En Yucatán encontramos una amplia biodiversidad de flora y fauna entre la que podemos citar al Armadillo, mejor conocido como “Huech”. Su ubicación geográfica, su clima caluroso, así como sus épocas de lluvias en el verano hacen de estas tierras el lugar idóneo para la reproducción, desarrollo y cohabitación de este pequeño mamífero, así como de una amplia diversidad de especies únicas de estas tierras del Mayab, aunque también ha podido sobrevivir y desarrollarse en otras partes de nuestro continente y el mundo.
El armadillo es un pequeño mamífero designado científicamente dentro del orden de los DASIÓDIDOS, perteneciente a la familia de los DASYPODIDAE. Sus características lo hacen un animal único: es un animal considerado como primitivo, es inofensivo, cuenta con una coraza que le sirve de protección y defensa en contra de sus depredadores, es un animal casi desdentado pues su dentadura está formada solo de simples molares carentes de esmalte en forma de clavija.
Este pequeño habitante de tierras del Mayab, conocido en lengua maya por los pobladores de nuestros municipios como “El Huech”, desde tiempos ancestrales ha ocupado un lugar privilegiado y ha logrado sobrevivir a pesar de la constante amenaza representada por los cambios climáticos, las deforestaciones, las quemas de los montes y, sobre todo, la amenaza constante del propio hombre, que los caza y mata para usarlos como alimento y para otros fines, como los medicinales y curativos, y los que puedan obtenerse de él, utilidades que se han transmitido de generación en generación.
En la vida de las comunidades mayas ancestrales, y hasta nuestros días, el “Huech” ha jugado un papel muy importante. Las fuentes históricas nos revelan que su figura ha quedado representada en fachadas de edificios, bajorrelieves arquitectónicos y en la alfarería maya. Quizá haya sido venerado como un animal o ser sagrado, mágico o religioso; tal vez por sus habilidades, cualidades y propiedades únicas; o acaso por la dureza de su escudo protector para defenderse de sus depredadores; o pudiera ser por su habilidad para excavar; o por sus propiedades medicinales y curativas; o por la riqueza y suavidad de su carne comestible que desde tiempos ancestrales ha formado parte de la dieta del pueblo maya.
El armadillo es considerado como un animal especial que ha sido motivo de estudios e investigaciones diversas. La armadura o caparazón del que está dotado le funciona como defensa suficiente de los pequeños depredadores y aves rapaces, mas no así en contra de los coyotes, perros o felinos de mayor tamaño. Por lo general, cuando se siente amenazado o atacado, trata de ponerse a salvo en su madriguera. En Yucatán la caza del armadillo se realiza de noche, con la ayuda de lámparas de mano, rifle o escopeta; en ocasiones, los cazadores se apoyan utilizando el agudo olfato de los perros que los ponen al descubierto en su madriguera.
En el mundo maya prehispánico, el armadillo ha sido registrado y clasificado por los estudiosos de la arqueología como la especie “armadillo de nueve bandas” (dasypus novemcinctus). Es una de las especies más numerosas y ampliamente distribuidas en casi toda América. La parte superior de su cuerpo está cubierta con una serie de nueve placas óseas que forman su coraza, de donde toma el nombre de “Armadillo de nueve bandas”.
Las nueve bandas o placas se encuentran en la parte media del cuerpo y no son completamente rígidas: están conectadas por una piel blanda que les permite tener flexibilidad para doblar su cuerpo. Esta función de su coraza es un sistema de protección contra sus depredadores.
Así mismo, este pequeño mamífero está dotado de extremidades cortas, pero fuertes y robustas, equipadas con garras que les permiten excavar para hacer sus madrigueras, y para conseguir alimento, consistente en pequeños reptiles, anfibios, hormigas, gusanos, y otros insectos.
Durante los meses de julio y agosto, por lo general, es su época de apareamiento, y la fecundación puede retardarse hasta el mes de noviembre.
El período de gestación del armadillo es de aproximadamente 120 días (un promedio de 4 meses), por lo general, y en la mayoría de las gestaciones el armadillo tiene 4 crías, todas del mismo sexo, ya que las crías provienen de una misma célula germinatriz, es decir, que se forman y desarrollan dentro de un mismo embrión.
