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El Canto de Inocencia de Carlos M Castro

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Letras – Desde Nicaragua

 “Una vez estaba trabajando en un cuento en el que Stephen Hawking acababa de morirse. Ese cuento lo había empezado a escribir unos años antes, cuando vivía todavía en Nicaragua, y Hawking todavía estaba entre nosotros. Llevaba mucho tiempo sin escribir (tengo temporadas largas en que me olvido de la literatura). Mientras escribía o reescribía el cuento, me salió la noticia en internet de que el científico acababa de morir. La coincidencia fue tan extraña que dejé el texto otra vez engavetado. Poco después me pasó algo similar con una pieza de mi libro «Cantar de inocencia». Esa vez había especulado en la ficción sobre la situación política de Nicaragua y, cuando acabé el primer borrador del cuento, estalló la revuelta popular de 2018. Exactamente el mismo día. También entonces opté por engavetar lo escrito. La imaginación es otro tipo de magia.”

Carlos M Castro nació en Managua en 1987, es Graduado en Lengua y Literatura Hispánicas (Licenciatura, UNAN-Managua), y en Enseñanza-Aprendizaje (Maestría, ADA, Bakú). Actualmente vive en Bakú, la capital de Azerbaiyán. Allí Carlos se dedica a enseñar español como Lengua Extranjera de manera independiente, además ofrece asesorías literarias, e imparte cursos en línea sobre Literatura y Edición.

Ha ganado diversos Certámenes literarios: Primer premio en poesía del VII Concurso Nacional Otra Relación de Género es posible de la Fundación Cantera; premio único en cuento del IV Premio Nacional Interuniversitario de Literatura Carlos Martínez Rivas, entre otros. Ha publicado ensayos y artículos, principalmente sobre literatura nicaragüense reciente, en diversos medios y revistas internacionales. Como Editor, ha trabajado de 2016 a 2019 en distintas publicaciones, la más recientemente la revista literaria Álastor. También ha publicado libros de autores como Frank Báez, Rommel Cruz, Berman Bans y Adán Torres.

Su actividad literaria ha sido ardua e infatigable, lo que le ha permitido estar inmerso en excelentes ensayos, antologías, narrativas. Para conocerlo mejor, abordamos a Carlos M Castro, preguntándole sobre su trayectoria literaria y la percepción que ha adquirido desde su experiencia.

Admiro a todos los escritores que de verdad lo son. Una de las escrituras que más revisito es la de Carlos Martínez Rivas. Antes, en los últimos años de mi adolescencia, leía una y otra vez poemas de Martínez Rivas como la «Memoria para el año viento inconstante» o, por supuesto, el «Retrato de dama con joven donante». Los leía en bucle, obsesivamente, junto con otros poemas como el «Canto de guerra de las cosas», de Joaquín Pasos; «Altazor», de Vicente Huidobro; o «Piedra de sol», de Octavio Paz. De este último aprendí también algunas nociones de teoría o crítica literarias. Me interesaban mucho las escrituras de Salvador Elizondo y de Juan José Arreola; la obra y los silencios de Juan Rulfo. En realidad, es difícil admirar a la gente que es socialmente reconocida como escritor o escritora, por lo que hay de vedetismo en ese oficio. Más bien calibraría mis palabras y diría que no admiro a ningún escritor, admiro muchas escrituras.

Tal vez la posibilidad de ir más allá de mí mismo me haya impulsado a escribir. Para escribir hay que escarbarse el alma, como sugería Rimbaud, hay que entenderse a uno mismo de un modo descarnado y brutal, sin concesiones ni auto conmiseración. Es en los albañales del espíritu donde se puede hallar la esencia del ser, en caso de que tal abstracción exista.

Escribir también es explorar lo que hay fuera de uno, ir más allá de las fronteras del Yo, tomar el riesgo de adentrarse en los territorios aledaños a uno mismo y entender, primero, cómo esas fuerzas (del Yo y de Lo Otro) interactúan y se forman y deforman incesantemente; y cómo, después, subvertir esa dinámica en caso de que haga falta.

Tal vez, para mayor honestidad, deba decir que mi primera motivación para escribir fue la contemplación asombrada de un adolescente que transcribía las palabras que le dictaban el Numen o el Azar en una hoja ordinaria de papel y que veía cómo esa hoja ordinaria de papel se iba llenando de algo que parecía tener algún sentido, aunque en el fondo quizás no tuviera más que el que pueden tener una erupción volcánica o el croar de las ranas en armonía con la noche.

Carlos M Castro ha publicado hasta ahora dos libros: Antología del poema, (Poesía: Leteo ediciones, 2012) y Cantar de inocencia, (Narrativa: Lector Disléxico, 2022).

Mis libros no están dirigidos a nadie, ni siquiera a mí mismo. Escribo convencido de que el resultado de esa acción, llámese aquí libro, es susceptible de ser aprovechado, leído, sufrido, disfrutado, odiado, amado, ninguneado, por cualquier persona en cualquier lugar y tiempo. Creo de manera innegociable en la libertad tanto de quien escribe como de quien lee.

