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El Danzón en México – III

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Entre Corcheas

En mejor quehacer en Veracruz en una tarde cálida que bailar un buen danzón. Imagen: Archivo AHGA.

III

ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA

LA INDEPENDENCIA Y RELATOS AL MARGEN

El movimiento de Independencia Nacional legalizó la igualdad y la libertad de los grupos humanos; sin embargo, las pautas morales y religiosas aún permanecían vigentes y difícilmente se podían transgredir.

Los relatos que de la época nos ha dejado aquél gran escritor y patricio, don Guillermo Prieto, nos hacen reflexionar sobre las mínimas diferencias que se han dado en nuestra cultura, no obstante los innumerables cambios tecnológicos habidos en casi 150 años.

La estructura social se modificó sutilmente y, si bien la iglesia perdió espacios de poder económico durante el proceso de Reforma, nunca dejó de mantener su hegemonía moral que incluso alcanzó cierto fortalecimiento.

La secuencia de todos y cada uno de los procesos que se han reseñado aquí a pasos agigantados, tendrán importancia vital para entender las formas actuales de los mexicanos para interpretar los bailes de salón. Los mismos géneros, en otras latitudes, tienen expresiones diferentes. Aquí la recurrencia de la presión social mexicana condicionará las mudanzas de hombres y mujeres al externar su gusto por el baile.

Podría estar en ello la clave del porqué los mexicanos somos “estoicos” al danzar y en Cuba pueden llegar al “frenesí” con una rumba o una conga.

El danzón aparece sin hacer mucho ruido en Mérida a finales del siglo XIX. Jesús Urfé, tío de Odilio Urfé, cuyo nombre lleva el Centro de investigación y divulgación de la Música de Cuba, nos dejó más de 20 particellas para Orquesta escritas durante su estadía en Yucatán –calculo que más de seis años para escribir esa cantidad de obras danzarias de ese género musical– que fueron rescatadas por el historiador musical Rafael de Pau y su esposa la escritora y biógrafa musical Beatriz Heredia Morales; estas partituras fueron puestas en mis manos para llevarlas a Cuba, considerando que el buen resguardo de toda esa obra, estaría en mejores manos y en su solar musical que es la Antilla Mayor, y fueron entregadas para su custodia al Lic. Jesús Gómez Cairo, director de ese Centro de investigación, quién preparó la entrega en el Salón de Protocolos del Hotel Capri de La Habana, con una charla ante los periodistas locales e internacionales acreditados, musicólogos e invitados en Cuba, siendo Granma quien dio la cobertura e impresión en seis idiomas.

Si dijéramos que durante el Porfiriato -1876 a 1911- las cosas no cambiaron en México, estaríamos externando una gran mentira, puesto que los cambios tecnológicos, culturales y de la sociedad fueron ostensibles en esta etapa. Es probable que las transformaciones tecnológicas se hayan mostrado con mayor ímpetu y que hayan incidido gradualmente en las costumbres y tradiciones y más sutilmente en la sociedad. Para probar nuestra apreciación tomaremos a la música y sus interpretaciones en particular. Nos referimos al baile de San Agustín de las Cuevas hoy Tlalpan, como ejemplo de algún otro realizado allá por el novecientos en el Country Club o el Tívoli del Elíseo. EI grupo orquestal de estas fiestas, seguramente estaba integrado por cuerdas y maderas, principalmente, y en los espacios cerrados -cafés y restaurantes- era ineludible la presencia del piano.

EI piano fue eI instrumento divulgador de la música por excelencia. En aquel tiempo se ramificaba el ferrocarril por todo el país, daba sus primeros rodajes el automóvil, se iniciaba la magia de la fotografía y el cine mostraba sus primeros balbuceos; la belleza venía de Europa, especialmente de Francia. De ahí que en la danza aún se utilicen términos afrancesados como “glise”, “premier”, “cuadrille” y demás, para connotar elegancia y conocimiento. La gente acomodada siempre tenía un piano en su residencia para lucirlo en las tertulias con la interpretación de trozos de ópera, opereta, zarzuela o canciones mexicanas operísticas como Estrellita o bien a escondidas, porque era música pecaminosa, como Perjura. A este corte se integraron Ios primeros danzones llegados a México, que eran interpretados al piano con suavidad y melancolía.

Pero no adelantemos vísperas y recapacitemos un poco en el «nacimiento» del danzón. En el proceso dei conocimiento dei danzón no deben perderse de vista la danza y la contradanza cubanas; de estos géneros surge la estructura dei danzón, sólo modificándose -especialmente- una parte de ellos.

Fuentes

El danzón en México | México Desconocido (mexicodesconocido.com.mx)

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