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El Alma Misteriosa del Mayab – XLIII (finaliza)

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Leyendas del Mayab

XLIII

EL CENOTE TIKIN JA’

Existe hacia el sur-oriente de Yucatán un cenote seco, lo cual parece un absurdo pues no se comprende un cenote sin agua. No hay tal absurdo conociendo la tradición. Llámase ese cenote en lengua indígena el áaktun tikin ja’ que viene a significar cenote seco.

Según la tradición, hubo un tiempo en que no lo estuvo, habiendo quedado en aquella condición por la maldición que cayó sobre la mala señora que lo habitaba.

Ocurrió que vivía en el cenote una mujer perversa, bruja por añadidura, cuyo principal defecto era el egoísmo, que no otra cosa simboliza el maligno personaje de esta tradición. Llamábase la Xpak’alkok que viene a ser lo mismo que la mujer que viste de remiendos.

De muy mala entraña era, pues jamás ayudó a caminante alguno, antes al contrario complacíase en negar a todo ser humano que llegase hasta ella toda clase de socorro, por más necesitado que estuviera. Decíase que ni a los animales dejaba acercarse a sus dominios, pues se había declarado dueña absoluta de aquel lugar.

Así, un día ocurrió que un milpero que transitaba por allí, devorado por la sed, advirtió el cenote y lleno de afán entró por beber agua. Pero le salió al paso inmediatamente la Xpak’alkok, preguntándole iracunda lo que quería. Explicóle el otro su gran fatiga, pidiéndole su venia para tomar un poco del agua del cenote. Pero la hechicera se la negó rotundamente, reprochándole encorajinada que se hubiera aventurado a penetrar a sus dominios, a los cuales ningún mortal debía tener acceso, so pena de ser cruelmente castigado, para lo cual la bruja contaba con una guardia de animales feroces prestos a acudir en cualquier momento a la menor indicación de su ama. Amenazó la bruja al caminante con apelar a este recurso si no se marchaba inmediatamente.

Insistió en rogar el otro porque la sed lo atormentaba, y cada vez más colérica la vieja le hizo saber que sólo las demás brujas podían tener acceso a aquel lugar; el infeliz no tuvo más remedio que continuar su camino devorado por la sed, y a punto de ser atacado por las bestias a las cuales ya había llamado la bruja.

Pero el milpero quedó profundamente indignado, se retiró maldiciendo el egoísmo de aquella mujer, y en llegando a campo abierto dirigió sus plegarias al poderoso Cháak, dios de las aguas, haciendo las ceremonias del caso y ofreciéndole las primicias de su milpa. Dícese que entonces un relámpago abrió el cielo, retumbó un rayo y las nubes soltaron sus cataratas de agua sobre la tierra, lo que permitió al hombre apagar su sed hasta la saciedad.

Cháak había escuchado las quejas del milpero. Al siguiente día, sucedió que una muchacha muy bella y desconocida por aquellos lugares pasó junto al cenote. Parecía ir llena de cansancio, se detuvo y penetró en el áaktun. Encontró a la vieja ocupada con sus animales feroces a los cuales daba de comer al parecer carne humana. Pidióle la moza de beber y que la dejase reposar en la gruta, pero, como siempre, la bruja se negó irritada a acceder a aquellas súplicas.

-En estos lugares, le contestó, sólo yo gobierno. Son para mí nada más, pues me los ha dado el dios que vive en Chúumuk u ts’u’ lu’um, esto es, el gran señor que vive en las entrañas de la tierra, o sea el Señor Malo. No he de dar nada a nadie, agregó la perversa mujer, pues no está permitido a los mortales venir a turbar mi reposo. Antes al contrario, a los intrusos los entrego a los animales feroces que me guardan y guardan esta caverna para que los devoren. No hay nada para nadie. Seco está el cenote para ti. Secos están mis colmenares y no hay miel para ti. Secas están mis sementeras para ti. Las bóvedas del áaktun no son para darte sombra, y pueden caer sobre ti y aplastarte en el instante que yo quiera. Sigue, pues, tu camino.

Entonces la muchacha le respondió mirándola fijamente:

-Seco está tu corazón y no el cenote. Seca está tu alma y no tus colmenares. Seca está tu vida y no tus sementeras. Y no las bóvedas del áaktun, sino las bóvedas del cielo caerán sobre ti para aplastarte.

Y la muchacha desapareció inmediatamente.

Reflexionó la bruja que se las había habido con algún ser sobrenatural, y se arrepintió, pero ya era tarde. Cuando se acercó al recipiente de las aguas, lo encontró ya seco. Corrió a sus colmenares y los halló secos. Corrió a su milpa y la encontró seca también, y al volver a la caverna encontró muertos a los animales que la guardaban.

La Xpak’alkok cayó en mortal abatimiento. Y pasaron los días y se fue secando, secando, secando hasta que murió y así acabó la ruda tiranía que había establecido en aquellos lugares.

Agrega la tradición que la buena muchacha había sido nada menos que la hija del poderoso Cháak, quien la había enviado a castigar a la maligna mujer, y que más tarde condolida al volver y ver la desolación en que había quedado todo, dispuso las cosas como para que volviera a surgir agua en el fondo de la caverna, pero no como manantial permanente, sino para que brotara el agua únicamente en las ocasiones en que algún caminante al pasar por allí tuviese necesidad de ella.

De aquí que en el lecho de la caverna sólo quedara un pequeño hoyanco seco, pero cuando se le toca con una jícara, que es un vaso cilíndrico hecho del fruto, cortado en dos, del árbol del mismo nombre, el hoyanco produce agua en cantidad suficiente para llenar la jícara.

Luis Rosado Vega

FIN.

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