Luchador Yucateco 2022 otorga el presente RECONOCIMIENTO A: LUGUI SHIMA POR SU DESTACADA ACTUACIÓN en el desarrollo de la Lucha Libre en el Sureste Mexicano. Mérida, Yucatán a 28 de junio de 2022.”
Fui de los primeros cinco luchadores profesionales que iniciamos este deporte en Yucatán que debemos a Eduardo Pinkus Leal, que luchaba como “El Duende” y falleció a fines del año anterior en Campeche, donde tuvo una Arena de Lucha Libre y fue empresario. Pinkus fue nuestro maestro en este deporte espectáculo, participando en las luchas preliminares a las de los grandes luchadores de la Ciudad de México, abaratando las nóminas. Llegamos a luchar con todos ellos en batallas campales, desde luego eliminándonos primero, para dejar a las estelares de México en los cierres de este deporte espectáculo.
Los cinco primeros luchadores de Yucatán fuimos: Eduardo Pinkus Leal “El Duende”, que después luchó como “Pinkuski el Príncipe Millonario”, el único que actuó en California en los USA; Moisés Carrillo “El Dandi”, Manuel Bravo “Manolo Mérida” y también réferi; Jorge García “Águila Blanca” y el que escribe, Hiram García “Lugui Shima”. Este nombre me lo puso Eduardo Pinkus y hasta la fecha lo usan para referirse a mí quienes me vieron luchar.
Una tarde, después de asistir al primer Dojo de Judo cercano al estadio Salvador Alvarado, tome mi judogui para asistir a la función de lucha en el Circo Teatro Yucateco. Con mi equipo en mano llegué al barrio de Santiago y me apersoné como cada sábado. Al entrar, Pinkus me dijo: “Ya nos salvaste: se nos quedó un Cadáver -abuelo de los Cadáveres luchadores tabasqueños- en el Carmen, pues no salió la panga para llegar a Mérida por mal tiempo; tú debutas hoy.”
La lucha la entrenábamos con Pinkus en el gimnasio del edificio central de la Universidad. Le dije: “No traje equipo para subir al ring.” Preguntó: “¿Qué traes en la espalda?” Contesté que mi equipo de judo. “Pues subes al ring con tu traje de judoka, sin zapatos, y haces artes marciales. Lucharás con el Dandy como pareja y nosotros te ayudaremos.” Ya en el ring, el anunciador de las peleas dijo: “En esta esquina el Dandy, acompañado por el destacado y fino oriental Lugui Shima.” De ahí mi nombre de luchador hasta la fecha. Aunque hace muchos años que no subo a un ring, con satisfacción puedo decir que fui el primer yucateco que ganó un campeonato de Lucha Libre en Yucatán, en el 54, y dos años después el del Sureste en Villahermosa, Tabasco.
Añoro los sábados de Lucha Libre en el Circo Teatro Yucateco, saludar a nuestro empresario Gonzalo “Fayo” Solís recibiéndonos en la puerta: a mi amigo y compañero de Plaza Fiesta “Dina” Valencia, más joven que yo que cargaba mi equipo de lucha, lo llevaba a los camerinos, recogía y guardaba mis capas. Siempre me acompañó, hasta en la senectud, como compañero de dominó, simpático y dicharachero, hasta que llegó la pandemia fatal para ambos. Yo sobreviví, con trabajos.
Como luchadores profesionales, trabajamos en el interior del Estado Yucateco en Tizimín, Motul e Izamal, en Campeche, Villahermosa en Tabasco. Pude actuar en el Distrito Federal, ahora Ciudad de México, por la amistad de Lutteroth con mi padre. Me dieron funciones de pareja con el Sheik Maralá en las arenas Escandón, Tacubaya y Coliseo. Me faltó la Arena México, que era la más grande, y la que no se construyó en la Ciudad de los Deportes por Neguib Simón, proyectada para 40,000 espectadores y se truncó después de inauguradas la Plaza México, para 60,000 personas, y el estadio Olímpico.
Eduardo Pinkus dejó huella entre la colonia yucateca de Los Ángeles, en California, para después dedicarse a su escuela de Lucha Libre denominada “La Capillita”, y como empresario de funciones de lucha en la Plaza de Toros de Campeche, donde luchamos juntos en tres ocasiones.
Los festejos del Día del Luchador Yucateco los debemos a otro destacado luchador tanto en la Ciudad de México como en las arenas locales y de otros estados: Mario Alfredo Ríos Urcelay, magnífico organizador que ha creado y podido unificar a los luchadores de todas las épocas, desde nosotros en los años cincuenta, hasta los actuales, que evolucionaron con los luchadores nacionales en el Polifórum Zamná, bajo la responsabilidad de “Fayo” Solís, quien me conoció junto con su esposa, la maestra de Botánica en la secundaria Cisneros Cámara, ambos referentes nuestros, guías juveniles y amigos entrañables hasta que fallecieron. Los visitábamos en su domicilio en Santiago, en la 70 X 61, esquina de “La Regalía”.
Concluiremos esta nostalgia juvenil y deportiva de la Lucha Libre en Yucatán, con un cartel del Centro de Convenciones Siglo XXI. Agradezco a Ríos Urcelay sus atenciones y palabras al entregarme esa placa que me acompaña en mi estudio, donde escribo estas crónicas y reportajes para el Diario del Sureste. Gracias. Abur.