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Bajo el cielo de los Andes

ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
Recuerdo con nostalgia el “Segundo Festival Internacional del Bambuco” entre Colombia y México. Los pasajes aéreos fueron cortesía de Líneas Aéreas Colombianas, y viáticos y publicidad gracias a Café Colombiano.
En México tuvo relevancia con la aportación del área cultural del Instituto Mexicano del Seguro Social, y la participación de las Embajadas de Colombia en México y la de México en Colombia. La apertura se hizo en el centro de Coyoacán, donde estrené mi poema “Colombia Hermana”, y hubo cuatro sedes para este evento entre los dos países.
Fue una experiencia inolvidable. Nuestras relaciones con los participantes sirvieron para acercar músicos, investigadores y charlistas a la cultura bambuquera e histórica de esa experiencia musical. Participamos en forma activa las sociedades culturales “Amigos de la Trova Yucateca”, con el Ing. Roberto Mac Swiney Salgado; Asociación Nacional de Cultura y Arte Plural A. C. que preside hasta la fecha el que escribe, y considero altamente importante la participación de Gastón Martínez Matiella, director del área cultural del Instituto Mexicano del Seguro Social y del Gobierno del Estado de Yucatán en la realización del mismo.
Mi artículo anterior para el Diario del Sureste lo dediqué al bambuco bailable de la zona andina colombiana, me pareció importante hablar del creador del bambuco romántico yucateco. Ahora corresponde a Yucatán su parte bambuquera con el Padre del Bambuco romántico, nuestro coterráneo Don Ricardo Palmerín Pavía, un gran cantilenista, músico y trovador tekaxeño. Sus familiares también dejaron huella musical, como la maestra Noemí García Palmerín, que nos unió a la sociedad “Amigos del Canto”, siendo su domicilio la sede de nuestras reuniones semanales durante más de 10 años. Todos los sábados, acompañados del piano de cola de Mimí, lectora de música a primera vista y mejor acompañante de lo popular a lo clásico, junto con la maestra de canto Mimí Bolio, tuvimos en ellas unas grandes maestras de vocalización y modulación de voces, y durante el convivio se ofrecía algún aperitivo y canapés. Ese piano de Doña Mimí García, en el gran salón de su domicilio, destacaba por ser un piano de cola. La familia Palmerín dejó gran huella en la música de Yucatán.

Revisando algunos trabajos al respecto de Ricardo Palmerín, encontré uno de la radio XEB, la primera radiodifusora que cubrió México, patrocinada por la cigarrera “El Buen Tono”. La nota me pareció interesante por su contenido y me permito reproducir algo de la misma.
“El pasado 30 de enero, XEB recordó al compositor yucateco Ricardo Palmerín, en ocasión del aniversario de su fallecimiento ocurrido en esa misma fecha en el año 1944. Palmerín es reconocido como uno de los más importantes representantes de la trova y como el gran creador del “bambuco yucateco.”
“Ricardo Palmerín Pavía nació el 3 de abril de 1887 en Tekax, una población del sur de Yucatán en la que había una intensa vida musical. Su padre, Bernabé Palmerín, era un militar michoacano, aficionado a tocar la guitarra. Su madre era yucateca y se llamó Feliciana Pavía.
“Cuando Ricardo Palmerín tenía 10 años, la familia se mudó a Mérida. Ahí aprendió a tocar la guitarra observando a su padre y a otros guitarristas. Realizó sus estudios básicos e inició la carrera de medicina, que no concluyó. Por aquellos años llegó a Mérida una compañía cubana de espectáculos que traía en su elenco al dueto colombiano “Pelón y Marín”, quienes se anunciaban como “Los Reyes del Bambuco”, un género muy popular en Colombia, pero poco conocido en Yucatán. Seguramente Ricardo Palmerín los escuchó y quedó encantado con ese ritmo que integró de inmediato a sus composiciones. Son muchos y muy bellos los bambucos de Palmerín, como El Rosal Enfermo (con letra del poeta español Pedro Pintos), Semejanzas (con letra del poeta zacatecano José Armida), Novia Envidiada (con letra de Roberto Sarlat Morales) o El Crucifijo (con letra de Luis Rosado Vega).
“Se tiene registro de alrededor de 200 canciones de Ricardo Palmerín, la mayoría de ellas llevan letra de magníficos poetas. Además del bambuco, hizo grandes boleros y también abordó otros géneros como la romanza y la danza. Precisamente a ritmo de danza compuso la canción que le dio mayor fama, “Peregrina”, que tiene letra de Luis Rosado Vega. Esta canción les fue encargada, en 1923, por el entonces gobernador Felipe Carrillo Puerto para dedicarla a la periodista norteamericana Alma Reed, de la que Carrillo Puerto estaba profundamente enamorado. Otra famosa danza de Palmerín, que también tiene letra de Rosado Vega, es Golondrinas Yucatecas, una de las piezas representativas de aquel estado de la República.”

“Ricardo Palmerín se trasladó a la ciudad de México en los años 30 por invitación del doctor y cantante Alfonso Ortiz Tirado. Aquí fijó, desde entonces, su residencia. Su prestigio como compositor e intérprete le permitió integrarse a los medios de comunicación de su tiempo (radio, teatro y discos), y logró un importante contrato en el cabaret «El Retirito» donde se presentaba con su guitarra y sus canciones.
“Ricardo Palmerín murió en la Ciudad de México el 30 de enero de 1944.
“El reconocimiento de su obra ha aumentado a lo largo del tiempo. Hay un busto que lo recuerda en el Parque de Santa Lucía de Mérida, el parque de los trovadores yucatecos.”
Tiene otro de cuerpo entero en el Museo de la Canción, de Mérida, y otros en su natal Tekax. En esa ciudad, en su casa emblemática de tres pisos, en su jardín, junto con algunos miembros de las Amigos de la Trova, dimos algunos conversatorios auspiciados por Luis Machaín, amigo de la cultura en esa ciudad sureña.
Hay una sala en el Museo de la Canción Yucateca que está dedicada a él, y todos los trovadores siguen interpretando sus magníficas canciones en presentaciones y serenatas.
Abur.
Fuente
Ricardo Palmerín, el gran creador del bambuco yucateco. – La B grande de México (imer.mx)