Este peculiar y sorprendente dato relacionado con el numero de crías y el número de meses, producto de la observación y de los estudios científicos y arqueológicos, motivaron la creencia en los antiguos mayas de que estos animales están asociados, según su cosmogonía, con los cuatro hermanos cargadores (4 bacabes) y los cuatro puntos cardinales con sus respectivos colores, así como tal vez con las cuatro estaciones del año.
La influencia de los armadillos en la vida cotidiana del pueblo maya prehispánico no se limitó a las creencias y asociación de su figura, sino que fue también motivo de representaciones que no fueron exclusivas en el área maya, siendo representado en casi todas las culturas prehispánicas que habitaron Mesoamérica.
Muchas otras especies de flora y fauna fueron representadas en diversidad de expresiones artísticas. Otras posiblemente fueron usadas como modelo para reproducir algunas de sus formas geométricas, o sus texturas en diferentes superficies, principalmente en objetos de cerámica.
Se han encontrado algunas piezas de cerámica en las que se pueden apreciar series de triángulos que fácilmente podrían compararse con los del armadillo.
Las investigaciones arqueológicas, históricas y etnográficas han contribuido a ubicar escenas en las que intervienen las representaciones del armadillo, algunas con imágenes naturalistas y otras mitológicas, de personajes con investiduras o disfraces de armadillos que, por lo general, representan personajes que corresponden a músicos o danzantes, como se menciona en un pasaje del Popol Vuh, la “Danza del Armadillo”
Una de las esculturas más representativas del Armadillo se ubica dentro del área maya. Se encuentra en Chichen Itzá, en la estructura conocida como “la iglesia”. En esta estructura se encuentra como adorno en su fachada superior con mascarones del dios Chac y otras representaciones de un supuesto dios que emerge de una coraza de armadillo.
Los pobladores prehispánicos del área Maya consideraban que sus nueve bandas están relacionadas con el Árbol del Mundo, con los 9 estratos o niveles del inframundo que, sumados a los 13 niveles superiores, conforman los 22 niveles de la vida. Es la vía adecuada para honrar a las ánimas que antecedieron y que otorgaron la vida, a los ancestros.
Existe otro aspecto sorprendente e importante relacionado con la concha del armadillo, que tiene forma de almendra, que está ligado íntimamente con la geometría sagrada, símbolo del mundo. En diversas tradiciones ancestrales se alude a esta antigua forma ligada a los orígenes, a la divina proporción, como un aspecto sagrado.
La forma de la almendra se liga al movimiento de la tierra con respecto al sol, movimiento y trazo celeste que da pauta a los equinoccios y solsticios. Se ha identificado con la virginidad e incorruptibilidad de aquello que guarda en su interior, la perfección y armonía de los opuestos en total equilibrio.
Es sorprendente lo que uno puede descubrir partiendo de seres y objetos, apoyados en la lectura e investigación hacia lo profundo de nuestra historia, nuestras raíces, nuestros orígenes, a través de infinidad de fuentes históricas, testimonios tangibles y la narrativa oral transmitida por generaciones.
Como conclusión, podemos reflexionar que los pueblos mayas contemporáneos, así como los pueblos de otras culturas, somos herederos de una milenaria tradición de observación de las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza. En el pensamiento y las prácticas de la vida cotidiana de los mayas contemporáneos existe una enorme riqueza de conocimientos sobre su mundo y entorno que se manifiestan de diversas maneras: la práctica de rituales, los discursos, las narrativas, las formas artísticas y la tradición oral. Pero, sobre todo, el mundo natural que los rodea permanece como un sitio que ofrece las posibilidades para mantener una cultura propia, con orgullo, con una fuerte y sólida identidad, y con un profundo sentido de pertenencia a la “Gran Cultura Maya”.
Ojalá esto nos distinga y defienda de las transformaciones y alteraciones culturales y económicas que eventualmente ganan espacio en la vida y mente de nuestras presentes y futuras generaciones en todos los pueblos y comunidades de esta tierra nuestra: La tierra Maya.
Pedro Bacab
Me parece muy curioso eñ artículo. Acabo de soñar con in hombre armadillo que tenía una túnica negra, era uno de los encargados de hacerme unas pruebas. Su prueba fue la de la aceptación para liberar el dolor. Tenía una túnica negra y mano de armadillo y me aplicaba acupuntura en el riñón izquierdo, el cuál tengo algo mal :/