Opinión
Edgar Rodríguez Cimé
¿Pintora?, ¿bordadora?, ¿curadora?, ¿o simplemente Kitsch? Elena Martínez Bolio comenzó con buen dibujo y la inscribieron en Bellas Artes (dixit). En edad madura, luego de un periodo nebuloso en el cual nunca aclaró si produjo algo, decide estudiar pintura en Venecia, y viaja para recibir educación de primera. Regresa y pinta su raya: abre una “Academia de Artes Finas”, en el norte de Mérida.
Me moría de ganas por ver sus resultados como “couching de arte”, imaginando el Kitsch (gusto por el mal gusto) de los verdaderos creadores plásticos de Yucatán, “de fresa” y de “crema morisca”, como dice el pintor David Sierra en silencio, mientras ella realiza todo su quehacer.
Luego de experimentos en pintura y elaboración de un libro de “artista”, incursionó en el bordado yucateco -sin saber de los niveles de creación estética tradicional entre artistas de Muna, Kimbilá o Tikuch, Valladolid, verdaderas magas en el bordado punto de cruz (xoc bichuy)- para, según ella, innovar este arte.
No es fácil innovar mediante amalgama de tradición y modernidad. Sin embargo, hablando de bordado maya en moda contemporánea, podemos echar un ojo a los vestidos y blusas presumidos no en alfombras rojas, sino en virinas o tendederos a orilla de la carretera entrando y saliendo del pueblo de Muna. Creación estética contemporánea first class. Por eso, han plagiado diseños originales mejicanos por Zara, Chanel o Louis Vuitton
En una exposición con gente desconocedora del tema, en la que no estuvieron ni artistas plásticos yucatecos, ni maestras artesanas del bordado, se dio gusto ante familiares y amigos para mostrar sus innovaciones: verdaderos ejercicios de aficionados con propuestas excéntricamente vistosas, pero sin un contenido estético.
“Artista” sin propuesta estética básica, con un público elitista, pero sin el mínimo juicio estético, que llenaba la sala donde “lucían” las creaciones elenamartinezbolianas. Por supuesto, lo leí no en alguna revista de arte local, sino en el conservador Diario de Yucatán. Desearía ser amigo de Gildo González, pintor y editor de la revista de arte Vórtice, para saber su docta opinión.
Su faceta reciente (“investigadora de arte”), con colaboración para Unicornio, del Por Esto -Resistencia y fortaleza del terno y la mujer maya- muestra su obra maestra: un terno modernizado con bordados tradicionales, combinados -kitscheanamente- con “grabados de familias de la alta sociedad yucateca con vestimenta tradicional.”
¡¡¡¿¿¿???!!!
También, demuestra su falta de metodología científica para desarrollar cabalmente un trabajo de investigación estética con fuentes de información confiables, confusión de categorías “mestizo” / “maya”, prejuicios racistas y clasistas, alteración de secuencia histórica, así como contradicciones entre título y contenido.
Incluso con mala redacción, como para maleducar a los lectores: “El terno, vestido de ceremonia de la mujer yucateca, ha sido un elemento cultural cambiante, esto obedece a los cambios (¿?) y procesos históricos inherentes al grupo (¿cuál grupo?, si está empezando el texto).
El colmo: presentar a la modelo blanca, caminando con terno, pero ¡sin zapatos!
“No mames, Cortés, ¿cuál tesoro?” (Cuauhtémoc dixit).
Resultado: una obra Kitsch; infantiloide, ñoña e intrascendente.
edgarrodriguezcime@yahoo.com.mx / colectivo cultural “Felipa Poot Tzuc”