Bajo el cielo de los Andes
ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
Latinoamérica se caracteriza por su música popular desde México a la Patagonia. En esta ocasión dejaré que mi imaginación me lleve a la parte andina colombiana. En esas altas y frías montañas nace la música del bambuco bailable; diferencia con nuestra península, aquí hace un nuevo arreglo romántico del bambuco, de esa música popular de la que los cantilenistas yucatecos y sus trovadores hicieron arreglos musicales sin que se perdiera el sabor del bambuco colombiano que en todas sus letras enaltece a la mujer, a diferencia de la música norteña de nuestra República en donde las letras de los corridos o las rancheras usan a la mujer – pongo como ejemplo una frase de una canción: “¡Que la chancla que yo tiro, no la vuelco a recoger...”, como signo de un machismo mal entendido
Al mismo tiempo, la música yucateca contribuye al prestigio de este género musical en los Festivales Internacionales del Bambuco en México y Colombia hace ya varios lustros, con sedes en el Distrito Federal –ahora Ciudad de México–, y nuestra blanca ciudad de Mérida. En Colombia, en Cali y Boyacá, con intercambio de especialistas en este género musical andino. Con esas cuatro sedes se abría mi poema “Canto a Colombia”, publicado en el Diario del Sureste, que cubrió dichos eventos.
El bambuco es un género musical o mejor un sistema musical, una estructura común de un amplio repertorio y trayectoria, el más tradicional y característico de la zona andina y de la Costa del Pacífico de Colombia. Se ha extendido por todo el país y llegó a por los madereros que llegaban por barco a Cuba, en la Habana y Santiago de Cuba, así como a Mérida, la de Yucatán, a través de Progreso, en la Península Yucateca, por lo que las raíces de la trovadoresca de Yucatán se deben a la Antilla Mayor y la zona andina de Colombia, contribuyendo ambas naciones con el Bolero y el Bambuco, respectivamente, a finales del siglo XIX.
El bambuco no es una danza de grupo, ya que siempre es bailada por una pareja mientras el resto de las personas miran y acompañan, pero no participan en la pista de baile. La melodía del bambuco es realmente bella y acompaña muy bien a la danza.
Este género musical lo conocí desde mi nacimiento en la cuna de la canción romántica en cualquiera de sus estructuras, en Mérida de Yucatán, tierra de trovadores, cantilenistas y compositores de diversos géneros, hasta llegar a la música culta.
Sus orígenes en Colombia, que se desplaza a la vera del océano Pacífico, enmarcado por la cordillera de los Andes, nos llevan a El Espinal (Tolima), donde es conocido como bambuco fiestero desde 1840: en medio de las fiestas de ese año, acompañado del jolgorio de la música de Emiliano Lucena y Eleuterio Lozano, Milciades Garavito Wheler compuso el bambuco que da sabor a sus fiestas pagano-religiosas.
El bambuco, como el bolero y el tango no solo los he tenido como esparcimiento, me he interesado en conocer sus orígenes y evolución en la música popular Latinoamericana. He escrito sobre estas temáticas musicales para el Diario del Sureste y diversas revistas culturales de nuestro mundo latino, ya que culturalmente la música y las tradiciones nos unen.
Continuaré con esta temática, hasta llegar al padre del bambuco yucateco y mexicano, el maestro Ricardo Palmerín Pavía y, en la actualidad, Felipe García Vargas, el más prolífico compositor actual de este siglo, que nos ha representado con alto éxito en sus giras por Colombia, siendo ganador de varios concursos en ese país andino.
Vaya nuestro saludo a Los Hermanos Monroy y al trío Zabala y Barrera de Boyacá, a los compañeros de Festival Mono Núñez de Ginebra, Colombia, y amigos colombianos con quienes hemos participado en dos Festivales Internacionales del Bambuco, con sedes en la Ciudad de México y subsede en Mérida, y en Cali y Boyacá de la zona andina, con participación de autoridades y empresas que los patrocinaron. Abur.
Continuará…