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El Barrio de la Ermita de Santa Isabel – VI

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VI

MEJORAS Y OBRAS REALIZADAS EN EL BARRIO DE LA ERMITA

Capítulo V

Como ya se dijo en páginas anteriores, la Ermita de Santa Isabel o del Buen Viaje, y el parque aledaño, constituyen desde hace muchos años el rincón más señalado y entrañable en el extenso cuadro de su ubicación urbanística de traza colonial, lleno de encanto para los meridanos amantes del pasado de su ciudad.

Las importantes obras de mejoramiento de que han sido objeto dichos lugares se habían hecho necesarias, tanto para rehabilitar un suburbio largo tiempo abandonado no obstante su importancia, haciendo justicia a su numeroso vecindario e incorporando esa extensa zona al ritmo de progreso y embellecimiento de la ciudad, como para brindar al turismo nacional y extranjero, y a los mismos meridanos, un nuevo sitio de recreo y de atracción histórica accesible al pueblo.

Los planos y la descripción que publicamos en esta memoria ilustran al lector sobre la edificación de la Ermita y la importancia de las obras realizadas para su reconstrucción.

Todas y cada una de las piezas que la formaban han readquirido su aspecto primitivo, al igual que sus interesantes pórticos y puertas, altares y demás detalles artísticos y religiosos, de los que son notables particularmente los que coronan las puertas principal y laterales.

EL PARQUE DE LA ERMITA

El parque o plazuela se encontraba totalmente abandonado y fue preciso reconstruirlo desde sus cimientos, a fin de que llene su finalidad de centro de reunión de las familias del rumbo, a cuyo efecto el Ayuntamiento se propone ofrecer allí audiciones periódicas y actos culturales. En el centro se construyó un kiosko tipo antiguo y acorde con las características coloniales del propio parque y de los alrededores. El parque de la Ermita es ahora un sitio verdaderamente acogedor.

EL ATRIO Y EL JARDIN ARQUEOLÓGICO

Fueron restauradas todas las banquetas de las calles adyacentes a la plazuela, y se acondicionó al atrio del templo, bastante espacioso, situado en alto, en forma que, sin dejar de ser un jardín, puede utilizarse como escenario para la representación de obras de teatro clásico al aire libre, y a espectáculos y dramatizaciones del mismo tipo basadas en pasajes que la historia y la leyenda regionales.

Como se señala en líneas anteriores, el antiguo cementerio, convertido durante años en verdadero monte, lugar propicio para refugio de maleantes y a nido de alimañas, es ahora un parque interior de aproximadamente cuatro mil metros cuadrados de superficie, amurallado en parte y en parte con verja colonial, por el lado que mira a la calle 66 donde, por requerirlo la estética de la obra, la veneración de nuestro pasado y la higiene pública, el Ayuntamiento adquirió en compra y mandó demoler un predio en que se encontraba un centro de vicio. Con ello se pudo igualmente ampliar el mismo parque y mejorar el aspecto estético del conjunto frontal de la iglesia.

Para mayor embellecimiento del jardín, se aprovecharon los desniveles y accidentes del suelo con la siembra de rosales y plantas de ornato y la construcción en el centro de una pequeña cascada que, armonizando con los añosos árboles que se conservaron y los mantos de césped sembrado, acentúan lo acogedor del paraje y contribuirán a refrescarlo durante nuestros prolongados días de calor.

Bancas de piedra, discretos confidentes y serpenteantes senderos bordeados de ladrillos y piedras de colores ofrecen deleite a los ojos, y reposo al espíritu del visitante.

El interés turístico de este parque radica también en que, distribuidos en lugares apropiados, se colocaron piezas arqueológicas –monolitos, panoplias, estatua, diversas esculturas y columnas talladas en bajorrelieve– procedentes de ruinas mayas disgregadas en el territorio del Estado, facilitadas por la Oficina de Monumentos Prehispánicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia de la Secretaría de Educación Pública. El lector encontrará referencias concretas de estas joyas del arte de nuestros antepasados en las leyendas correspondientes a las fotografías que en este folleto publicamos.

Se trata, en resumen, de un jardín-museo donde propios y extraños pueden admirar valiosos exponentes del pasado cultural del Mayab.

Tiene este parque-jardín su estrada principal frente a la antigua plazuela, y en ella se colocó un pórtico de piedra que perteneció a la llamada “Casa de la Condesa”, que estuvo en el cruzamiento de las calles 62 y 59. Como se sabe, este pórtico luce columnas de piedra tallada y el escudo de armas de la familia de encomenderos que la construyó en la época colonial. El Ayuntamiento lo adquirió por su valor artístico e histórico.

LAS CALLES 64 Y 64 A

Los tramos de las calles 64 desde el Arco de San Juan y de su desviación, la 64 A, hasta el Parque de la Ermita, fueron pavimentados con adoquín rojo francés, típicos de muchas calles de Mérida que por su mal estado tuvieron que ser reconstruidas; y en todo el trayecto, además de la iluminación mercurial moderna, se adosaron de lado y lado, a distancias determinadas, faroles del tipo que la ciudad usó desde los tiempos de D. Lucas de Gálvez, el gobernante que los instaló por primera vez cuando construyó la Alameda, de romántica memoria.

En ambas calles quedan numerosos predios con fachadas y dinteles coloniales, a los que se limpió de la pintura y cal que los ocultaban para restituirles su primitivo aspecto, y hacer notorios sus detalles y tallados en piedra.

Humberto Lara y Lara

FIN.

1 COMENTARIO

  1. Gracias por tan maravillosa historia. Tienen algún dato de que entre los años 1913 a 1920 aproximadamente, existía una notaría ahí en la sacristía? Me interesa mucho saber. Gracias

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