Letras
José Juan Cervera
Atrás de cada nombre se oculta un espíritu taimado, y a espaldas de éste un materialista de vocación liviana, envuelto en los tejidos de un cuerpo traslúcido.
A cada nombre corresponde una historia tramada sin conocimiento cabal de su portador.
Después de suscribir un pacto de cláusulas secretas, la parte ostenta un nombre que sobrepasa su realidad mezquina, y el todo carga una etiqueta que fracciona sus caudales.
La fe de bautismo guarda signos esotéricos que nadie se anima a desentrañar.
Una vez enunciado el nombre de cada estrella, sólo resta mencionar sus apellidos.
Basta un título arbitrario para designar con pompa el triunfo de los sofistas.
El apodo extiende sus alcances hasta convertirse en un toldo que protege al nombre de la intemperie.
Un tímido sustantivo ocupa el puesto que rechaza con desdén la vanidad anónima.
Decidida a cambiar su destino, la abreviatura suelta las amarras de su contracción nominal.
La magia ignorada de un nombre se revela con la sonoridad de un conjuro.