Mi proyecto de obra tiene que ver más con la imaginación que con lo que llamamos realidad. Me interesa explorar los límites entre una cosa y la otra. Aunque también tengo como objeto de estudio literario las relaciones entre nuestro entorno sensible (el llamado mundo real) y el lenguaje que empleamos para relacionarnos con él, para nombrarlo y muchas veces alterarlo. En esos territorios de búsquedas es que me pego de frente con eso que has enunciado aquí como historia moderna. ¿Cómo eludir hoy, por ejemplo, los autoritarismos y sus efectos en las formas en que vivimos? ¿Cómo no ver que se está reduciendo cada vez más el ámbito de acción de las personas que no pertenecen a ninguna élite? Es imposible que las dinámicas de poder que hoy nos constriñen no afecten también nuestros lenguajes. Y es a partir de esos forcejeos que yo opero literariamente, dando vuelo a la imaginación como una forma de conocimiento.

No creo que haya hecho algún aporte al mundo literario de Nicaragua. En todo caso, tal vez podría mencionar mis reflexiones acerca del fenómeno literario Novo secular, de la literatura producida por mis contemporáneos, que he estudiado. Los resultados de esos estudios y de esas reflexiones he ido publicándolos, a manera de ensayos, en distintos medios. Supongo que de algún modo eso contribuye a dar cierta continuidad, muy a mi pesar por otro lado, al proceso literario nicaragüense. También, por supuesto, contribuye a visibilizar ciertos proyectos de obra que tal vez quedarían de algún modo ocultos; esto es darle demasiada relevancia a un trabajo que he hecho más para mí mismo que para cualquier otro público, y de manera por lo demás intermitente. En este sentido difusor podría también contar mi trabajo editorial.

He colaborado en varias revistas literarias, la última de las cuales, Álastor, de la que ya no soy miembro, pero en la que estuve varios años, ha logrado establecerse como un referente de la literatura más reciente en Nicaragua.

Hago también edición de libros y colaboro en este rubro con la editorial Quiebraplata, que opera desde Europa publicando principalmente a autores centroamericanos, con énfasis en Nicaragua, para llevar sus escrituras y sus planteamientos dialógicos a otros foros en donde se puedan enriquecer sus lecturas.

En 2016 fui finalista en el Premio Internacional de Poesía Jovellanos, El Mejor Poema del Mundo, organizado por Ediciones Nobel en España; luego, en 2020, mi libro «Aqueste mar turbado» fue finalista del Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe en la categoría Creación Joven, también en España; en 2021 obtuve el Premio Centroamericano Carátula de Cuento Breve.

En Nicaragua recibí en 2011 el Premio Nacional Interuniversitario de Literatura Carlos Martínez Rivas, una mención especial en el Certamen Nacional de Dramaturgia. Por lo demás, de vez en cuando me invitan a colaborar en alguna revista, sea con piezas de creación literaria, sea con reflexiones críticas.

Algo he leído de los nuevos talentos de Nicaragua. Las propuestas de Ernesto Castro Herrera y de César Andrés Zeledón me parecen interesantes. De mi generación está Ana Verónica Sánchez (aún inédita), quien escribe una poesía con la que yo conecto.

Años atrás compilé una muestra de poesía de autores más o menos de mi generación de la que puede leerse una muestra en la revista venezolana Poesía (abril 2019. También en las muestras que presentaron Andrés Moreira (noviembre 2019) y América Laínez (julio 2021) se puede leer poesía nueva. Laínez es, por cierto, una autora a la que podría calificarse como nueva, cuya escritura me atrae.

La obra de mis contemporáneos la conozco más que la de quienes han comenzado a escribir más tarde, como ya dije. Casi todos mis contemporáneos me interesan, tanto por los lenguajes que crean como por las aristas de la(s) realidad(es) que tratan de iluminar sus escrituras. Podría mencionar entre ellos a María del Carmen Pérez Cuadra, Gema Santamaría, Ezequiel D’León Masís, Luis Topogenario, Alejandra Sequeira, Rommel Cruz, David Rocha.

Cuando vivía en Nicaragua, Carlos M Castro participaba muy activamente en recitales y festivales literarios, en simposios, mesas redondas y charlas, ese tipo de eventos. Desde 2016 vive en Azerbaiyán, por lo que su presencia en su país ha disminuido casi a cero, más que nada por la distancia. Ahora, con “Cantar de Inocencia” busca conectar con lectores de todo el mundo.

Mi mensaje a los jóvenes es simple.

Primero, no lo vean como una carrera. Escribir es una forma de vida, no un medio para vivir. La escritura no sirve para nada, y quien escribe se topa tarde o temprano con esa pared que en realidad no es una pared sino otra superficie por la que andar.

Quiero decir que, si bien hay quien se puede dedicar a escribir a tiempo completo y ganarse la vida con ello, la mayor parte del tiempo la escritura debe ejercerse como un oficio paralelo. Es una disciplina, sí. Escribir es un acto de resistencia. Sí. Es un esfuerzo intelectual y emocional descomunal. Sí. Lo único que podría decir a otras personas sobre el hecho de escribir es que se olviden de la noción de éxito, que nomás escriban si es lo que su sistema neuro emocional les impone. Todo lo demás, si llega, llegará por añadidura. Y, por favor, en el proceso: no olviden super vitaminarse y mineralizarse. Vamos a caminar sin rumbo. Un saludo a mi mamá, que tal vez me lee.

En mi vida he conocido a mucha gente hermosa, sabia y generosa, y he tenido lo que se dice buena suerte. Lo demás, dijo el poeta, ¡es literatura!

RAFAEL QUINTANA

Rafa3007quinta@gmail.com

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